“Es el deber de los periodistas examinar la conducta de las figuras públicas y exponerla a la luz…. No quiero ser presentado de forma que se omitan los puntos negros de mi vida”. Nelson Mandela
“La verdadera lucha es aprender a convivir sin agredir a los demás”. Pepe Mujica
Un arma intelectual, un método de pensamiento racional, la dialéctica hace de la realidad un entorno cognoscible e interpretable, no más. La trasformación es obra de la acción y sus actores, los revolucionarios marxistas son pensadores dialecticos que consideran la clave dialéctica lucha de clases como fundamento para el análisis de la historia. La resistencia del mundo del trabajo contra la explotación y la lucha por el poder para los trabajadores es un proceso histórico de la dialéctica social, ocurre con nuestros miedos o nuestros aplausos.
Querer que las clases se odien, confronten, provoquen guerras, derramen sangre, es cosa de locos y los revolucionarios no son psicópatas aun siendo la revolución un hecho violento, y de ser posible los rebeldes evitaran siempre la confrontación. Los revolucionarios auténticos desearían que la lucha mortal no se dé, pues la confrontación no es método sino consecuencia, la confrontación no es dialéctica sino intolerancia digna de ser analizada como conducta psicopatológica.
El método dialéctico se niega a sí mismo como herramienta obligada, solo el determinismo esquemático comprime el método con los tiempos de la acción y los resultados. Los pueblos y los individuos, como objetos subordinados de un método cualquiera, siempre fueron carne de cañón de experimentos “dialecticos”. Y no puede ser un mero instrumento porque el desenvolvimiento de las contradicciones se expresa en la realidad concreta actuando independientemente de la voluntad de la conciencia. Es decir la dialéctica es un método de análisis y no una herramienta, menos del poder o de poder
La confrontación desde el poder es dominio
Nunca será dialéctica la confrontación del poder y la sociedad civil. Si la acción disciplinadora fuese dialéctica, Hitler Mussolini y Franco serían muy dialecticos. Al ser método de pensamiento racional y científico-crítico, se opone a la concepción burguesa en todas sus formas de expresión: económica, cultural, política, moral y policial. La actitud libertaria del marxismo y el anarquismo rechazan no una sino todas las formas de dominación. Al reclamar el poder lo hacen como democracia real frente a la democracia aparente, para diseminarla en todos los ámbitos: sociedad, comunidad, familia.
Creer que los revolucionarios son confrontadores de oficio ha sido el estereotipo clásico de la burguesía reaccionarías y las dictaduras, para quienes la acción rebelde es de naturaleza y de esencia violenta. La acción violenta es la naturaleza del poder, es reaccionaria.
Mandela y Mujica son los más altos exponentes de la acción revolucionaria y los mejores proponentes de un modelo democrático de gobernabilidad, lo uno es coherente con lo otro. Ellos fueron víctimas del poder confrontador del estado, y cuando fueron gobernantes hicieron como líderes todo lo contario a lo que sufrieron. La dialéctica de los revolucionarios jamás es que la tortilla se vuelva.
El dialecto, no el dialectico del poder
Los populistas buscan la popularidad en forma enzimática.[1] Marx dice “No soy una persona amargada y Engels es como yo. No nos gusta nada la popularidad… durante la época de la Internacional, a causa de mi aversión por todo lo que significaba culto al individuo, nunca admití muestras de gratitud”. En búsqueda de la popularidad los populistas confunden todo, y una confusión especial es no advertir las diferencias entre contradicciones y confrontaciones. Confrontar es una característica del dialecto y la acción represiva contra el que opina diferente; la dialéctica es reconocer que existe contradicciones, con el otro es decir, como parte de la premisa de la existencia del otro.
