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martes, noviembre 5, 2024

EL PORQUÉ DE LA “MALA PUNTERÍA” DE EE.UU. CONTRA EL ESTADO ISLÁMICO. Por Juanlu González

biTs Rojiverdes

01 de Diciembre 2015

Como todas las guerras modernas, la guerra contra el terrorismo en Siria, además de dirimirse en el campo de batalla, tiene una vertiente mediática fundamental y no cabe duda de que, en estos momentos, Estados Unidos la está perdiendo en todos los escenarios. Las numerosas críticas que ha recibido la coalición internacional, tras más de un año de bombardeos, se fundamentan en que, a pesar del enorme despliegue realizado y del elevado número de socios implicados, no ha cumplido ni de lejos sus objetivos; al contrario, Daesh ha invadido nuevos territorios en Siria e Irak bajo el fuego aliado. Aprovechando tal fracaso, desde sectores contrainformativos libres y antagonistas se ha denunciado hasta la saciedad que buena parte de los componentes de la coalición norteamericana han coqueteado con el terrorismo, lo han justificado, armado, financiado e incluso entrenado, empezando por el mismo Estados Unidos y terminando por Turquía, sin dejar atrás otros como Arabia Saudí y Qatar.¿Cuánto de razón hay en esas críticas? ¿Por qué tras miles de bombardeos, el poder del Daesh no decae sino que aumenta? Obviamente, tenemos muchas sospechas y algunas certezas, pero para no dejar ningún cabo suelto, lo mejor es acudir a fuentes internas y directas de la coalición e interpretarlas debidamente.

Justo en estos días, cuando se iniciaba en París la Cumbre del Clima, se dio a conocer la noticia de que EE.UU. no había bombardeado antes los pozos de petróleo controlados por el Estado Islámico debido, entre otras supuestas razones, a preocupaciones medioambientales. ¡Qué bonito! Las declaraciones parten de Michael Morell, ex director de la CIA, a una cadena de televisión norteamericana, de la que se han hecho eco medios como el Washington Times y que ha reproducido RT para su audiencia en castellano. El gesto sería muy creíble y loable si EE.UU. fuera un país ampliamente comprometido con la defensa del medio ambiente, pero siendo el segundo más contaminante del planeta y sin haberse comprometido jamás a reducir su carga de polución nociva a la Biosfera, suena más bien a excusa que a otra cosa.

Llueve sobre mojado, por eso puede ponerse en duda el sobrevenido ecologismo del antiguo jefe de la CIA. Precisamente, uno de los acuerdos del último G20 celebrado en Turquía, fue impulsar la colaboración internacional para cortar de una vez por todas las fuentes de financiación del yihadismo. Atendiendo a este compromiso, Estados Unidos no tuvo más remedio que emplearse a fondo, por una vez, contra una caravana de cisternas que transportaban hidrocarburos hacia Turquía para mayor gloria de la familia de su presidente. Los medios occidentales se encargaron de magnificar el hecho, quizá porque era una situación novedosa, ya que a la prensa libre, nunca le interesó resaltar los lazos de Turquía con el tráfico terrorista de petróleo desde Siria e Irak. Pero esta vez si fue así, quizá para demostrar el recién adquirido compromiso contra el terrorismo, quizá para ponerse a la altura de Rusia en efectividad contra el terror, el caso es que todos pudimos enterarnos de la hazaña bélica norteamericana.

Sin embargo, la operación tuvo también su aquel. El Pentágono decidió avisar con 45 minutos de antelación a los traficantes de crudo del ISIS de que iban a ser bombardeados. Lo hicieron mediante una serie de vuelos rasantes sobre las caravanas y a través del lanzamiento de pasquines, dándoles tiempo a quitarse de en medio o a salvar alguna carga valiosa. Como dijo un analista «es lo menos que puede hacerse por un viejo socio». Los detalles concretos pueden verse en la página web del Departamento de Defensa de EEUU, en la que se transcribe una rueda de prensa dada por un portavoz del Pentágono, el coronel Steve Warren. Si calculamos cuántos kilómetros pueden recorrerse en 45 minutos a una velocidad media de 60 km a la hora, podemos dudar de la efectividad de aquellos ataques norteamericanos y sopesar cuántas decenas de miles de dólares han podido quedarse en los bolsillos del Daesh, gracias al supuesto buenismo de un ejército que no duda en matar a centenares de personas inocentes al año mediante su política de asesinatos selectivos a través del uso de drones, o que facilita armas para el asesinato de decenas de miles de personas al año a los regímenes más belicosos y criminales del mundo.

