El pasado 12 de noviembre los depositantes de algunos bancos recibieron un comunicado sorpresivo. Y la sorpresa viene por varios lados cuando declaran, los banqueros, que la razón de su existencia en relación a los depositantes es la de “cuidar sus ahorros”; vaya sorpresa, porque históricamente, si se han preocupado de cuidar nuestros ahorros ha sido en medida de buscar múltiples formas de hacer un buen negocio comprando y vendiendo nuestros ahorros; negocio que no necesariamente ha significado un beneficio para el depositante promedio, ya que ha sido común que paguen tasas pasivas bajas y cobren tasas activas altas que poco han contribuido “colocándolos en proyectos productivos seguros”, porque aún es más fácil conseguir un crédito para consumo suntuario que para producir una hectárea de papas, por ejemplo; y peor cuando afirman que han invertido en “proyectos de vida que tengan una garantía como respaldo sólido”, es decir, un negocio tan bien asegurado que daba miedo a la población tomar un crédito de vivienda, por la rigidez de las garantías y el constante temor de que, si no se pagan dos o tres cuotas, se pierda el bien inmueble hipotecado.
Recordemos que en tiempos de las crisis económicas, la banca se convirtió en, quizás, la mayor propietaria de tierras, terrenos, casas, departamentos, por todo el país.
Siempre fue un buen negocio para ellos las crisis, porque eran de los pocos que tenían dinero para comprar los bienes inmuebles devaluados, o devorarse entre ellos para quedarse con sus clientes. Entonces, la sorpresa continúa cuando dicen que ellos apoyan “los emprendimientos de los ecuatorianos (…) con el propósito de que las personas prosperen y realicen sus sueños”, uno podría quedar convencido de que la banca ha tenido una moral con fines sociales, pero basta revisar la historia para descubrir un mundo con poca ética.
La banca ecuatoriana tradicionalmente ha sido usurera, rentista, poco aportante a la producción -excepto si ha estado vinculada-; sí, gran estimulante del consumo sin control y gran propietaria, hasta hace poco de otro tipo de negocios, como algunos medios de comunicación.
Pero la peor sorpresa está en la siguiente afirmación: “La economía del país camina porque los bancos cuidamos escrupulosamente cada centavo que nuestros clientes nos han confiado”, uno siente que está tratando casi con alguna agrupación de creyentes que tienen por finalidad el bienestar espiritual del hombre, de la naturaleza, etc., menos con un banco, que tiene por finalidad ganar dinero comprando y vendiendo el nuestro, por tanto, su interés está en sacarle el jugo a cada centavo depositado; su centro es el capital y no el ser humano. Esta confusión les hace pensar que su quehacer ha sido “técnico” y no político. ¿Quién se traga esa rueda de molino de que por ellos camina la economía del país? Ni en Suiza, señores.
¿Será que en menos de doce años los banqueros cambiaron su moral mercantilista por una ética social centrada en el hombre?
Comentario propio de los pseudo intelectualoides de Flacso, Postmodernos extremadamente conservadores, cabe acotar que el gobierno Bonapartista de Correa pone a discutir el bono como si eso va a terminar con la pobreza, en la exposición mediática propia de los regímenes fascistas se intenta dejar en el ideario colectivo una ilusión de lucha de clases poniendo a los marginales que reciben el bono versus los banqueros, no hay que dejarse engañar ese bono lo vamos a pagar todos mediante los costos que los bancos integren a sus servicios, la propiedad y la renta de los dueños y gerentes de los bancos, industriales, transnacionales no ha sido topada ni lo será por que el Gobierno es el administrador de los intereses de la vieja oligarquía como la de nuevos ricos, muchos de ellos han acumulado con la obra publica realizada en estos años, adicionalmente la discusión del fomento productivo ha quedado en segundo plano, es preocupante ver como estos escritorsuelos, van tomando espacio en el debate nacional principalmente tomando posiciones militantes a favor del caudillismo del siglo 21 se venden por una columna en diario el TELÉGRAFO.