17 diciembre 2012
Con la novedad padre Anselmo que su santo pontífice, el Papa Benedicto nos eliminó de un solo plumazo al burrito del pesebre. Así que para esta navidad no nos queda de otra que esconder al burro. Como segundo paso habrá que sacar del repertorio de los villancicos el famoso “con mi burrito sabanero voy camino de Belén…” Como tercer paso, y de yapa, le cuento que también eliminó al buey, lo que en cristiano quiere decir: ni bueyes ni burros en el nacimiento. Deduzco que lo que quiere el Santo Padre es un pesebre más intelectual.
Padre Anselmo, yo si quisiera saber cómo les explico a mis hijos que ya no hay burrito en el pesebre. Porque entonces cómo mismo es que se transportaban José y María por esos lares si no disponían de caballo. Porque clarito dice la canción: con mi burrito sabanero, en ningún caso dice, con mi caballo sabanero. Pero como Don Benedicto parece ser de doctrina bien fina, ¿no será de cambiar el burro por algún unicornio con alas? Así le damos más categoría al nacimiento, digo yo. Con mi unicornio sabanero voy camino de Belén.
Lo que queda claro es que Don Ratzinger sabe lo qué es hacer cambios. Primero nos eliminó el limbo y ahora el burro y el buey. Luego nos resucita al infierno, por ahí nos confunde con el purgatorio. Ahora solo falta que diga que la pedofilia es un fuego interior que purifica el alma del pecado. Y para seguir con los cambios, el Papa sostiene que los reyes magos no llegaron de oriente, sino de Andalucía; es decir los reyes fueron españoles. Entonces un diálogo de los tres reyes sería más o menos:
– Baltasar, tío, que la estrella de Belén está lejos, eh?
– Vos tenéis la razón, Melchor, pero venga chaval, que ya me estoy cansando de tanto viaje, joder! Qué pensáis Gaspar?
– Pues, dejame deciros que sois los dos unos gilipollas, que ya llegamos. A estos tíos les falta fe. ¡Caminad, capullos!
Si Benedicto se las trae, él sí que sabe de teología, de historia y de cómo resignificar las escrituras. Mejor dicho, los magos de oriente, ahora son todos ibéricos. Y cuidadito con que había un negro entre ellos, ahora todos pasan a ser rubios, ojiazules y de tez benedictiana. Con seguridad, yamismo borra del mapa a los camellos y la estrella de Belén bien podría ser la luna de Madrid. En un futuro libro del Papa no sería nada raro leer que José, en realidad, era banquero y que María era dueña de una empresa minera.
Bueno, Padre Anselmo, sin otro particular, me despido de Usted, y ojalá que el domingo nos pueda explicar las palabras del Papa. Y para estar acorde con su Santidad, que envés de vino de consagrar, ahora sea coca cola para la sed apaciguar. Amén.
Muy bueno.
[…] Fuente: lalineadefuego.info […]