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domingo, diciembre 22, 2024

EN PALESTINA: VIDA Y LIBERACIÓN. Por Napoleón Saltos Galarza

The problem of the liberation of Palestine relates to three circles: the Palestinian, the Arab and the Islamic.

HAMAS[1]

 

20 agosto 2014

 

LA INTERPRETACIONES

Hay diversas interpretaciones sobre el conflicto palestino-israelita. Del lado del poder el argumento central es el derecho de Israel a defenderse de los ataques “terroristas” de Hamas. Para difundir este sentido, Israel ha denominado a la actual operación “Muro Protector”.

El centro es el llamado de los gobiernos de Estados Unidos o de Europa o de la ONU a la paz, para lo cual Hamas y el pueblo palestino deben renunciar a la violencia:

Los palestinos deben abandonar la violencia. La resistencia mediante la violencia y el asesinato es una equivocación y no conseguirá triunfar. Durante siglos, el pueblo negro de EEUU sufrió el azote de la esclavitud y la humillación de la segregación. Pero no fue a través de la violencia como consiguió igualdad y plenitud de derechos… Lo mismo puede decirse de los pueblos desde Sudáfrica a Asia del Sur; de Europa del Este a Indonesia. Es una historia con una verdad simple: que la violencia es un callejón sin salida”. [2]

El esquema es simple, sigue el patrón de la lucha contra el terrorismo, aunque se puede lamentar los daños colaterales, la muerte de civiles o el ataque a hospitales, escuelas, centros de refugio de la ONU. En nombre de la lucha contra el terrorismo y de la defensa de la “seguridad” se legitima cualquier acción del Estado judío: el monopolio de la violencia legitimada convertido en razón de Estado.

Aunque la primera víctima de la violencia es la legitimación, pues se requiere un aparato descomunal de propaganda para producir la legitimación por vaciamiento de sentidos y entrar por la puerta de atrás con el arma en la mano y ser aplaudido por la audiencia.

Del otro lado, la mayoría de las solidaridades no ha pasado del plano humano: el rostro dolorido de las víctimas, sobre todo civiles y niños. Y efectivamente nos conmueve el nuevo holocausto. Y entonces surge el lado irracional del ataque israelí, como algo que se sale de los límites del propio sistema.

Con ello hasta figuras reaccionarias como la de Vargas Llosa puede expresar su indignación ante el “salvajismo en Gaza”, aunque se trata de excesos y errores del régimen israelita en la defensa de la “seguridad nacional” ante el “terrorismo de Hamas.”[3]

Pero no es suficiente: hay que buscar la “racionalidad” de esos actos. Vuelve la pregunta angustiosa de los frankfurtianos: ¿el fascismo es una excrecencia de Occidente, del capital, o es un proceso necesario? Vuelve la pregunta angustiosa de Hanna Arendt:[4] ¿Cómo un pueblo, o más bien gente con alta cultura, como el pueblo alemán, pudo dar paso a la irracionalidad del nazismo?

Y quizás, para encontrar la “racionalidad” hay que partir de las respuestas de estas dos búsquedas: también el sionismo es una expresión necesaria de la racionalidad instrumental del capital, que convierte al otro no sólo en enemigo, sino en objeto desechable. El genocidio es la fase final de la concesión progresiva a todos los actos de Israel: la estrategia del mal menor, basada en la banalidad del mal, termina por conceder el paso a toda forma de exterminio, ahora en nombre de la seguridad del pueblo de Israel. Con ello queda borrada la historia, la memoria.

Hay algunas diferencias claves: se trata del exterminio de un pueblo que defiende su territorio. Estamos ante la última guerra de liberación nacional: Palestina lucha, bajo la dirección de Hamas y Fatah, por su propio Estado independiente. Y allí no podemos olvidar la historia de estas luchas, la violencia libertaria de los pueblos ante el colonialismo o el neocolonialismo. Las guerras por la independencia son reconocidas y veneradas, ya se trate de la independencia norteamericana ante el colonialismo británico; o de la independencia de América Latina ante el colonialismo español, o de la independencia de Angola ante el colonialismo francés. Allí está la razón de esta “operación”: el heroísmo de una lucha desigual que no acepta una paz que implica la continuidad del dominio neocolonial, la negación del Estado Palestino, el bloqueo que convierte en prisión al territorio de Gaza y Cisjordania.

El nazismo atacó al pueblo judío inscrito dentro del territorio del Estado Alemán y creó los campos de concentración y de exterminio de 6 millones de personas; convirtió la cuestión judía en la razón de la cohesión del Estado fascista. Hoy se “repite” la historia en un escalón superior: el sionismo ha convertido a Gaza, un territorio de 360 kilómetros cuadrados y 1.5 millones de habitantes, en un campo de concentración a cielo abierto, ha encerrado al Pueblo Palestino en su propio territorio y pretende arrojarlo al mar para apoderarse del mismo. La historia del Estado judío, desde su fundación, ha sido la expansión territorial, a costa sobre todo del Pueblo Palestino. No ha habido un día de paz.

Pero no se trata de la lucha de liberación sólo ante el poder israelí, sino ante el poder imperial norteamericano, que cuenta con el apoyo de los gobiernos imperialistas de la Unión Europea. El sostén directo de Israel es el poder norteamericano; sin la alianza y la complicidad de Estados Unidos no podría subsistir. La condena al genocidio palestino implica responsabilizar de los crímenes de lesa humanidad no sólo al sionismo, sino también a los gobiernos imperialistas de Estados Unidos y Europa.

A la vez que es la última guerra de liberación nacional, las luchas del Pueblo Palestino es también el eslabón decisivo en la solución del conflicto de Medio Oriente.

