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domingo, diciembre 22, 2024

Entrevista a Íñigo Errejón: “LA MAYOR TRANSFORMACIÓN DEL CHAVISMO NO HAN SIDO LAS LEYES, SINO EL CAMBIO EN LA MENTALIDAD COLECTIVA”

Entrevista a Íñigo Errejón, doctor e investigador en Ciencia Política por la Universidad Complutense de Madrid
Nora Miralles   extramurs.cat
Hace unas semanas que el Íñigo Errejón (Madrid, 1983) ha vuelto de Caracas, donde ha estado realizando una investigación para la Universidad Central de Venezuela y ha vivido de cerca los últimos acontecimientos, la victoria electoral y la recaída de Chávez, que han vuelto a poner al país en el centro de la actualidad. Este doctor e investigador en Ciencia Política por la Universidad Complutense de Madrid y miembro del consejo ejecutivo de la Fundación CEPS (Centro de Estudios Políticos y Sociales) es una de las mentes más jóvenes y lúcidas que estudian los procesos de transformación en el continente latinoamericano. Doctorado con una tesis sobre el proceso boliviano, el MAS y la construcción de la hegemonía, ha escrito, junto con Alfredo Serrano el libro ¡Ahora se Cuando, carajo! Del asalto a la transformaciones del estado en Bolivia (2011) y es miembro del consejo editorial de la revista Viento Sur. 
¿Cómo han reaccionado los y las venezolanas ante la gravedad de la recaída de Chávez?En las zonas más populares y humildes, en Caracas pero sobre todo en el interior del país, cada anuncio sobre la enfermedad del presidente ha despertado una ola de movilización popular, en la que se mezclaba una forma muy particular de vivir la religiosidad con la aprecio por la persona y la identificación con el personaje político. En los barrios más acomodados de Caracas, los ‘partes’ del Ministro de Comunicación eran recibidos con petardos y aplausos. Yo creo que en este caso el proceso ha sido menos intenso porque los venezolanos ya están acostumbrados. Además, después de las elecciones de octubre, que supusieron una movilización política masiva, el país se encontraba en una especie de resaca electoral, de cansancio acumulado. A nivel político, todo el mundo sabía que el presidente estaba enfermo y que esto podía pasar, pero reina una cierta incertidumbre. Ha quedado muy claro quién es el candidato, lo está también el traspaso de legitimidad que hizo Chávez a Maduro, para el que regresó expresamente de La Habana, pero todavía hay incógnitas con respecto al futuro. 

La reacción de la oposición ha sido bastante más comedida que en ocasiones anteriores…

Para empezar no ha sido uniforme. Hay sectores que han demostrado una alegría necrófila mal disimulada ante la posible muerte de Chávez, imaginando que ahora por fin se lo sacarán de encima, y otros que piensan ya en términos electorales y se han mostrado más respetuosos y responsables. Incluso, ahora que creen que Chávez puede morir y que lo ven por tanto como una figura menos peligrosa o relevante, lo han alabado públicamente. La oposición ve con cierto temor el escenario que se abre, porque -aunque parece que sucederá lo tanto deseaban- los coge en mal momento. Quedaron muy debilitados tras la derrota en las presidenciales del 7 de octubre, que fue muy fuerte emocional y simbólicamente porque el relato mediático les había auto convencido de que ganarían. A este choque se sumó la derrota en las elecciones regionales de hace unas semanas, que les privó de poder territorial y les arrebató feudos históricos. La situación actual coge a la oposición un poco con el pie cambiado, no está lo suficientemente fuerte como para encarar ahora una nueva contienda electoral.

 

Esta incertidumbre puede estar relacionada o agravada con cierto silencio oficial? Puede responder a un intento de calmar los ánimos o de ganar tiempo hasta que se resuelvan las pugnas internas de las diferentes corrientes del PSUV?

