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martes, noviembre 5, 2024

FERNADO LUGO EL PRESIDENTE EN SU LABERINTO. por Tomas Rodríguez León

FERNADO LUGO EL PRESIDENTE EN SU LABERINTO

Tomas Rodríguez León

Cuando a Fernando Lugo le sacaron los hijos de la sombra, sentí solidaridad de clase, no porque yo tenga hijos a la diestra y la siniestra, sino porque  supo reconocer sus fechorías  amatorias con cínica y ácrata forma  de un hombre liberado, diferente en su conducta a los  políticos hipócritas o  a los curas violadores en la sombra. Fernando se reconoció humano, uno más entre seres humanos.

 Fernando Lugo  llegó a Guayaquil poco antes de ser presidente del Paraguay, compartimos con él, un escenario de debate con un tal Monederos, académico español discípulo de Dietrich…  Monederos, defensor acérrimo del socialismo del siglo XXI, recibió mi artillería solitaria con posiciones marxistas heterodoxas y anarquistas contumaces. Recuerdo que me lancé  a su cuello castizo con  una decena de sentencias  ideológicas pronosticando el fracaso del malhadado “socialismo XXI ”. Defendí el socialismo decimonónico, me hice el quite frente a eventuales acusaciones de estalinismo y defendí el acumulado histórico del socialismo convocando a Trotski, Rosa Luxemburgo, Gramsci, Mariátegui…     Cosa curiosa, Fernando Lugo tomó la posta y apoyó mi tesis, agregando dos elementos: el socialismo para ser una verdad  requiere superarse, recuperando  acumulados históricos  y  debe asumir un rol profundamente democrático. Cuando terminó la lucha verbal, Fernando Lugo se me acercó y entre los dos sostuvimos un dialogo de los mas fraterno…nos hicimos amigos.

Ya de presidente en el fondo de mi conciencia le deseé éxitos…pero un cierto pesimismo me quedaba en ciernes. Elementos complejos enfrentaría Lugo: el Paraguay pesado y su pasado personal sacerdotal. El Paraguay, con una izquierda débil, sin  movilidad social, con el antecedente criminal  del espantoso  y   maldito  Strossner,  muerto de cansancio tras  haber edificado una estructura  institucional peor  que el dejado por las dictaduras de Chile y Argentina. La sociedad paraguaya heredaba para el poder oligárquico burgués  y a conveniencia  larga,  una sobrevivencia autoritaria  protegida por un régimen policial. El otro factor: fue casi una fatalidad ser cura y sin partido fuerte. Ser intelectual sin interlocutores…casi destinado a ser pastor.

Algo  hablamos sobre la superestructura en la sociedad en transición, su propuesta  más evangélica que marxista, reiteraba la  conducta de homilía catequista sin mucha pedagógica social o ideología de clase. En todo caso, yo señalaba que ésta era una opción estimable  por la escasez teórica e ideológica en la lucha política Paraguaya.  Lugo decidido a jugárselas entero, se dio a la lucha desigual contra una oligarquía perniciosa, buscó aliados regionales poco firmes para el caso de construir primero democracia, y acosado por todos los frentes decidió dejarse gobernar por los  consejos.

Llegó el día desagradable, la represión fue una trampa y Fernando Lugo  defendió la institucionalidad con mecanismos muy tradicionales, demasiado estatales, copiando los esquemas sobre todo de Ecuador y Bolivia, desconociendo que defenderse reprimiendo es jugar en terreno enemigo, además con la particularidad de un Paraguay con  historia de represiones violentas. Si Fernando Lugo ordenó la  represión, lo que está en duda,  la muerte  estoy convencido no es su esquema.  Pero ordenar la represión en  la “democracia” del  Paraguay  es  estimular la sed de sangre de  gorilas y oligarcas sin escrúpulos. El juicio de la historia aun espera.

Para Lugo y sus malos consejeros quedan lecciones. Desde la concepción marxista,  el estado es la expresión de dominio de clases. Los gobiernos reformistas de Bolivia y Venezuela y el gobierno impostor de Ecuador no pueden cambiar la naturaleza del estado burgués defendiendo su estructura hasta justificando la represión. Mejor le hubiese  ido a Lugo optando por la línea uruguaya. En Montevideo un comunista lo expreso mejor; no se puede, no se debe asumir la ilusión de hacer revoluciones desde arriba. Se puede llegar a ser buen gobierno  de izquierda en estado burgués, ampliando derechos sociales y protegiendo la democracia para garantizar  mejores condiciones para la lucha de clases y la movilidad social. Los comunistas en el gobierno organizarán la democracia, mejor de lo que lo han hecho la burguesía pro imperialista, ¡nada mas¡

¿Sera por eso que  a la izquierda en Uruguay le va mejor?

No existe estado revolucionario, el estado es represión. Toda represión es reaccionaria.

lalineadefuego
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