El dialecto del populismo pretende anular al otro, confrontarlo, ausentarlo, negarle su existencia, pero la anulación nunca puede ser fundamento de la dialéctica verdadera. Si algo sabrá reconocer la humanidad a las forma de gobierno de Mujica y Mandela, es que siempre reconocieron las divergencias como la forma dialéctica esencial de la democracia: muy marxista configuración.
Pensamiento dialectico y ejercicio de poder
Mujica y Mandela se negaron a ser “operadores de dominación”, y al hacerlo revolucionaron la lógica del poder. Ciertamente sus efectos fueron revolucionarios como lo fue su acción contra el poder dominador, y entre los dos momentos hay coherencia porque su lucha fue contra el poder y no por hacerse del poder. No se apropiaron de la torta ni le dieron la vuelta, cambiaron totalmente la receta y eso es democracia.
Si un gobernante sostiene que rechaza la democracia liberal y dice que quiere adoptar la democracia republicana, parecería que quien le redactó el discurso se extravió en la historia y en la lógica: la democracia republicana nace del pensamiento liberal. Gramsci, Rosa Luxemburgo y el mismo Lenin en concordancia con el pensamiento marxista no quieren poner fin a la trilogía liberal: igualdad, fraternidad, libertad sino superarla, hacerla efectiva. Y en cuanto a la democracia también quieren superarla, ir más allá de la necesaria división de poderes y multiplicar las formas de autogobierno: La comuna de Paris, los soviets, los consejos.
El poder anormal es el que requiere de la personalización del poder, de la unicidad inalterable, inapelable, irremplazable. Es una mecánica polimorfa de autócratas en uso de la norma y las disciplinas para el ejercicio del poder. La construcción de voluntades individuales y colectivas es la construcción de efectos de ejercicios del poder directivo, que diseña lo bueno y lo deseable como pensamiento único. Los esquemas disciplinarios construyen las verdades y generan resistencias. La disidencia es un acto impuro en el espíritu monolítico del poder concentrado, y la acción dialéctica con su verdad se separa del poder para ser no dominio, sino acción contra-hegemónica o hegemonía alternativa y alterativa que se corresponde con las mayorías, sin maltratar a las minorías. Democracia
La confrontación imposible
Solo al fascismo se le ocurrió dar palo hacia abajo, respetar a los de arriba, disciplinar a la sociedad civil, dialogar civilizadamente con el poder económico y llamar a eso revolución. Si la confrontación no es método, el optar por confrontar con los pobres, los sindicatos, los ecologistas, los niños malcriados, los cantantes anarquistas, nos lleva a decir que la conducta del poder se hace confortable en lo confrontable.
En conclusión ácrata, el estado soportable es el que respeta incondicionalmente al ciudadano. Arribar a la sociedad sin clases sociales y sin estado será una eventualidad menos lejana si los gobiernos emplean menos la fuerza y dialogan más. El consenso, aunque no sea posible, es tan deseable como despreciable es someter a la sociedad al dilema confrontación o consenso, dándole atributos de calidad a la primera.
Hay que construir consensos posibles y disensos frontales. El amor a la naturaleza, los derechos humanos, el respeto a la infancia, el enfoque de género, el dialogo trasversal no son solo necesarios sino urgentes formas de la convivencia democrática en todos los espacios de la cotidianidad: sociedad, familia, escuela, fábrica.
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[1] La enzimas son estructuras proteicas que provocan reacciones químicas adherentes
[…] Fuente: lalineadefuego.info […]
Estimado Tomás: estás equivocado de cabo a rabo. Te doy algunos datos concretos: “Mandela gobernó Sudáfrica entre 1994 y 1999. Entre esos años la Esperanza de vida al nacer cayó de casi 60,54 a 55,89 años. Un declive de 4 años y medio, aproximadamente.
No estamos en condiciones de valorar con precisión cuanta gente se tiene que morir prematuramente a lo largo de 5 años en Sudáfrica para que la EVN caiga de esa forma. Nos animamos a afirmar, sin embargo, que son varios millones.
