24 agosto 2014
Nuestro comunismo es el comunismo anarquista, sin estado, el del hombre libre.
Piotr Kropotkin
La primavera se olvida del otoño, el patriarca escurridizo se guarda en su baúl, los edictos nacen de la primera persona del singular y nuevos codigos protegen lo viejo, así estamos…. Pero así y todo, el vigor onanista del poder pierde gusto cuando ya no puede aunque quiere, ya ha entrado en tobogán entre vientos violentos que en coletazos de otoño patriarcal, muestran la decadencia prematura del tiempo.
Ya es insostenible el discurso rojillo, porque recrudece la política anti obrera con inequidades e iniquidades: se pretende que la burocracia atrape las utilidades de los trabajadores dejando intacta las utilidades de los empresarios, se anuncia un código laboral que tiene mucho de penal y se promueve liquidar el fondo de cesantía del magisterio (en realidad se quiere liquidar el principio de apoyo mutuo). Ya no es posible la parafernalia de un ideal ético, se ha ahogado en la incoherencia para ser pura exigencia moral del espíritu del poder. Pero se pretende revestir de caridad la mala fe tomando por sorpresa la conducta humana, haciendo que el imperativo categórico de la solidaridad no sea un natural sentimiento de autogeneración fraterna sino una imposición de un estado dizque generoso.
Respondemos: el pensamiento libre sostiene que el apoyo mutuo es un factor biológico y, cuando humanizado, un factor de bondad esencial. El darwinismo social, el fascismo y los totalitarismos centro estatistas creen que la humanidad es una lucha perpetua de todos contra todos, que solo puede ser corregida por una moderna etnología que desde el estado debe someter, domar y disciplinar las conductas amorales.
El ser humano y sus sociedades se fueron deshumanizándose en la medida que fueron desnaturalizándose. En el mundo animal pájaros y peces sobreviven cooperando y nos recuerdan el apoyo mutuo. La solidaridad en las crisis de dolor, en las epidemias y en las catástrofes, notifican que la cooperación humana aun débil continúa. El capitalismo y los totalitarismos también son catastróficos, pero de sus entrañas emerge la solidaridad. En contra del apoyo mutuo han estado siempre. El derecho romano y el hegelianismo crearon las instituciones que pretendieron liquidarlo, sometiendo toda la vida de la población a la autoridad del estado.
Recordemos; fue la clase obrera y el socialismo proletario anarquista y marxista quienes, a mediados del siglo IXX, protegieron la tendencia de los hombres al apoyo mutuo y su necesidad de unión directa. La humanidad es sociabilidad, y el apoyo mutuo se opone al contractualismo estatista tanto liberal como fascista, El paternalismo perverso del estado solo esconde privilegios burocráticos donde se pierde el sentido de la fraternidad.