Pero no se vayan todavía, aún hay más. El New York Times publicó que personal de inteligencia norteamericano les filtró que, a pesar de que tenían controlados todos los centros de mando del Estado Islámico en la ciudad de Raqqa —la que ellos consideran su capital— no los habían bombardeado por temor a posibles daños colaterales. Teniendo en cuenta la existencia en los arsenales de «bombas inteligentes» y la precisión milimétrica con la que son capaces de efectuar los ataques, sorprende la nueva delicadeza de los militares de Estados Unidos, acostumbrados, por ejemplo, a la práctica legalizada de la tortura y a cometer todo tipo de atrocidades.

Comandantes iraquíes y oficiales norteamericanos coinciden en señalar al NYT, que la razón de la expansión de los terroristas durante los bombardeos de la coalición liderada por EEUU, era la extrema «prudencia» de sus ataques aéreos, que fueron tildados de «ineficientes» por responsables militares de Iraq en las provincias del norte del país. Sus cautelas permiten los movimientos de tropas de una ciudad a otra o incluso de un país a otro —denunciaban varios oficiales— por lo que las interferencias en los planes del Daesh por parte del ejército de los USA han sido prácticamente nulas.

El diagnóstico parece claro, todos coinciden en el análisis de los hechos. ¿Por qué si reconocen la razón del fracaso de su estrategia, siguen hoy cometiendo los mismos «errores»? ¿están realmente comprometidos con la derrota del Estado Islámico o es sólo una pose? ¿Los motivos aducidos para no bombardear son algo más que excusas para justificar su fracaso?

Un piloto de combate norteamericano, citado por el mismo periódico, se lamentaba de que no les dejaban atacar los centros de mando del Daesh en Raqqa y todas las carreteras entre Irak y Siria por donde fluyen libremente las caravanas de vehículos.

Los militares iraquíes, igualmente, se quejan de que la coalición se niega sistemáticamente a atacar a los convoyes del ISIS que ellos señalaban. Cuando, excepcionalmente, se han llegado a aprobar las acciones ofensivas solicitadas, las autorizaciones habían tardado tanto en emitirse que —afirman— que ya no quedaba nada que bombardear. Días atrás, altos representantes del Parlamento iraquí, aseguraron a Ria Novosti que EE.UU. se niega a atacar a los camiones del Estado Islámico que transportan petróleo iraquí y sirio hacia Turquía, porque son considerados “objetivos civiles”.

La carencia de inteligencia sobre el terreno podría ser aducida en Siria para justificar tanta ineficacia, pues carecen de tropas in situ que puedan señalar o alumbrar objetivos, cosa que reconocieron tras el estrepitoso fracaso de los programas de entrenamiento de «rebeldes moderados». Pero cuando sucede exactamente lo mismo en Irak, donde existe cierta coordinación con el ejército del país, es del todo imposible atribuir buena disposición a las acciones de bombardeo de la coalición o excusar los fracasos como simples errores.

La intervención rusa desnudó, finalmente, al emperador ante toda la opinión pública mundial. Por eso en la corte se han puesto todos tan sumamente nerviosos. Su estrategia de «cuanto peor, mejor» se demostró como una pantomima. La situación de fortalecimiento permanente del Daesh se podía revertir con un poco de determinación y todos han podido comprobarlo en unas pocas semanas. Y claro, ahora no quieren que Rusia, miembro nato del eje del mal, vaya a ser quien derrote al terrorismo yihadista en solitario. Por eso pretenden, con Francia a la cabeza, reflotar su inútil coalición y redoblar los ataques ciegos sobre Siria, combinándolos con algún tipo de intervención sobre el terreno, ya sea pública o encubierta. Parece, al fin, que quieren de dejar de bombardear «flojito», aunque lo que muchos pensamos es que detrás de ese cambio de actitud se esconden las intenciones primigenias de derrocar al gobierno del país.

Sin embargo, una intervención a gran escala sin la anuencia rusa es algo que se torna como algo bien complicado a tenor del despliegue ya efectuado sobre el teatro de operaciones. Y sin la colaboración de las tropas de Hezbollah o del Ejército Árabe Sirio los bombardeos van a ser tan inútiles como lo han sido hasta la fecha. No cabe duda de que el eje de EEUU se encuentra en una complicada situación, de imprevisible desenlace, en la que se ha metido por su denodado afán de reformar unilateralmente y a su antojo, las fronteras de Oriente Medio, pesase a quien pesase.

Fuente: http://www.bitsrojiverdes.org/wordpress/?p=12793

Blog del autor: http://www.bitsrojiverdes.org/wordpress/?p=12793

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