Troi Alvarado, presidente de la Sociedad de Autores y Compositores del Ecuador (Sayce) habla sobre los puntos conflictivos del borrador del Código orgánico de la economía social del conocimiento e innovación, redactado por Secretaría de Educación Superior, Ciencia, Tecnología e Innovación, y evalúa la efectividad del 1×1.

¿Cuáles son las preocupaciones de la Sociedad de  Autores y Compositores del Ecuador (Sayce) con respecto al  Código Orgánico de la Economía Social del Conocimiento e Innovación?

Lo que hemos venido conversando con quienes hicieron el primer borrador de este Código (la Secretaría de Educación Superior, Ciencia, Tecnología e Innovación) son cuatro puntos que afectan mucho al sistema de derechos de autor en el país. Hace unos cinco o seis años que ha empezado a funcionar bien este sistema, sobre la base de la Ley de Propiedad Intelectual que está vigente.

¿Y cuáles son esos cuatro puntos conflictivos?

El  primer punto, que es el más grave, es aquel que habla sobre el principio de los derechos de autor. Y es preocupante porque este es el que ordena todo el resto del articulado. Este principio dice: “Los derechos de propiedad intelectual constituyen una excepción al dominio público. Su reconocimiento, adquisición, protección, ejercicio y observancia están sujetos al cumplimiento de su función social y al interés público”. Esto, básicamente,  le quita al autor la potestad de ser dueño de sus creaciones.   Si una persona creó una canción, eso le pertenece a ella, a nadie más. Con este código, el Estado sería el que otorgue ese reconocimiento de pertenencia; pero así como lo otorga también lo podría quitar. Por ejemplo, si mañana el Estado determina que la canción A mi lindo Ecuador, de Rubén Barba, es de interés público y cumple una función social, simplemente  podría explotar esa canción y no le pagaría al autor. Incluso no tendría que  pedirle permiso.

¿Cuáles son los otros tres puntos preocupantes?

El segundo punto crítico son las excepciones  y las limitaciones. Ahí hay algunos artículos preocupantes, en especial uno en el que se permite el acceso a las obras a través de Internet, siempre y cuando sea con fines didácticos. Entonces, mañana cualquier persona podría entrar en una página que fue creada con fines didácticos y bajarse las canciones, sin problema. Eso iría en perjuicio del autor. El tercer punto es también uno de los más preocupantes y tiene que ver con las licencias obligatorias. Hay un artículo del código que indica:  “Las obras musicales así como la respectiva letra cuya grabación con la obra musical haya sido autorizada por su titular a una persona determinada, en caso de que los respectivos titulares no sean identificados, o bien se nieguen a autorizar su grabación o interpretación por un tercero, podrán ser objeto de una licencia obligatoria, para realizar la grabación sonora o interpretación de dicha obra musical, con la letra, en su caso, así como su distribución al público”. Eso vulnera el derecho exclusivo de los autores para autorizar o no el uso de sus obras. Y, finalmente, el cuarto punto afecta directamente a la gestión colectiva de las sociedades de artistas: hay un artículo en el que se limita el gasto administrativo al 15%.

¿Cuáles son las propuestas de la Sayce frente al Código?

Hay muchas y, de hecho, las tienen que definir los abogados. Una de ellas es que se saque todo lo que tiene que ver con derechos de autor de este Código o que se modifique la redacción del primer principio. Hemos visto que en el  caso de los derechos de autor el Estado busca beneficiar más a los usuarios que a los artistas. Lo que se debería hacer, entonces,  es tener más incentivos para que los autores se dediquen a crear y no a hacer otras actividades, que es lo que está pasando ahora.

¿Esta propuesta empata o no con el 1×1?

Es rarísimo, porque se choca. Por un lado, el 1×1 incentiva a que haya más producción nacional, pero el nuevo Código no permite producir más. Las licencias obligatorias, por ejemplo, son peligrosas: al final todo el mundo se podría acoger a esta figura y no pagarían derechos de autor.

¿Cuál es su evaluación, hasta ahora, del  cumplimiento del 1×1?

Ha sido muy irregular. Creo que debería haber más control, pero, sobre todo, tendría que haber más compromiso por parte de las radios: que las radios recuerden que los artistas no quieren obligarlas a que pasen sus canciones, sino que la ley indica que debe dárseles esa oportunidad. Deben entender que no están peleando por un espacio, sino que están accediendo a un espacio natural, que es de los artistas.

¿Cómo está funcionando el sistema de regalías?

Cuando entré a Sayce había 800 artistas y autores inscritos. Hasta hace una semana sumamos 1 800.  No estamos al 100% de lo que deberíamos, pero en 2013 recaudamos $3 millones. Lo óptimo sería llegar a los $10 millones. (OMV/Red. HOY)