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viernes, noviembre 22, 2024

GERMÁN JÁCOME: “Con los transgénicos se profundiza la inequidad en el campo”. Por Tamara Artacker

Ecuador, con el artículo 401 de la Constitución de 2008, se declara país “libre de cultivos y semillas transgénicas”. Sin embargo, tanto en procesos normativos desde ese entonces, como en la práctica productiva en el campo, se muestran tendencias contrarias.

En enero de 2019, el juez constitucional de Quevedo, provincia de Los Ríos, falló a favor de una demanda de organizaciones campesinas que denunciaron la existencia de cultivos de soya transgénica en la provincia. Como resultado, el Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG), entidad demandada –que nunca negó la existencia de los transgénicos en territorio ecuatoriano– se veía obligado a decomisar e incinerar los cultivos de soya transgénica que se encontraron en el monitoreo, además de establecer un programa de vigilancia permanente para evitar su siembra. Pero el MAG apeló a la sentencia a la corte provincial y hasta ahora se sigue esperando la decisión del tribunal de jueces.

Esta apelación por parte del Ministerio de Agricultura y Ganadería está alineada con una estrategia del Estado que se pudo observar tanto bajo la presidencia de Rafael Correa como de Lenín Moreno: promover y legalizar el uso de semillas transgénicas, a pesar y en contra de la prohibición constitucional.

Así, Rafael Correa, en los últimos días de su presidencia (primer semestre de 2017), puso un veto al artículo 56 de la Ley de Semillas, que hubiera confirmado la prohibición general del ingreso de semillas transgénicas al país. En cambio, impuso que se permita su ingreso “para fines investigativos”.

La última movida de parte del gobierno para abrir la puerta nacional a los transgénicos se realizó en mayo de 2019, con el reglamento al Código Orgánico Ambiental (COA) a través del Decreto 752 de Lenínn Moreno, en vez de confirmar la prohibición de ingreso de transgénicos y establecer sanciones, se norma su ingreso recurriendo a la herramienta de “evaluación de riesgo”.

En contra del reglamento al COA y el intento de legalizar los transgénicos en las últimas semanas se ha formado una ola de protesta desde la sociedad civil y organizaciones campesinas.

En Quevedo, capital del agronegocio en Ecuador y lugar de la demanda campesina contra los transgénicos, conversamos con Germán Jácome, demandante, agricultor agroecológico y docente universitario de la Universidad Técnica de Quevedo sobre la lucha contra los transgénicos en la región.

OCARU: ¿Quiénes son los actores aquí en Los Ríos que llevan adelante la lucha contra la presencia de transgénicos?

Germán Jácome: Los actores principales somos las organizaciones del campo y es el Centro Agrícola Cantonal de Quevedo que está liderando esta lucha contra los transgénicos. La situación es muy inequitativa, pero creo que cuando hay voluntad y decisión en el pueblo para movilizarse conscientemente, ninguna batalla se pierde.

OCARU: ¿Por qué dices inequitativa?

Germán Jácome: Inequitativa porque estamos contra el aparato del Estado y especialmente el Ministerio de Agricultura y Ganadería. ¿Cómo pueden apelar a una decisión de un juez constitucional que de primera instancia falló en contra del MAG? Ese ejercicio de apelar significa que el Ministerio de Agricultura y Ganadería es cómplice de la piratería de semillas, aunque la Constitución prohíba los transgénicos.

OCARU: ¿En qué quedó el juicio contra la presencia de transgénicos en Los Ríos?

Germán Jácome: Se ganó la primera instancia que favoreció a los demandantes, en este caso a nosotros. Luego de eso apeló el MAG y ahora el juicio duerme en el olvido. El tribunal de jueces, que nosotros pensábamos que no iban a dudar, porque nuestros argumentos fueron contundentes, nos hacen pensar que duermen, por un acto de complicidad.

OCARU: En este contexto, ¿cómo interpretan el reglamento al Código Orgánico Ambiental?

Germán Jácome: Vemos que legitima la legalización para que entren en vigencia los cultivos transgénicos. Es un acto de irrespeto total a la norma constitucional, sin precedente en la historia. El Estado ecuatoriano, llamado a velar por la defensa de los derechos de la naturaleza, en vez de ser el ejemplo de aplicación de la norma, es el primero de burlarse de su norma.

OCARU: ¿Existe un diálogo entre las organizaciones campesinas y el Estado?

Germán Jácome: ¿Cómo podemos dialogar con un Estado sordo, ciego, mudo, que se burla del diálogo, del famoso diálogo? Donde hay inequidad, no hay diálogo, porque se dialoga entre iguales. El gobierno está al servicio de los grandes agronegocios. Dice que conversa con los campesinos, pero ese diálogo no existe.

OCARU: ¿Cuáles son las preocupaciones que tienen desde las organizaciones campesinas con respecto a la introducción de transgénicos?

Germán Jácome: Una de las principales preocupaciones que tenemos es que los transgénicos no resuelven el problema de pobreza rural, como hemos visto en experiencias de Argentina, Brasil, Uruguay, etc. Más bien profundizan la inequidad en el campo. Esto tiene que ver con una política pública desigual, que da privilegios a los grandes cultivos e incluso a los transgénicos. Entonces ¿qué es lo que va a pasar? La soya transgénica va a desplazar a los campesinos y va a haber un acto de secuestro de la tierra, por desposesión, entonces ese acto implica perder el derecho a la vida, el derecho a la cultura, el derecho a la comida y lo más fundamental: el derecho a la naturaleza, al trabajo y a vivir en paz, con dignidad, produciendo comida para todos y para el bien de todos.

OCARU: ¿Y ambientalmente qué significa?

Germán Jácome: Ambientalmente significa un deterioro de los ecosistemas porque se pierde la biodiversidad. Es sorprendente como los transgénicos, por la ambición del dinero, en este caso de empresas como Monsanto acaba de forma desmedida con toda la biodiversidad. Al final, hablar de soya transgénica es hablar de glifosato, ya lo ha dicho la FAO y lo han dicho varias organizaciones de carácter regional y mundial. Miren lo que pasa en los Estados Unidos, en Argentina: la empresa que produce glifosato, Monsanto, acaba de perder gran cantidad de juicios por el alto riesgo a la salud, al ambiente y a los ecosistemas.

OCARU: ¿Los cultivos transgénicos conllevan entonces un modelo de producción específico?

Germán Jácome: El problema no solamente son los transgénicos. Es el modelo de desarrollo que implica. Es decir, sea soya transgénica, sea banano no transgénico, sea palma no transgénica, el problema es ¿cómo desplazan a la agricultura familiar campesina? Aquí se encuentra una tensión fuerte porque la agricultura del futuro, la agricultura que hacemos los pequeños productores, es una amenaza para el capital transnacional y el capital de dudosa ética de la región.

OCARU: De último, ¿qué medidas piensan tomar con respecto a la presencia de transgénicos y a la lucha contra el reglamento al COA de parte de los campesinos de Los Ríos?

Germán Jácome: Vamos a seguir buscando la forma de difundir información para que la gente reflexione y se concientice con respecto a lo que implica tener soya transgénica y monocultivos en el territorio y también para demonstrar el proceso que conlleva, que se dirige, por ejemplo, hacia la extranjerización de la tierra.

*Investigadora asociada al Centro Latino Americano de Ecología Social y al Observatorio del Cambio Rural. 

Esta entrevista fue publicada en Ocaru

 

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