Hay que pensar, en primer lugar, que el PSUV es más pequeño que el chavismo. Es cierto que es un partido muy grande, pero hay chavismo fuera del PSUV y no toda la nueva identidad política que ha nacido en Venezuela durante estos 14 años está incluida dentro del partido. De hecho, cualquier candidato que aspire a volver a obtener una mayoría popular en Venezuela necesitaría ser capaz de hablarle a los sectores que no se sienten identificados con el PSUV, aunque éste sea la espina dorsal del chavismo. A partir de aquí, el PSUV, como todos los partidos políticos tiene diferentes sensibilidades y familias que, obviamente, pugnan por ver quién tiene más influencia en el rumbo de la formación y, por tanto, del país. Pero no es cierto que haya desavenencias en cuanto al liderazgo, por dos razones: en primer lugar porque, en el momento en que Chávez viaja desde Cuba y designa a Nicolás Maduro como sucesor, ya nadie cuestiona quién sería el candidato del chavismo en unas hipotéticas elecciones. Y, por otro lado, porque todo el mundo sabe que Nicolás Maduro no es Chávez, y que nunca lo será, por lo tanto no sería normal exigirle que fuera otro Chávez. Maduro deberá ejercer un liderazgo más colegiado, no le bastará con encarnar aquellas cuestiones más carismáticas y emocionales que Chávez ponía sobre la mesa y que explicaban su éxito político, deberá apoyarse en un liderazgo compartido con de otros liderazgos que también jugarán un papel relevante. La herencia de Chávez es demasiado pesada como para que la cargue una sola persona.

 

¿Por qué Nicolás Maduro? ¿Por qué no Adán Chávez, Diosdado Cabello o Elías Jaua?

Las razones por las que Chávez lo elige exactamente se me escapan, porque siempre hay mucha más política interna que la que uno llega a presenciar. Pero yo diría que es porque, por una parte, Maduro se ha mantenido durante seis años en el gabinete de gobierno, además con éxito, en un gabinete en el que la rotación es alta, porque la gente entra y sale con bastante rapidez. Ha hecho un gran trabajo -reconocido por todos los sectores- en la cancillería (Ministerio de Asuntos Exteriores), ha sido capaz de generar alianzas amplias que iban más allá de los espacios ideológicamente más afines, por ejemplo más allá del ALBA, que sigue siendo el proyecto más importante. Yo creo que todo el mundo reconoce ese papel de Maduro. Y, por tanto, su elección como sustituto podría tener que ver también con una cierta voluntad de Chávez de mantener esta apuesta no sólo nacional, también internacional y, sobre todo, regional latinoamericanista. Me imagino que también lo habrá visto en mejor disposición tanto de ganar unas elecciones, como de ser un candidato que integre las diferentes sensibilidades dentro del chavismo.

 

¿Qué posibilidades tiene Nicolás Maduro en unas hipotéticas elecciones? ¿Y al frente de un futurible gobierno?

Partiría como favorito en una hipotética campaña electoral, que sería tanto más fácil para él en función de la proximidad de la muerte -si se produjera- del presidente Chávez. Sería a caballo de esta emotividad popular como se haría fuerte en la primera competición electoral del chavismo sin Chávez, en un proceso similar al que sucedió en Argentina con la muerte de Néstor Kirchner, que aupó a Cristina Fernández de Kirchner y le dio unos magníficos resultados electorales, y políticos todavía a día de hoy. Obviamente, Maduro tendría muchas más dificultades de las que tuvo Chávez en las presidenciales de octubre pasado, independientemente de quien fuera el candidato de la oposición, que todo apunta a que sería Henrique Capriles, pero está por decidir si continúa siendo él quien aglutina todos los sectores opositores. Serían unas elecciones en las que Maduro tendría que pelear duro para ganar, porque la transferencia de legitimidad y de confianza popular no es directa, hay que ganársela. Pensando en Maduro como gobernante, yo diría que Venezuela tiene muchos retos, algunos fruto de errores o de deficiencias históricas y, otras, paradójicamente, que son fruto de estos avances, de haber conseguido metas y haber generado nuevos retos que alcanzar. Algunos de estos retos y errores a Chávez se le perdonaban porque era Chávez, pero a otro no se los van a disculpar con esa facilidad

 

¿Qué metas se han alcanzado durante los 14 años de chavismo?