Fatah y Hamas son dos vertientes de las fuerzas de liberación de Palestina. Fatah tiene un carácter más nacionalista y laico. Hamas representa una vertiente que viene desde la identidad del islam político de la rama sunita, surgido a raíz de la Primera Intifada. Además hay que reconocer la presencia de otras fuerzas que covergen en la lucha de liberación de Palestina, como las Fuerzas Palestinas de Liberación (FPL), en sus distintas vertientes.

RELIGION Y POLÍTICA

La cuestión más complicada para nosotros, ubicados en la tradición laica-liberal de Occidente, es la relación entre religión y política. Hamas en su programa plantea:

“The problem of the liberation of Palestine relates to three circles: the Palestinian, the Arab and the Islamic. Each one of these circles has a role to play in the struggle against Zionism and it has duties to fulfill. It would be an enormous mistake and an abysmal act of ignorance to disregard anyone of these circles.”[5]

Hamas no es una corriente fudamentalista; aunque coloca al Islam como la base del Estado Palestino:

“Hamas is a humane movement, which cares for human rights and is committed to the tolerance inherent in Islam as regards attitudes towards other religions. It is only hostile to those who are hostile towards it, or stand in its way in order to disturb its moves or to frustrate its efforts. Under the shadow of Islam it is possible for the members of the three religions: Islam, Christianity and Judaism to coexist in safety and security. Safety and security can only prevail under the shadow of Islam, and recent and ancient history is the best witness to that effect.”[6]

En cierto sentido la vinculación del problema palestino con la cuestión árabe e islamita es la forma que ha adoptado la lucha por la liberación y la integración de la Región; una especie de covalencia con nuestro imaginario de América Latina. Aunque hay una mayor complejidad en que los diversos niveles de lucha se cruzan con alineamientos y rivalidades entre Estados, religiones y pueblos.

Pero el hecho religioso no está sólo del lado del Islam. Israel se ha convertido en un Estado religioso-militar: la base de su identidad está en los Libros Sagrados que le consagran como “el pueblo elegido”.

Incluso desde el liberalismo político, en el plano religioso-político no hay posibilidad de acuerdos, allí hay la tendencia a polarizaciones amigo-enemigo, pues se trata de un campo de ética de máximos, relacionados con las formas y concepciones de la vida y del mundo.[7] La posibilidad está en traslape a los acuerdos políticos, a una ética de mínimos, que nos permita no sólo a judíos y palestinos, sino también a los otros poderes en juego, y a nosotros mismos, descubrir los campos de acuerdo y de salidas en paz. El mínimo es la defensa de la vida de todos/as, israelitas y palestinos, y la defensa del derecho de liberación de los pueblos.

LA SOLIDARIDAD

La solidaridad con el Pueblo Palestino implica no sólo el apoyo humanitario ante el genocidio del que es víctima; sino también el reconocimiento del derecho del Pueblo Palestino, de su Partido y de su Ejército, a la lucha por su liberación. En realidad el hecho que desató la nueva ofensiva israelí fue la unidad entre las dos fuerzas principales, Hamas y Fatah. A pesar de la desigualdad de medios tecnológicos, Palestina resiste y ha creado una situación favorable en la opinión mundial.

El “Muro Protector” empieza a derruirse ante la resistencia del Pueblo Palestino, que ya ha obtenido una victoria diplomática a nivel mundial. La lucha decisiva ha tenido que realizarla el pueblo palestino de Gaza. El sacrificio es doloroso: dos mil víctimas mortales, 10 mil heridos y mutilados, la destrucción del 60% de la infraestructura productiva y urbana, hasta el momento. Pero se abre la perspectiva de una lucha similar a la de la condena al Apartheid en Sud África, aunque en un nivel más complicado.[8] No es una condena al pueblo judío, sino al sionismo.

La solidaridad mundial, más allá de las condolencias, es un factor estratégico para el resultado final de la paz y la liberación. La solidaridad puede adoptar diversas formas. Desde los Estados no sólo la ruptura de relaciones diplomáticas, como lo han hecho Bolivia y Venezuela, sino un acuerdo regional para el impulso de un boicot integral, empezando por la ruptura de relaciones militares y económicas. Al menos debería empezarse por eliminar toda compra de armamentos de Israel, que es uno de los soportes de su economía. Hasta ahora las actitudes han sido limitadas y ambiguas, con llamados o retiros de los embajadores, como en el caso del Ecuador. Todavía pesa el influjo de los poderes sionistas, económicos, políticos y militares.

Por ello la batalla principal está en la movilización de los pueblos, para ganar la conciencia mundial de la justicia de las luchas del Pueblo Palestino, para exigir a los gobiernos una posición más definida, para impulsar campañas de boicot económico a las compañías vinculadas al guerrerismo sionista.

 

[1] Selected documents regarding Palestines, http://www.thejerusalemfund.org/www.thejerusalemfund.org/carryover/documents/charter.html?chocaid=397, consulta agosto 2014.

[2] OBAMA Barack, Discurso en la Universidad de El Cairo, 4 de junio de 2009.

[3] VARGAS LLOSA Mario, Entre los escombrosEl País, 10/ago/14.

[4] ARENDT Hanna, Eichman en Jerusalem. Un estudio acerca de la banalidad del mal, 4ª Edición, Traducción de Carlos Ribalta, Editorial Lumen, Barcelona, 2001.

[5] Selected documents…, Op. Cit.

[6] Selected documents…, Op. Cit.

[7] CORTINA Adela, Ética mínima, Tecnos, Madrid, 2000.

[8] KATZ Claudio, Horror y esperanza en Palestina, http://www.rebelion.org/noticia.php?id=188649, consulta agosto 2014.

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