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jueves, noviembre 21, 2024

LA FUERZA DE LOS “BORREGOS”. Por Jorge Oviedo Rueda

Vamos directo al grano. Las certeras y largas explicaciones que mi  amigo, el doctor Diego Delgado Jara, ha hecho sobre la “maldad” del correísmo son suficientes para demostrar que la década perdida ha sido, en efecto, tiempo perdido para los ecuatorianos.

No es chisme, es verdad. Para muestra basta un botón: el expresidente Rafael Correa no pudo jamás sacudirse el dogal de la deuda externa y, al final de su periodo, dejó al Ecuador más endeudado que sus antecesores. Eso está más claro que el agua y no necesitamos llover sobre lo mojado.

Durante esta última década no nos hemos cansado de sostener que el gobierno de Correa ha sido, y con mucho, el mejor de los gobiernos que la derecha ha tenido. Se planteó correctamente dar fin a la trunca revolución liberal de Alfaro haciendo lo que la plutocracia liberal traicionera no hizo después de asesinar al Viejo Luchador. Con Correa se consolida el Estado Nacional que la Revolución Liberal inauguró,  por eso la red vial espectacular y toda la obra material que hizo el correísmo se enmarca en ese proceso; pero ese proceso tenía marcados sus límites: no podía ir más allá de una tibia redistribución de la riqueza nacional, configurando, desde el fondo, un capitalismo de base popular. Todo lo que Correa hizo debieron haberlo hecho las élites después de la muerte de Alfaro, pero no lo hicieron. Apoyados en la “democracia” norteamericana tallaron un país elitista que, en esencia, mantenía las mismas características del viejo país colonial.

A comienzos del siglo XXI era imposible triunfar políticamente con el viejo discurso social de estilo velasquista. Jalones históricos como la irrupción del movimiento indígena, las luchas del Frente Unitario de Trabajadores (FUT) en la década de los ochenta, el surgimiento de un pensamiento crítico que buscaba salir del marasmo académico oficial, entre otros aspectos, había abonado el terreno para que las masas entendieran y respaldaran un nuevo tipo de discurso. La partidocracia no podía calafatear más su derruida nave, carcomida por la feroz corrupción que pocos años antes había recurrido al salvataje bancario para seguir flotando. La izquierda tradicional estaba copada por dirigentes que buscaban destacarse en el tinglado político y no hacer la revolución. Seudo socialistas como León Roldós y Enrique Ayala Mora se amparaban en sus pergaminos para engatusar a las bases populares, “educándoles” en la idea de que una transformación radical no era posible. Este tipo de dirigente surgió en toda la izquierda histórica y son más responsables que la misma derecha de haber retenido el proceso de radicalización de la lucha popular.

Es en este paisaje que aparece Rafael Correa Delgado. Demostrando la capacidad que nunca tuvieron los dirigentes de la izquierda tradicional, comienza a manejar un discurso no sólo anti oligárquico, sino radicalmente revolucionario. Con él confronta a la oligarquía, fustiga a los empresarios, pone contra la pared a algunos cadáveres políticos y, sobre todo, adula a los sectores populares que comienzan a ver en él al líder que habían estado esperando. Este es el meollo del asunto. Correa propuso una revolución, a la cual le dio el calificativo de ciudadana, para lo cual logró el apoyo de todas las fuerzas políticas y sociales del país que iban del centro a la izquierda. Gracias a ese apoyo Correa ganó más de diez elecciones populares y, si le dejan, volverá a ganar. Este es el meollo del asunto. Veamos.

Los “borregos” al poder 

Dejemos a un lado lo realizado por el correísmo durante la década que ellos llaman “ganada” y la trucha oposición “perdida”. Centrémonos en las razones por las que del centro de notables hasta la rancia oligarquía odian a Correa.

En orden de prioridad comencemos por la labor tributaria del correísmo. No me interesan las cifras, me interesa el hecho de que Correa se atrevió a cobrar impuestos a los ricos. No hundió el bisturí hasta la raíz de esta metástasis, pero se atrevió. Respuesta, odio visceral de los deudores.