Se ha conseguido ganar el combate a la pobreza, esto no quiere decir que haya dejado de existir, pero se le ha partido el espinazo y se ha erradicado la miseria y la pobreza extrema. Se ha universalizado la salud, la educación, las pensiones y se está haciendo con el derecho a la vivienda, la participación política y la democracia protagónica. En Venezuela se han puesto los cimientos para una democracia que se mira en un horizonte socialista, pero hay muchos retos abiertos que se están resolviendo a la vez: erradicar del todo la pobreza, gestionar un Estado que funcione, construir un Poder Popular que descentralice las decisiones, insertarse en la región y en el sistema-mundo en condiciones menos desventajosas que las que había heredado de los gobiernos de la oligarquía. No hay ningún país que haya llegado tan lejos en un proceso transformador teniendo que rendir cuentas electoralmente -de una manera o de otra- cada año, es decir expuesto constantemente a perder el poder si no se seduce a una mayoría de la población. Creo que este hecho es clave a la hora de juzgar el proceso político en Venezuela, porque hay apuestas que se pueden asumir, pero que tienen que pasar por la aprobación popular cada muy poco tiempo, una aprobación que si no se producen réditos a corto plazo es difícil de conseguir.

 

Pero queda mucho camino todavía. ¿Cuáles son las prioridades, los errores a solucionar, los nuevos retos a alcanzar en los próximos años de proceso de cambio?

Los apuntaba Chávez en el discurso que hizo tras la victoria electoral de las presidenciales. Creo que supo leer de forma inteligente cuál era el sentido del voto, que no era un cheque en blanco, sino una voluntad de continuar con el proceso de transformación política y social en favor de las mayorías históricamente empobrecidas en Venezuela, pero que también implicaba algunas críticas. Sanas, porque este pueblo en la medida en que se ha acostumbrado a participar en democracia, a que el poder emane directamente de él, ha aprendido también a reclamar, a cuestionar, a preguntar y a criticar. Entre las prioridades más importantes, yo destacaría el problema de lo que allí llaman servicios públicos, las infraestructuras de carretera y el suministro eléctrico, que son cosas que afectan menos en Caracas pero mucho en el resto del país, y que hay que solucionar con eficiencia. Apuntaría también al problema de la inseguridad, que es importante en la medida en que destruye el terreno cultural y el espacio social en los que han de arraigar los valores del socialismo. Sin un uso libre del espacio público es más difícil construir comunidad, además de hacer insostenible la vida cotidiana. Hay zonas en las que el Estado controla muy poco la situación y no puede garantizar la seguridad pública de sus ciudadanos. Es uno de los grandes problemas del proceso de transformación, pero no es atribuible al gobierno ni este lo paga electoralmente. Precisamente, los estados con más criminalidad son el Estado de Miranda, gobernado por Capriles, y el del Zulia, que hasta este diciembre también estaba gobernado por la derecha. Que no pase factura no significa, sin embargo, que no sea un factor de erosión del gobierno chavista. Finalmente, otro de los grandes retos es el de la eficiencia, es decir, la gente, además de las grandes transformaciones sociales, quiere que las cosas funcionen. Quiere que la basura se recoja cuando toca, que las carreteras estén en buen estado, que la luz se encienda, que los permisos se tramiten. Quiere que las grandes decisiones políticas bajen correctamente y acaben convirtiéndose en políticas públicas que mejoren la vida de los ciudadanos. Estas son las cosas que a Chávez se le disculpaban y que a Maduro no se le van a pasar.

 

¿Qué sucederá el día 10, el día en que Chávez debería ser investido como presidente? La oposición pide nuevas elecciones, pero el gobierno chavista apuesta por alargar el proceso de toma de posesión…

Es obvio que Chávez no será investido el día 10. Si el presidente muriera antes del día 10, ese mismo día deberían convocarse elecciones, según la Constitución. Aquí hay dos interpretaciones: convocarlas en 30 días desde el día de la falta definitiva del Presidente, o que 30 días después de la falta se convocaran, es decir, no celebrarlas 30 días después, sino convocarlas el día que hace 30, que sería una forma de conseguir más tiempo. Si el presidente está vivo el día 10, aunque no tome posesión, el PSUV -que tiene mayoría absoluta en la Asamblea Nacional- aprobará una extensión del permiso temporal para el presidente.

