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14 diciembre 2012
El presidente de Bolivia ha resuelto solicitar la incorporación de su país al Mercosur, con un anuncio precipitado y polémico dentro de la propia Bolivia. El resultado más visible de la medida no sería solo la separación boliviana, sino el efectivo fin de la Comunidad Andina. Continuar con solo tres países en el proceso de integración andina sería inviable. Esto debería ser seriamente analizado.
El Pacto Andino nació en 1969 con el Acuerdo de Cartagena. Lo formaron Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia y Chile. Venezuela se incorporó unos años después y Chile se retiró. Recientemente, Venezuela lo abandonó. Es un ambicioso proyecto de integración inspirado en la iniciativa de Simón Bolívar, que dedicó su vida a la unidad de nuestros pueblos.
El Pacto Andino tuvo inicios auspiciosos, pero sus avances fueron limitados. Se han realizado varios reajustes, entre ellos el cambio de nombre a Comunidad Andina, CAN, y el establecimiento del Sistema Andino de Integración. Pero, aunque no se reconozca, la CAN ha traído sustanciales beneficios. El espectacular incremento del comercio entre los países miembros, la facilidad de viajar solo con cédula, no es casualidad, sino efecto del funcionamiento de los mecanismos de integración.
Hay ventajas económicas visibles que no se pueden despreciar sin más. Ecuador se beneficia de su pertenencia a la CAN. Muchas decisiones de sus organismos, que son obligatorias para los países, no solo han incrementado el comercio y la producción, sino que nos han hecho avanzar colectivamente en temas como integración fronteriza, protección del ambiente, educación superior, prevención de desastres, cohesión social y otras. Inclusive nuestro país es sede del Tribunal Andino de Justicia, reconocida como institución pionera a nivel mundial.
Desde luego, la integración andina no es un fin en sí, sino un eslabón para la integración sudamericana, como pensaba Germánico Salgado. Por ello, lo que debería hacerse es promover la convergencia ordenada de la CAN y Mercosur en un solo proceso cuyo embrión es Unasur. Pero para ello hay que asegurarse de que Mercosur tenga una institucionalidad adecuada, pues es más débil que la de la CAN. También es necesario que Unasur se constituya en el espacio efectivo de integración sudamericana. Y para ello se requiere firme voluntad política de los países.
Ser genuinamente bolivariano es sostener el ideal integracionista del Libertador. Y la vocación integracionista se ve en la práctica. No en los enunciados bolivarianos que, como en el caso del Presidente de Venezuela, ha promovido el abandono y desmantelamiento de la CAN. Ahora Evo Morales ha tomado una medida lamentable que contradice años de lucha por la integración que Bolívar inspiró. Solo podemos esperar que tenga el buen sentido y la consecuencia de rectificarla.
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