Dos, fue capaz de confrontar a los medios de comunicación que representaron siempre los intereses dominantes. Aprobó una Ley y mandó al pueblo a limpiarse bendita sea la parte con sus periódicos. Creó un sector público de comunicación que trató, sin lograrlo, de ser una alternativa de calidad a la comunicación mercantil. Nadie en la historia del Ecuador lo había hecho. Resultado: el odio repetido visceralmente a diario por radios, periódicos, revistas, canales de televisión, hojas volantes y hasta paredes de las letrinas públicas.

Tres, se atrevió con la educación privada en su nivel más superficial como fueron las universidades de garaje e impulsó una educación pública cuyo objetivo planteado fue superar la educación privada. Esta reforma, aunque ni siquiera llegó a rasguñar el problema de la educación, concitó el odio de los mercachifles de la educación. Hasta académicos de renombre como el ibarreño Ayala Mora pusieron el grito en el cielo al ver amenazados sus privilegios. Otro frente desde el cuál se hizo tiro al blanco con Correa, a diario y con la pasta de los títulos académicos que, en nuestro país, funcionan como títulos nobiliarios.

Puso los puntos sobre las íes en lo que a la seguridad social de las fuerzas armadas y policía se refiere. Tocar el bolsillo de los soldados fue una valentía histórica. De ese sector ha salido un odio amenazante y soterrado que ha mantenido la estabilidad democrática del Ecuador en vilo.

Construyó una infraestructura eléctrica que les quitó de la boca el pastel a los oligarcas guayaquileños, sobre todo y les alzó la voz a Nebot y a todos los patrones del Ecuador, agrupándoles bajo el apelativo de “pelucones”, con lo cual estimuló el odio de los oligarcas y de una parte de la clase media aspirante a serlo.

Y se tomó la justicia, hasta entonces coto cerrado de los sectores económicos y políticos poderosos del Ecuador. Ahí donde reinaba la voluntad, unas veces de recalcitrantes socialcristianos, otras de tibios socialdemócratas, de mojigatos democristianos y en fin, de lo más conspicuo de la “gente buena”, Correa impuso reglas y procedimientos que seguramente favorecían la consecución de sus objetivos, prevalido, con justísima razón, de que nunca la justicia ha sido ciega. El odio de los de arriba se generalizó, atacando cruelmente su atrevimiento.

Y muchos otros detalles que concitaron el odio, por ejemplo, de un sector intelectual acomplejado que no supo nunca alcanzar el nivel del mandatario que se atrevía con cualquier tema, sean de este o del otro mundo. Correa fue capaz de imponer sus razones, a lo que el odio le dio el nombre de autoritarismo.

No es este un análisis para evaluar la gestión del correismo. Lo hice semana a semana durante toda una década. Es para destacar un aspecto que, estando a la vista de todos, parece que nadie lo quiere ver: el apoyo popular a la figura de Rafael Correa. ¿Cuáles son las razones por las que Correa tiene respaldo popular? Las mismas por las cuales la oligarquía le odia, contesto, no tanto por lo que hizo -que fue lamentablemente superficial-, sino por lo que dijo y sigue diciendo en su discurso. Es un discurso de izquierda, el único capaz de dar triunfos electorales y concitar el odio de los sectores dominantes. Desde la política esto es lo más importante. Lo demuestran a cada momento líderes que surgen a lo largo y ancho de nuestro continente, como Andrés Manuel López en México, Petro en Colombia, Lula, Cristina.

Desde esta óptica, hoy en el Ecuador la única fuerza política peligrosa para los intereses oligárquicos es el correismo, pero con una diferencia cualitativa en relación al momento de su surgimiento y es que eso que la vesania oposicionista llama “borreguismo” es ahora una masa cualitativamente diferente, dicho de otra forma, es una masa que tiene claro que el objetivo de la política es el poder. Nunca antes en nuestra historia política hemos vivido un momento como este. Eso es obra de Correa, exclusivamente, en diez años de sabatinas, en diez años de haber trabajado sin descanso, de conducta ejemplar como político que sabe que al frente suyo tiene a un enemigo poderoso. Ahí la diferencia con un político mediocre, sin convicciones de lucha, como Lenin Moreno.