 

¿Pero por qué se quiere alargar este proceso, si al chavismo le beneficia convocar nuevas elecciones?

Es posible que mientras Chávez permanezca en este estado, nadie vaya a tomar ninguna otra decisión. Mi opinión es que, desde una perspectiva chavista, la confrontación electoral debería ser lo antes posible, no sólo por lo que hablábamos antes de la ola de emotividad popular que sería la principal baza de Maduro, también porque ahora mismo la derecha está considerablemente debilitada, tras las presidenciales de octubre y las regionales del pasado diciembre, y por lo tanto tiene una capacidad de reacción mucho más modesta. El chavismo, en cambio, viene de dos victorias y, además, está mucho más arraigado en el territorio. Quiero decir, el PSUV es una maquinaria política bien engrasada y tiene aproximadamente 7 millones de militantes “de carné”, de los cuales al menos 1.500.000 son militantes activos, en el sentido logístico de organizar actos, pegar carteles, hablar con el vecindario y con la gente de los barrios u organizar asambleas. Y eso la oposición no lo tiene.

Por otra parte, la derecha, con un buen candidato como es Capriles, que no es muy inteligente pero obedece mucho a sus asesores, si se le deja tiempo puede ir ganando peso y también financiación, porque nadie duda de que la cantidad de donantes internacionales que pondrían dinero, entendiendo que esta es la oportunidad definitiva de quitarse al chavismo de encima y frenar el proceso revolucionario, sería enorme! Esta no es, sin embargo, la opinión de todos los sectores oficialistas, que prefieren esperar, ir construyendo a Nicolás Maduro como candidato y ver también cómo reacciona la derecha, que tiene ciertas tensiones y en la que podría ser que se produjeran rupturas. Quizás haya sectores que quieran ganar tiempo.

 

¿Hay crisis de gobernabilidad en Venezuela, como dice la oposición?

La oposición se está dedicando a construir y difundir un discurso según el cual en Venezuela se estaría viviendo una transición. Es un discurso profundamente ideológico, porque nunca se habla de transición en los sistemas liberales democráticos. Se está sugiriendo indirectamente que el país en este momento no es un país democrático. Si el país está viviendo una transición y una crisis de gobernabilidad, que es lo que está diciendo la oposición, entonces lo mejor es un gobierno de concentración nacional. Es por ello que la derecha pidió tener el primer vicepresidente en la junta directiva de la Asamblea Nacional, que finalmente no le concedieron. El argumento era que hacía falta unidad, compartir el poder en lugar de polarizar. En Venezuela no hay ninguna crisis de gobernabilidad, ni hay polarización, hay diferentes opciones políticas que concurren a las elecciones, lo que pasa es que una gana repetidamente. Pero nadie habla de polarización en Estados Unidos porque la mitad vote a los demócratas y la otra mitad a los republicanos. La diferencia es que, cuando uno de los dos partidos pierde en Norteamérica reconoce la legitimidad institucional y la victoria del otro, cosa que en Venezuela no acaba de pasar porque las grandes cuestiones están en disputa, no se pueden consensuar. Allí la oposición no es una alternancia electoral, es otro proyecto de país alternativo al del proceso revolucionario.

 

Sería posible que se produjera un nuevo golpe de Estado, aprovechando la situación de incertidumbre?

