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20 Enero 2014
Es inquietante que periodistas ecuatorianos se organicen fuera del país, pero el Presidente con sus condenas y acusaciones termina por darles razón. Ratifica así que sí hay amenaza a la prensa, a periodistas que no comparten su posición. Si la expresión de lo diferente a lo oficial busca expresarse fuera de un país, revela una pérdida de espacios internos de expresión y que la coerción le va ganando a la razón, principios y justicia; una desconfianza en las instituciones internas que lleva a que la disidencia busque protección en el exterior, en tribunales internacionales o en la escena internacional.
La condena al proyecto de una agencia internacional de noticias en Panamá, prestándole intenciones no probadas que contradicen lo que los autores dicen, acaba por dar razón a esos periodistas por la falta de garantías internas, como en los 70. Las condenas e insultos con la idea del complot a periodistas que han demostrado sentido de investigación ante hechos que no se quiere ver (¿esconder?) e independencia, ya resulta afuera inaceptable. La prensa y organismos internacionales ya hacen eco a estos periodistas. Eso crecerá y se volverá incontrolable, pues con esta condena o la sanción a Jiménez, Villavicencio y Cadena, o la que amenaza a Bonil, y los crecientes casos de uso político de la justicia, se crea la figura de perseguidos políticos y se ven los trapos sucios la justicia arbitraria. El proceso legal configura lo que antes se llamó dictadura legal. ¿Por qué Correa persiste en crear estos precedentes que, cuando se desmorone la legitimidad actual, justificaran el borrar todo y volver a empezar? Se dirá que todo fue imposición arbitraria ¿o es como se dice, que algo se quiere esconder? ¿o es algo irrefrenable de una personalidad? Por ahora crea indignación en más sectores.
El presidente acusa a Martha Roldós de nexo con la CIA sin sustento sino su suposición, eso le da buena pinta de izquierda, aunque no haya proyecto en consecuencia.
Recordé que hace años, el secretario del P. Comunista, me acusó de ser de la CIA, por tres “pruebas contundentes”: un artículo mío sobre la izquierda polaca alternativa, promover los derechos de los pueblos indígenas y los de las mujeres. Según él, yo promovía la “división” de la clase obrera, algo propio de la CIA ¿verdad? Los autoritarismos al condenar al contendor, no debatir ideas, menos tolerarlas, terminan por asociar cualquier idea con lo condenable, con tal de configurar el complot para justificar la arbitrariedad. Aborrecen la razón y el pluralismo; es mejor el negro y blanco para convencer que solo su posición es la buena, pues tendrían buenas intenciones; una visión de la política que la empobrece y desprecia a la inteligencia colectiva.
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