El desafío del correísmo

El odio es el talento de los envidiosos. Con el exclusivo fin de dejar fuera de la carrera electoral a Correa, Lenín Moreno convocó a una consulta popular. Eligió, a dedo, un Consejo de Participación y Control Social – Transitorio que terminó nombrando a un Fiscal ad hoc para inculpar penalmente al ex mandatario. A estas alturas ya se consumó un magnicidio legal. Correa será impedido de ser candidato en el 2021 y probablemente nunca más.

¿Fin del correísmo o comienzo de un correísmo sin correa? Difícil borrar de la conciencia nacional un fenómeno político como el correísmo. Sólo puede ser comparado con el liberalismo decimonónico, con su efecto ideológico en la conciencia de las masas. La diferencia está en que el Viejo Luchador conmocionó la conciencia colonial saturada de confesionismo y pujos aristocráticos y  Correa agarró la punta del ovillo de una conciencia de clase cuyo horizonte no es otro que la revolución y el socialismo. Las montoneras de Alfaro luchaban contra el clero y por la libre empresa, los ““borregos” correistas han comenzado a comprender que la lucha es por el poder y la transformación social del Ecuador. Los acontecimientos les harán comprender que también es por el socialismo.

Yo creo que la historia está llevando al correísmo a un callejón cuya única salida es la revolución. No son los individuos los que hacen la historia, son las masas, las clases sociales que van de abajo hacia arriba. La oligarquía tiene plena conciencia de clase, razón por la que trata de impedir –y lo hará a sangre y fuego de ser necesario- que las masas irredentas tomen conciencia. El odio es su punta de lanza y en ese vómito pestilente se embarran “inteligentes” periodistas, “destacados” intelectuales, “correctos” empresarios, “notables” vejetes que, con la partidocracia histórica ven, en la debilidad de carácter del licenciado cuántico, la oportunidad para volver a abrir la puerta de entrada a su mundo de siempre que la audacia de Correa se había atrevido a entrecerrar.

Es esto lo que hay que rescatar del correísmo, nada más. La corrupción de su entorno, los personajes que lo acompañaron, los oportunistas que de la noche a la mañana se pusieron el traje de la revolución, esa pequeño burguesía que hizo de la política cuchara, los seudo teóricos que propusieron el paraíso sin antes haber trazado el camino, los prepotentes del poder, los orgullosos, los que sin tener ni una idea en la cabeza se auto designaron conductores del pueblo y toda esa fauna de oportunistas que lucraron del proceso, tienen que hundirse con su cuántico traidor y ser enterrados para siempre en el olvido. Hay que partir del nivel de conciencia adquirido por los “borregos” correístas y avanzar a la revolución, más allá de su líder histórico y de la reforma progresista.

Esta es la hora de los movimientos políticos chicos, de los que pueden dar dirección revolucionaria porque tienen ideología, de los que sin complejos comprenden la necesidad de estructurar un correísmo sin Correa que gire más a la izquierda de lo que estuvo en su primera etapa y profundice el proceso.

Ñucanchic Socialismo plantea la unidad de las pequeñas fuerzas revolucionarias para unirnos a la marcha de los “borregos” correístas, unidos pero diferenciados  en la lucha común por una Patria nueva.

 

 

 

 

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PENSAMIENTO CRÍTICO
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5 COMENTARIOS

  1. Un análisis muy bien elaborado del proceso de cambio provocado por Rafael Correa, constructor potente del Estado, de la Patria.

