EL CINISMO: POLÍTICA GUBERNAMENTAL DEL RÉGIMEN DE LA REVOLUCIÓN CIUDADANA
Natalia Sierra *
Una práctica histórica de los grupos de poder político y económico que han gobernado el país, desde su fundación, ha sido utilizar el Estado (Estado de clases) para reproducir su capital en articulación con el capital mundial. En países como el nuestro, la expropiación de la riqueza social ha sido burda, pues al no existir una burguesía nacional constituida, tampoco se ha desarrollado una institucionalidad que legitime, por medio de la ley burguesa, dicho saqueo. En palabras cotidianas, el robo grosero a gran escala ha sido la práctica de los distintos gobiernos que se han sucedido a lo largo de la historia de este país; unos tratando de disimular el saqueo tras un leve fortalecimiento institucional y otros de forma abierta.
Con el levantamiento popular que derrocó a Lucio Gutiérrez, el pueblo ecuatoriano, al igual que en otros momentos de nuestra historia, pensemos en la “Gloriosa”, indignado de tanta explotación y saqueo obsceno alzó su voz y su cuerpo para decir ¡Basta!. El levantamiento del 2005 expresó la ira de un pueblo que no soportaba más la desfachatez de los atracadores que estaban acabando con la riqueza social. La cólera popular que se alza contra la injusticia y desvergüenza, no es solo legítima, sino necesaria; necesaria para parar la obscenidad del poder y necesaria como inherente a la dignidad humana. La ira es la manifestación de la indignación de un pueblo cuando su dignidad se ve ultrajada. De esta ira popular está cualificada la historia humana, así lo hemos visto recientemente en el mundo árabe.
El proyecto “Correa” tuvo acogida en la esperanza del pueblo ecuatoriano principalmente porque prometió castigar, con todo el peso de la resistencia popular, a los saqueadores herederos de todas las generaciones de atracadores que ha padecido el país. Se creyó en su promesa de parar y castigar el robo descarado, y se creyó porque apeló a la justicia histórica y a la ética revolucionaria.
Era necesario sospechar cuando pocos meses después de haber asumido el gobierno, Alianza País dio signos claros de su intención de reencauchar la fallida institucionalidad estatal ecuatoriana. El restablecimiento de la institucionalidad burguesa, que nunca existió, mostraba con claridad que no había intención de abrir un proceso cierto de cambio en las relaciones políticas, dirigido a la construcción de otra institucionalidad. Una institucionalidad distinta que exprese un nuevo pacto social que de respuesta a la demanda popular. Había que sospechar que el “discurso revolucionario” usado por la mayoría de dirigentes de A.P. era solo una retórica insubstancial que buscaba vaciar el discurso de la izquierda revolucionaria, despojándolo de su contenido político y ético.
Cinco años han pasado del reacomodo que Alianza País hizo de la fallida institucionalidad burguesa, incluso se elaboró una nueva Constitución que parece ya no servir. Cinco años y el reencauche ya es obsoleto, la institución estatal que aún no termina de levantarse ya esta pudriéndose nuevamente.
Desde hace aproximadamente dos años, casi al mismo tiempo de la aprobación de la Constitución del 2008 los escándalos de corrupción en el gobierno no han parado, solo para mirar:
Caso del ex Ministro de Deportes y su asesor Fernando Moreno “el come cheques”.
Las furgonetas convertidas en ambulancias, Caso de la ex ministra Caroline Chang.
Caso Plan relámpago de vialidad, ex ministro Jorge Marún.
Los Contratos millonario con el Estado hechos por Fabricio Correa.
La muerte de Natalia Eme, hecho que no ha sido esclarecido ni sancionado por afectar a la máxima autoridad de la Fiscalía General.
El escándalo por el dinero entregado por la Cervecería Nacional a la Corte Constitucional.
Los contratos publicitarios de Radio La Luna.
El contrato del Aeropuerto de Quito.
Todos los contratos que se hacen en las “emergencias” en salud, petróleo, electricidad, vialidad.
Esto solo para poner algunos ejemplos de los presuntos casos de corrupción donde están involucrados funcionarios del Estado articulados al proyecto de Alianza País.
En cuanto al funcionamiento de las instituciones del Estado, la supuesta autonomía de poderes, garante de la democracia, es un chiste mal hecho. Es claro que la autonomía de poderes nunca ha existido en este país, los grupos de poder que se han sucedido en la administración política del Estado han manejado los asuntos públicos desde sus intereses económicos, eso no ha cambiado. Quizá, lo distinto del momento político actual sea la promesa hecha por la Revolución Ciudadana, que ofrecía respetar este principio de la teoría política burguesa e institucionalizar el Estado; más aún, se supone que la Constitución del 2008 garantizaba la autonomía del poder judicial que siempre estuvo en manos de los grupos de poder económico. Otra tomadura de pelo, que sin embargo sincera la política de este país.
