20 junio 2014
Luego de siete años de un discurso histriónico en contra del “imperio”, la “revolución ciudadana” va a tener que recoger las palabras y engullirse inclinando la cabeza, porque a la “hora del te”, ha tenido que volver al “imperio” para que le salven las arcas fiscales después de tanto gasto dispendioso. Como dice la sabiduría popular, regresan con el “rabo entre las piernas”: un claro ejemplo de que el mundo da la vuelta, y como lo pone el dicho, en este mundo jamás hay que decir, “de esta agua no he de beber”.
Pero lo cierto es que nuevamente los que manejan las finanzas públicas en el Ecuador han tenido que recurrir al Banco Mundial (BM), al Banco Interamericano de Desarrollo (BID), al Goldman Sachs, al Wall Street y al Fondo Monetario Internacional (FMI) para salvar los muebles de las arcas fiscales[1] (cuyo déficit presupuestario de este año se dice que es de USD 4.900 millones). Solo hace falta esperar unas pocas semanas para saber en qué condiciones se han pactado estos nuevos compromisos financieros con el “imperio” de occidente, tal como lo han hecho con el “imperio” de China, pero seguramente en esta ocasión ya no será por el lado del petróleo (porque lo que existe ya está comprometido con el dragón asiático), sino en otros ámbitos, que a lo mejor comprenden incremento de impuestos, racionalización de subsidios, menos ingresos para los gobiernos locales, menos presupuesto para las políticas sociales, menos gasto dispendioso, etc.
Pero al margen de estos hechos, el escenario actual nos presenta la siguiente realidad en el manejo de las finanzas públicas:
1) En primer lugar, el “milagro ecuatoriano” no existe, tal como lo presentan sus inventores desde la fantasía de la alta burocracia estatal, porque sus actores de circunstancia se han olvidado de su pasado inmediato, de la época en que la “vaca fue ternera”.
2) En segundo lugar, los nuevos préstamos adquiridos con los organismos financieros internacionales significan un nuevo endeudamiento público, cuyo saldo seguramente estará bordeando actualmente los USD 25.000 millones.
3) En tercer lugar, el nuevo endeudamiento público se da paradójicamente en una época de altos precios del barril del petróleo, cuyos ingresos por las exportaciones de petróleo fueron de USD 71.163 millones en el período 2007-2013, mientras que en el período 1972-2006 fueron de USD 53.287 millones. En el período actual (2007-2013), el precio promedio del barril del petróleo fue de USD 79.72 y en el anterior fue de USD 48.64 (1972-2013); esto significa, que en siete años se incrementaron las exportaciones petroleras en un 33.55% con relación a lo que recibieron los gobiernos anteriores en treinta y cuatro años (Fuente: Realidad Petrolera, Luis Alberto Aráuz y Alberto Segovia Chica).
Con todo esto, finalmente cabe preguntar ¿con este nuevo endeudamiento público será posible sostener la dolarización en el mediano y largo plazo? ¿Será por esto, que en el acto de posesión del 14 de mayo de 2014, el Alcalde de Guayaquil dijo que defenderá la dolarización?
* Analista de temas petroleros
Un lúgubre escenario que se presenta constante al estar, el destino social supeditado a la voluntad y capacidad de contados personajes, cuando lo lógico, sensato y hasta la naturaleza determina que eso relevante debería sustentarse en el talento colectivo, en todas y todos.
El trabajo colectivo es lo que financia todo lo público, esfuerzo que es administrado por ajenos, por gente que no se lo ha ganado con su esfuerzo, por lo tanto ¡ viva la fiesta ! con el dinero público pero lo peor de todo de este asunto es que el pueblo no practica con su voluntad ni su capacidad y eso, desde el punto de vista que se lo mire es nefasto, es fatal para los intereses y necesidades sociales.
Aquí, allá o allá, en todo país, basta revisar los efectos expresados en los indicadores sociales. Tremendo talento humano y social desperdiciado como si nada sucediera. Sistema de organización social que merece revisión, ajustes, cambios, sería por la parte perjudicada, los pueblos.