No lo veo factible. Es muy poco probable por tres razones: la debilidad de la oposición, el viraje del ejército y el contexto internacional. Es muy poco probable que la oposición se descuelgue con un nuevo golpe de Estado, no se respira en Venezuela este ambiente encendido que quieren difundir los medios opositores sobre todo españoles y norteamericanos. La correlación de fuerzas está clara, el chavismo es una mayoría popular e institucional dentro del legislativo, que tiene la presidencia del gobierno ganada en unas elecciones, que tiene la mayor parte de las alcaldías y hay un Tribunal Supremo por ahora fiel a la Constitución Bolivariana, que sedimenta gran parte del proceso. Y, de este cambio en la correlación de fuerzas, hay un elemento clave que es el ejército. El ejército de Venezuela ya no es el de 2002, gran parte de los militares que protagonizaron el golpe de Estado obviamente ya no están en el cargo. Por tanto, los oficiales que podrían capitanear una iniciativa antidemocrática contra la soberanía popular, ya no están. Además, en los últimos 10 años, el proceso de construcción política del ejército al servicio del pueblo ha avanzado bastante, y eso lo hace aún más improbable. Y el último motivo es el entorno internacional. Con un Estados Unidos muy debilitado en otros frentes internacionales, y en un escenario de una gran inserción regional de Venezuela, es muy poco probable que alguien intente otro golpe de Estado. Venezuela no es Paraguay, ni es Honduras, y no sólo está en Mercosur, además cuenta con el apoyo de las principales organizaciones y gobiernos de la región: Brasil, Argentina, incluso del gobierno colombiano, con quien se han mejorado relaciones a pesar de las diferencias ideológicas. Ahora bien, que no sea posible no quita que los sectores más reaccionarios de la oposición no puedan intentar algún tipo de maniobra desestabilizadora.

 

Con Maduro al frente del país como presidente electo, bajaría el tono beligerante de algunos medios internacionales? Crees que las relaciones internacionales de Venezuela cambiarán si el ex-canciller llega a la presidencia?

No. Es cierto que Maduro tiene características personales distintas a las de Chávez que hace que sea menos fácilmente ridiculizable por oligopolios mediáticos y, por tanto, es previsible que decaigan un poco los ataques, pero el acoso fundamental por parte de las antiguas potencias coloniales o neocoloniales no responden a la animadversión por una persona, sino a razones económicas. Hacen menos negocio cuando Venezuela es soberana, cuando los venezolanos toman el control de su petróleo o cuando expulsan a las multinacionales españolas. Los grupos transnacionales ganan menos dinero en Venezuela desde el inicio del proceso revolucionario. Bueno, no todos, los que han aceptado el nuevo marco legal que han votado los venezolanos están ganando mucho dinero. Creo que el acoso de estos países continuaría con Maduro al gobierno, especialmente ahora que la crisis, particularmente en Europa hace que sea mucho más difícil sostener la demonización de los procesos políticos de cambio en América Latina. Ahora que las élites del sur de Europa cada vez pueden ofrecer menos recompensas por la obediencia, por el empobrecimiento masivo de la población y el deterioro acelerado de los derechos políticos y sociales, los ejemplos latinoamericanos que están transformando en democracia las condiciones de vida los desposeídos, son muy peligrosos. Venezuela continuará estigmatizada.

 

Situémonos en el escenario de una hipotética victoria de la derecha en Venezuela. ¿Están suficientemente afianzados los cambios conseguidos en estos 14 años de proceso como para que no haya un retroceso absoluto? ¿El hecho de estatalizar y no cooperativizar los sectores estratégicos no facilita este retroceso si cambian de manos?

Que en Venezuela haya democracia significa también que el rumbo del país puede variar si así lo deciden sus ciudadanos. Se pueden dar pasos atrás en el proceso de transformación socialista, pero éstos no tienen que ser necesariamente irreversibles. Las correlaciones de fuerzas, los avances económicos, las nuevas leyes que se solidifican en la Constitución, las nuevas construcciones sociales, la nueva cultura política, todo eso son cosas que no se cambian de un día para otro. La derecha tendría muy complicado gobernar Venezuela habiendo ganado por una diferencia mínima -porque si ganaran sería por el mínimo- gobernando con una Constitución que no les gusta, contra la que votaron en su momento, con un ejército en el que hay una profunda conciencia de que no puede volver a ser el cuerpo privado de las oligarquías, sino que debe estar al servicio de las necesidades del pueblo, con un Tribunal Supremo que defenderá la Constitución vigente, con toda la estructura del Poder Popular, con una Asamblea nacional en la que el PSUV tiene mayoría absoluta … Incluso se podría dar el caso de que este gobierno tuviera que cohabitar con un parlamento de distinto signo, como ocurre en Estados Unidos.

