09 de agosto 2016
“Trabajad, trabajad, proletarios, para aumentar la fortuna social y vuestras miserias individuales; trabajad, trabajad para que, haciéndoos cada vez más pobres, tengáis más razón de trabajar y de ser miserables. Tal es la ley inexorable de la producción capitalista”
Le droit à la paresse obra del hijo político de C. Marx, Paul Lafargue, es la antípoda de lo que ocurre revolucionariamente en nuestro medio. Se ha desechado la conquista de las 8 horas de trabajo diario, la jornada llega hasta las 14 horas y se encubre la sobre explotación como forma de sobrevivencia de los trabajadores. Los proletarios festejan el pago de horas extras, al no concientizarse del hurto y la sobre explotación. En el sector público se provocan desplazamientos masivos (miles de empleados de tropa se desplazan hasta seis horas al día para cumplir nueve horas más, y no se considera la hora del lunch como parte de la jornada, aunque nadie come en más de 15 minutos). Los sindicatos han logrado en muchos países que se considere las horas de desplazamiento y comida como parte de la jornada laboral. La agobiante revolución ciudadana, hace lo contrario ¡que belleza¡
El tiempo de trabajo socialmente necesario para la producción de bienes y generación de plusvalía se ha recortado por la maximización productiva y el uso de tecnologías, pero esto no ha provocado la reducción del tiempo de labor. La imposición del capital o el estado, extendiendo el jornal, extrae mayor margen de utilidad y plusvalía.
La crítica marxista al capitalismo y el juicio al carácter enajenante del trabajo, no expresan amor al trabajo sino la exaltación al ocio. No es pues, como se lo pretende, el derecho al trabajo sino al descanso y al tiempo libre donde se tiene que evidenciar la emancipación del trabajo.
La realización humana es personal y al mismo tiempo solidaria; nadie en sana condición es feliz fuera de lo que ama y el capitalismo o el socialismo hiperdesarrollista expulsan a los trabajadores de sus centros de afectividad. El trabajo, más que derecho, es una necesidad de obligación limitada que nunca debería ser extenuante. Solo la ampliación del tiempo libre hará posible la liberación del trabajo y del trabajador. Así la humanidad verá la consagración de la vida, en proyección a la contemplación, el arte y la satisfacción de las necesidades espirituales. Trabajar menos y ganar más, es una consigna libertaria.
El Derecho a la Pereza debe ser incorporada a la agenda de la clase trabajadora y debe ser parte de la reivindicación patrimonial universal de la humanidad. La liberación de la esclavitud del trabajo es romper los eslabones del burgués y del burócrata que dominan en los tiempos y los espacios. Es desprenderse de la rutina gobernante de la maquina o la oficina que somete brutalmente el tiempo creativo.
El trabajo, una imposición del estado y sus dueños; feudales, capitalistas o burócratas, será cuando alcancemos la libertad, un mínimo esfuerzo respetuoso del entorno; nunca será generador de basura o bienes programablemente perecibles. La clase obrera es la única que puede ser portadora de la plataforma del derecho a la pereza y el ocio con agenda libertaria. En el ocio se verá la más alta expresión de creatividad libre y no enajenada; la existencia y sus lúdicos acordes estarán a tono con los instintos de la naturaleza y sus sensibilidades,
El mundo burgués y el modelo chino estatista, están provocando un excedente perverso de producción de basura que no solo contamina el planeta, sino que somete a la sociedad a una lógica estúpida de consumo. Los ciudadanos producen 14 horas y llegan a sus casas para sacar la basura que compraron el día anterior, cuando también produjeron para comprar basura. En ese tiempo le restaron espacio al arte, la cultura y la ternura, se nos fue la vida.
Los templos de la esclavitud son mercados decorados con desperdicios descomunales, que hay que derribar. Al reducir las jornadas laborales a 6 horas como máximo y mejorar el poder adquisitivo de la clase trabajadora, la dinamización económica sería suficiente y la producción de bienes de arte no perecibles, realidades posibles. El tiempo libre generaría además, producción artesanal doméstica en un ámbito afectivo familiar cooperativo.
La sociedad industrial de consumo es aburrida y tan insensible que propicia la socialización de la disfunción eréctil y la anorgasmia, ¡ Falta el tiempo y el espacio para tales delicias¡. Sociedad Conservadora y clerical, hipócrita y farisea, le apesta el hedonismo y es hedionda, es de la cultura clerical, quiere recuperar con toda su fuerza la enseñanza medieval de que el hombre que está aquí para sufrir, considerando el disfrute como subversivo y satánico
Los libertarios, paganos confesos que glorificamos carne y pasiones, nos oponemos a la conducta neo conservadora disfrazada, que anatemiza la carne del trabajador, que juega con sus necesidades, suprime sus placeres y quiere condenarlo al rol de máquina que produce trabajo sin tregua ni piedad.
El combate está por librarse, los trabajadores deben declarar su pasión por el descanso, demostrar que es posible trabajar menos y ganar más, embestir contra la moral y las teorías sociales del capitalismo y proclamar que no es verdad que la vida es un valle de lágrimas.
¡Vaya! Después de tanta ironía no tuve más remedio que quedarme pensando “¡Qué vagos que hemos sido los proletarios!, vagos y explotadores, porque después de tanto derecho al descanso, todavía hemos de querer que nos paguen completo y cumplido ¡Qué falta de desconsideración! ¿Es que no se han dado cuenta que los pobresitos empresarios se las tienen que ver todos los días y a toda hora con eso de contar la plata, que es un ejercicio físico y mental lleno de angustias, pues que tal si por ahí alguien le ha logrado escamotear algún dolaraso?!
No, no y no, a partir de hoy tengo que prometerme no pensar jamás en reducir la jornada de trabajo y mucho menos en ese chiste de mal gusto de pedir aumento de sueldo!!!!