Analizando la evolución de la variable en un rango de tiempo más amplio podemos ver que la EVN aumenta continuamente hasta fines de la década del 80, cuando comienzan las negociaciones que conducirán a la libertad (en 1990) de Mandela y el desmantelamiento del apartheid que culmina con su elección como presidente en 1994. Alcanza un pico en 1990 (61,55 años) y se derrumba desde 1993 hasta tocar fondo en 2006, con menos de 51 años. A partir de allí comienza a recuperarse lentamente. Hay que remontarse bien atrás, fines de la década de los 60 para observar niveles similares a los que “lograron” los gobiernos posteriores al apartheid, en particular el de Mandela.”
Esto es parte de un trabajo bien documentado que publiqué en diciembre de 2013 y que podrás leer completó en http://www.resonandoenfenix.blogspot.com
Referente a Mujica: durante su gobierno, más allá de su cháchara seudo filosófica, se profundizó la extanjerización de la economía, la profundización de la concentración y extranjerización de la propiedad de la tierra, la contaminación masiva de suelos y aguas. Te propongo algún trabajo en el mismo blog: “la contrarrevolución agroestúpida”, por ejemplo. Tanto Mandela como Mujica son ejemplos claros de individuos que lucharon contra el poder bugués hasta que éste les dio la posibilidad de ejercerlo en su propio beneficio personal. El balance del gobierno Mujica lo podrás leer a poco que investigues un poquito entre los autores que no estamos vendidos al poder. Por algo todos los 1 de mayo en el quincho de un explotador amigo suyo reúne a los más granado de la burguesía nacional y extanjera junto a, mientras estuvo aquí, a la embajadora del imperio: Julissa Reynoso.
Saludos
William Yohai
Gracias por su comentario al respecto algo algunas consideraciones:
Lo primero es que mi ensayo no se dirige necesariamente a exponer el pensamiento de Mandela y Mujica sino lo que vivimos con Correa de Ecuador en un régimen que con lenguaje de izquierda reprime a la izquierda y a las organizaciones sociales ante los ojos indiferentes y confundidos de la izquierda latinoamericana
Por otra parte el enfoque se dirige concretamente a diferenciar el pensamiento dialectico de las prédicas de los dialectos formales de regímenes más próximos al fascismo clásico que al marxismo
Respecto a lo que haces referencia al indicador de esperanza de vida que retrocede con Mandela, creo que cometes un error propio de economistas: Yo soy médico epidemiólogo y especialista en salud pública y mi enfoque es distinto. La esperanza de vida al nacer es un indicador que no tiene causa atribuible directa a las políticas públicas expresada en periodos menores a una década, tú dices que en cuatro años y con Mandela retrocedió. Eso en epidemiologia se considera como REZAGO EPIDEMIOLOGICO es decir la causa atribuible se sitúa en el acumulado histórico previo al periodo de Mándela. Pero aun así, podríamos acordar que son otros los méritos de Mandela y no los que enuncian y podrían ser debatibles
En el caso de Mujica lo rescatable del viejo, es su estilo de gobernabilidad y su espíritu de tolerancia que contrasta con Correa Y Maduro. En lo personal creo que Los “socialistas “Correa y Maduro no son sino administradores del capitalismo como también lo son Mujica y Mandela, pero la diferencia está en el la convivencia democrática que hace posible que las causas sociales no sean antagónicas con formas civilizadas de coexistencia. Además los populistas son peor que los liberales porque generan paternalismo e inmovilidad social.
En todo caso la izquierda como siempre lo fue puede pensar en programas máximos y programas de transición el caso es que yo jamás creeré que un correa sea un avance en la lucha histórica por la liberación. Mientras no se den condiciones objetivas y subjetivas para un cambio revolucionaria, la democracia mejor será una opción valedera y es esa línea son rescatables Mandela y Mujica y no soy yo quien les da este merito sino muchos más… ¿menos tu?