Y, sobre todo, se encontrarían con una cultura política muy diferente a la que dejaron hace 14 años cuando se marcharon, porque la mayor transformación que ha habido en Venezuela no han sido las leyes que se han adoptado, ni los beneficios sociales, sino el cambio en la mentalidad colectiva, en la cultura política, en la forma de entender qué es la política y para qué sirve. Todo esto ha cambiado en Venezuela. ¿Cuál es la prueba? Que Capriles tuvo que vestir su discurso de progresista para intentar ganar las elecciones, cuando tiene una militancia juvenil en la extrema derecha y la primera vez que fue diputado lo fue por el partido homólogo del PP español, la COPEI. Esto refleja que algo sustancial ha cambiado en el escenario político venezolano, que el eje de gravedad se ha desplazado considerablemente a la izquierda y ha hecho que cosas que antes se consideraban “del chavismo”, como la sanidad universal, hoy una gran mayoría las haya asumido como propias, incluso aquellos que no votan por el PSUV. Una victoria de la derecha sería un paso atrás para el proceso, pero no necesariamente su fin.

 

Y, a nivel internacional, ¿qué pasaría con el ALBA? ¿Está garantizada su continuidad sin Venezuela al timón?

Sin un gobierno socialista en Venezuela no puede existir el ALBA. Su desaparición ocasionaría impactos muy diferentes en función de los miembros que forman la alianza. Para Cuba sería especialmente desastroso, así como los pequeños países caribeños que forman parte del ALBA. Para Bolivia o Ecuador sería dañino pero no afectaría a su rumbo. En general la desaparición de este marco tendría un gran impacto en la región.

 

¿Qué ha aportado el proceso transformador en Venezuela en la región y en el mundo? ¿Qué consecuencias tendría un viraje en el gobierno del país para el proceso de soberanía y empoderamiento que está viviendo Latinoamérica?

A diferencia del resto de países de la región, Venezuela comenzó siendo una rara avis en el mundo. Cuando Chávez ganó las elecciones en año 1998, el relato dominante era el del fin de la historia, el que decía que las utopías son un camino hacia el totalitarismo. La izquierda se replegaba ideológica y culturalmente, cubierta aún por el polvo de la caída del muro de Berlín. No olvidemos que 4 años antes sucede el levantamiento de los zapatistas en Chiapas, que será un soplo de aire fresco porque casi no hay referentes emancipadores… Venezuela cuando empieza está prácticamente sola, por el cariz de los gobiernos que lo rodean y por el tipo de imaginario político dominante en América Latina. 14 años después, es parte de un bloque mayoritario, formado por los países que han roto con las políticas neoliberales, que han recuperado la soberanía nacional y que están redistribuyendo la riqueza. Con acentos muy diferentes, obviamente, no tienen nada que ver las políticas que se hacen en Brasil con las que se hacen en Bolivia, en Uruguay, o incluso si me apuras, en Perú. La región ha cambiado absolutamente en cuanto al discurso hegemónico, y Venezuela ha sido el ariete de este cambio. Ha hecho caer los mitos de que “no se pueden hacer ciertas cosas”, especialmente abrir un proceso constituyente revolucionario y democrático, camino que después cogerían Bolivia y Ecuador y que se quería empezar a transitar en Honduras y por eso le dan el golpe de Estado a Zelaya. Venezuela ha sido el motor principal de la construcción de este polo anti neoliberal y progresista en América Latina.

Es un momento crucial, por eso la mayor parte de los pueblos latinoamericanos y no pocos sectores sociales del sur de Europa contienen la respiración y miran con interés, preocupación y esperanza lo que pueda suceder ahora en Venezuela, porque tendrá repercusiones nacionales, regionales e, incluso, internacionales.

 

Publicado originalmente en catalán en Extramurs (el 9/1/2013): http://www.extramurs.cat/inigo-errejon-la-fi-del-govern-chavista-no-suposaria-la-fi-del-proces-de-transformacio-a-venecuela/

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