    • La fortaleza del Estado se realizó inversamente proporcional al protagonismo de la sociedad civil. El resultado implosióno el intento

  2. Un artículo lleno de falsedades que todavía se atreve a citar a Diego Delgado Jara que es generalmente muy acertado.
    Voy a citar las más relevantes:
    1. “Durante esta última década no nos hemos cansado de sostener que el gobierno de Correa ha sido, y con mucho, el mejor de los gobiernos que la derecha ha tenido.” Lo único verdadero aqui es que fue un gobierno de derecha pero sin duda el peor de todos y el de más a la derecha, cercano al fascismo.
    2. “Con Correa se consolida el Estado Nacional que la revolución liberal inauguró, por eso la red vial espectacular y toda la obra material que hizo el correismo se enmarca en ese proceso.” Se olvida que Eloy Alfaro terminó la construcción del ferrocarril, Correa apenas rehabilitó un pequeño ferrocarril con fines turísticos y construyó carreteras para favorecer a la oligarquía del transporte y a las clases medias altas que disponen de vehículos propios con una enorme corrupción.
    3.”…hoy en el Ecuador la única fuerza política peligrosa para los intereses oligárquicos es el correismo…” Pero si en el correismo se enrriquecieron los banqueros y grupos económicos como los Wright, los Eljuri, Noboa (la hermana) y sin contar la lumpen oligarquía en ciernes de políticos y empresarios ligados al correato (Cadena, el tío de Glas, etc.).

  3. 4. “Puso los puntos sobre las íes en lo que a la seguridad social de las fuerzas armadas y policía se refiere.” Pero el punto fundamental es reorganizar esas fuerzas para reducirlas y eso jamás hizo.
    5. “Construyó una infraestructura eléctrica que les quitó de la boca el pastel a los oligarcas guayaquileños,…” Se olvida de mencionar que son hidroelectricas con fisuras y sobredimensionadas.
    6.”Y se tomó la justicia, hasta entonces coto cerrado de los sectores económicos y políticos poderosos del Ecuador.” Aqui tiene razón pero cambió muchos amos por uno sólo constituyendo un poder dictatorial.
    7.”Y muchos otros detalles que concitaron el odio, por ejemplo, de un sector intelectual acomplejado que no supo nunca alcanzar el nivel del mandatario que se atrevía con cualquier tema, sean de este o del otro mundo.” Aqui confunde un bocón con un sabio.
    8….”el apoyo popular a la figura de Rafael Correa. ¿Cuáles son las razones por las que Correa tiene respaldo popular?… “Es un discurso de izquierda, el único capaz de dar triunfos electorales y concitar el odio de los sectores dominantes.” Tiene razón en parte, pero más es un discurso revanchista similar al de Abdalá Bucaram.
    9.”Desde esta óptica, hoy en el Ecuador la única fuerza política peligrosa para los intereses oligárquicos es el correismo, pero con una diferencia cualitativa en relación al momento de su surgimiento y es que eso que la vesania oposicionista llama “borreguismo”” Verdad a medias porque para la oligarquía tradicional es peligroso el advenimiento de la nueva lumpen-oligarquía delincuencial.
    10. “Eligió, a dedo, un CPCT que terminó nombrando a un Fiscal ad hoc para inculpar penalmente al ex mandatario.” Totalmente falso, El CPTCT fue elegido por la Asamblea de acuerdo a un mandato del pueblo y el Fiscal era a quien correspondía.
    11. “los ““borregos” correistas han comenzado a comprender que la lucha es por el poder y la transformación social del Ecuador.” Los “borregos” lo único que aspiran es al poder para enrriquecerse.
    12. “Yo creo que la Historia está llevando al correismo a un callejón cuya única salida es la revolución.” NO SEÑOR, la única salida del correismo es su disolución.
    13.”Hay que partir del nivel de conciencia adquirido por los “borregos” correistas” De qué consciencia habla???
    14. “Esta es la hora de los movimientos políticos chicos, de los que pueden dar dirección revolucionaria porque tienen ideología, de los que sin complejos comprenden la necesidad de estructurar un correismo sin Correa que gire más a la izquierda” Pero Señor, el correismo lo único que tuvo de izquierda son las canciones como la del Che Guevara y “Venceremos”.

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