Seis años después de la aprobación de la Constitución de Montecristi mucha agua ha corrido debajo del puente. Más allá de que los compadres se hayan peleado, está el hecho objetivo de que la fracción que se quedó con el poder, ahora necesita de reformas.
Acosta, Vega y Darquea firman una carta dirigida a los ex Asambleístas constituyentes en la que se les recuerda los ideales originales de la Revolución Ciudadana. Fue un acto de vida, dicen, que debía durar trescientos años. Ese proyecto ha sido traicionado por Alianza País y el presidente Correa.
¿Es realmente así? Creo que no. Correa es el político más consecuente con su programa original. Su tendencia al autoritarismo es una necesidad objetiva dentro de la lógica de reformar el viejo poder oligárquico que todavía no comprende que la propuesta de Correa no entraña ninguna revolución. Aún para la reforma se necesita la fuerza.
Pero es una lástima que la ética patriótica de los ex asambleístas firmantes no comprenda que a la izquierda de Correa sólo puede estar una posición revolucionaria, que conciba un nuevo programa continente de otra economía y otra democracia. Parecen no darse cuenta que reclamar derechos sobre el programa original, a estas alturas del proceso, es como decir quítate tú para ponerme yo, porque tú no sabes cómo hacer la reforma, nosotros sí.
La mayoría de edad en política está dada por la decisión que se tiene para oponer el poder oligárquico el poder revolucionario, cosa que no puede hacer ni Correa ni tampoco podrán los ex asambleístas, desde el momento que dicen defender el mismo programa reformista que Correa defiende. Una Constitución del pueblo será una Constitución radical y entonces si podrá durar trescientos años, porque tirará a la basura la trampa de la democracia burguesa.
fuente: http://www.lahora.com.ec/noticias/show/1101694201#.U7QJI7H5dUk