La ausencia del Estado candidato fue un elemento diferenciador entre los procesos electorales de 2014 y 2019. Esto evidencia en el destape de las organizaciones políticas y los candidatos como participantes de la competencia electoral lo que muestra una profunda fragmentación por la multiplicidad de actores sin trayectoria política que intentaron de una u otra manera obtener la mayor cantidad de puestos de elección popular.
Pese a esto, ni las organizaciones con mayor trayectoria política e histórica, ni las surgidas para este proceso electoral lograron llenar el vacío que dejó el Estado candidato y su estructura partidista, ahora mermada por las discrepancias internas”, dice Alfredo Espinosa en su análisis Perspectivas de las elecciones seccionales 2019
Espinosa realiza un análisis detallado sobre la ampliación del número de candidatos, el incremento en el número de organizaciones políticas, la presencia de alianzas electorales y el predominio de organizaciones políticas en territorio. Esto en un escenario electoral que contó con 81 000 candidatos en el año 2019, número mayor a las elecciones de 2014 donde se registraron 55 000 postulaciones.
También, Espinosa señala que las alianzas son fundamentales en estos contextos. “Las alianzas se convirtieron en la fórmula electoral por excelencia utilizada por las organizaciones políticas para captar votos en cantones y provincias, en casos como los del PSC, Democracia Sí y CREO, con resultados positivos y fortaleza local; más no nacional”.
Habría que preguntarse: ¿Son las alianzas una estrategia efectiva a corto plazo, pero perjudicial a mediano y largo plazo si no se tiende a fortalecer los procesos de democracia interna en las organizaciones políticas y a la formación de cuadros para que compitan en aquellas localidades donde las alianzas son vitales?
* Redacción La Línea de Fuego