“No queremos la igualdad escrita en una tabla de madera, la queremos en nuestras casas, bajo nuestros techos.”
La “Conspiración de los Iguales”
François Babeuf
De que callada manera… diría Milanés. De cualquier forma, nada ni nadie asegura la expresión de lo expresado. El significante exacto lo tiene solo el que lo piensa, porque siempre existirán códigos ocultos y sensibles que escapan al control. Por ello, hablar o hacer silencio pueden ser un ruido deliberado de resistencia. Imaginemos una sociedad sin respuesta o solo con aplausos a las formas de gobierno: ¿podrá decirse o andar diciendo que es democrática? O ¿puede garantizar su autoritarismo eternamente?…entonces hasta el silencio absoluto puede ser subversivo. Los padres sabemos que la peor rebeldía de un hijo es el silencio prorrogado.
¿Porque el poder procura el silencio, no sabe acaso que en el silencio conspiran los iguales. No sabe el poder que los que rompen el silencio son democrático creyentes, cívicos probos que levantan puños, pancartas y piedras?
Las proximidades ideológicas de las clases subalternas o de los sujetos rebeldes en su proyecto histórico, buscarán el encuentro y el reencuentro entre realidad y sueño, haciendo sentir presencia: con la palabra, el silencio o la acción, y eso es presencia conspirativa. Solo el poder que es inseguro requiere el calor de los consensos y en ese sentido, disputa en voraz y omnívoro apetito la aprobación de las masas, y las trata como audiencias. Los intelectuales orgánicos no sopesan deportivamente el conflicto de hegemonía y actúan desde los matices de una conspiración que puede ser expresión o silencio, marcha o pausa, colectividad o individualidad, presencia o ausencia temporal. Recordemos, el poder para existir, insiste en ser una certeza y ahí radica su debilidad, pero la revolución que no es una certidumbre, asume la utopía como su fortaleza, casi una poesía.
El asunto de las influencias es relativo, la izquierda que influye en la intelectualidad tiene futuro y, a la inversa, si el poder no conquista el intelecto, será crónica de muerte anunciada y los hablantes de ahora serán los silentes de mañana. El acto epistemológico del contrapoder antes que nada, es atreverse a no obedecer, así como la axiología y la epistemología del poder es la sumisión y el silencio… a su manera.
El silencio del pensamiento critico inteligente y rebelde será siempre un silencio que prefigure la memoria imaginaria incandescente, entusiasta a veces austera, se echará incluso a dormir una siesta de reposo para reflexionar a fondo estrategias contundentes nacidas después de admitir el miedo, (porque luego será necesaria la valentía que sabrá dominar miedos formas). Pero la morfología de la ausencia no debe llevar jamás al error o la traición, y será pertinente soñar en la insistencia y en el retorno ¡volver a empezar¡. Al paso, los cuentos arbitrarios del poder con sus dispositivos ilusorios o semánticas ajenas a su esencia, habrá que desentrañarlas. Denunciar, por ejemplo, lo mezquino de hacer callar a una maestra rebelde mientras se intenta solidarizarse con un ex agente de la CIA, que no por traidor es un santo, o declarar soberanía porque se renuncia al cuerpo del deseo consuetudinario para reemplazarlo por otras perversiones.
Nunca será un abuso intelectual minimalista confiar en la táctica de la resistencia popular y prolongada, o desconfiar en el mosaico de la oferta fascista o reformista. Pero atención, el poder no puede ser mirado como otrora, como el enemigo sincero de antes, pues ahora esta antropomórficamente trasformado entre discursos que se entrecruzan con nuestros verbos. Buen ejercicio intelectual será por eso, tomar la oferta del estado e impulsar su cumplimiento sin perder el honor de ser oposición.
La dialéctica revolucionaria que ve el poder sin susto, como una tecnología o como una maquinaria con efectos de dominación, encuentra diferencias Epistemológicas entre los saberes de los gobernantes y nuestras energías, que observan bien el pasaporte buscador de ciencia en el razonamiento social, y que al fin sabrá ganar la ultima batalla donde el poder será obsolescencia y la libertad será temprana.