El ejecutivo controla todos los poderes incluso el quinto poder ciudadano, inventado por la Constitución del 2008, poder ciudadano que hace lo que dice el ciudadano presidente. La Asamblea Legislativa sigue siendo el circo como antes fue el Congreso Nacional, con una mayoría más fiel al ejecutivo que no es capaz de decir no al “jefe”, y con una oposición que juega al sainete democrático.
Cinismo Gubernamental
Estos nuevos procesos políticos parecen caracterizarse por su rasgo cínico, es posible que esa sea la
exigencia a los gobiernos en la nueva rearticulación del capitalismo mundial. Los escándalos de corrupción que a diario se exhiben en los medios de comunicación, incluidos los medios que maneja el gobierno, son expuestos de la forma más insolente, ante un público que va aprendiendo a aceptarlos como algo normal, e incluso cómico. Imágenes que son similares a las que se muestran en programas de Talk Show como “Laura en América” donde la presentadora hace pasar al personaje para que éste exponga ante el público sus problemas íntimos, convertidos en espectáculos para la distracción de un observador que mira con absoluta normalidad y aceptación las tragedias humanas. Así mismo, la población observa desde la distancia de su casa con absoluta normalidad y aceptación los escándalos de corrupción de los funcionarios del gobierno. Tal como el público espera cada día la nueva tragedia personal en los Talk Show, así la población espera el nuevo espectáculo de corrupción, convertidos en un espectáculo cómico y cotidiano.
¿Como es que se llegó a esto? El poder gubernamental es cínico, característica que responde a la nueva lógica de gobernanza que se está implementando. Ya no es necesario ocultar la ilegalidad de las decisiones gubernamentales, no es necesario encubrir el carácter particular del poder, distorsionar los negocios bajo la mesa, los contratos millonarios, las coimas, el peculado, el tráfico de influencia, el enriquecimiento ilícito de los altos funcionarios de Estado. etc.
El gobierno que, los mal llamados proyectos progresistas, está construyendo es claramente lo que podría llamarse un sujeto cínico. Sus dirigentes saben perfectamente la distancia que existe entre su proyecto político y un proyecto político de izquierda, y aún así insisten en su mentira, en su máscara. Saben perfectamente de los negociados que hacen para beneficio de ciertos grupos de poder y para beneficio personal, y saben que todo el mundo sabe, y aún así se mantienen en su máscara de honestidad. En definitiva “ellos saben muy bien porque lo hacen, pero aún así, lo hacen” (Zizek, 199: 57)
El cinismo gubernamental es abiertamente intencional, reconoce el interés particular que hay detrás del discurso por el bien común, es decir, reconoce la vacuidad del discurso revolucionario que utiliza para engañar a la población, con lo cual logra de alguna manera contener el malestar social. Este cinismo gubernamental: “…no es una posición directa de inmoralidad, es antes bien la moralidad misma puesta al servicio de la inmoralidad.” (Ibíd: 57)
En este modelo de gobierno la verdad es la forma más efectiva de la mentira, de hecho el gobierno tiene una Secretaría de Transparencia, creada para investigar y denunciar los casos de corrupción dentro de la función estatal, el mismo gobierno propuso, por ejemplo, la creación de la veeduría para investigar el caso de Fabricio Correa, y cuando ésta llegó a la conclusión obvia, simplemente la veeduría “no tenía” legitimidad. La lógica del cinismo gubernamental ya no es construir una mentira que sea tomada como verdad, no importa que la mentira sea tomada seriamente, pues ni los autores de ella creen en ella, o acaso el gobierno cree en la Secretaría de Transparencia o en la veeduría que inventa, cuando se sabe que la Asamblea Legislativa no fiscaliza, cuando se sabe que la Fiscalía General no hace su trabajo, etc.
Ahora el presidente inicia un juicio a los dos periodistas que escribieron el libro “El Gran Hermano” que trata sobre los millonarios contratos que el hermano del presidente tenía con el Estado. Mientras el hecho ilegal de los contratos queda sin sanción, se enjuicia a los periodistas que lo denunciaron, hecho insólito que simplemente se suma a todos los demás hechos insólitos que convertidos en escándalos mediatos pasan, paradójicamente, como hechos “normales”.
La lógica cínica del gobierno, por un lado, naturaliza el abuso del poder, lo vuelve cotidiano y normal, y, por otro lado, mantiene a la población embriagada con el escándalo mediático, con lo cual sostiene la indignación que todo abuso del poder debe generar en los afectados.
Frente a esta lógica gubernamental no queda otro camino que negarse radicalmente a la demanda del poder, no queda más que decir NO.
Referencias
Zizek, Slavoj, El sublime Objeto de la Ideología, Siglo XXI editores, México, 1992.
*Socióloga, Catedrática, Universidad Católica de Quito
Me parece interesante lo que se analiza en este artículo. a es hora de decir en verdad lo que pasa en nuestro país. Este país de engaños, de manipulaciones fascistoides, de insultos del “malcriado” de Presidente que tenemos. Gracias por pensar asi ya es hora de unirnos los que pensamos diferente y mejor.