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LOC: LA INSOPORTABLE LEVEDAD COMUNICACIONAL DEL SILLÓN VICEPRESIDENCIAL. Por Carlos Villacís Nolivos

16 diciembre 2018

Hay momentos en la vida en que lo casual puede no serlo y lo que parece determinado de antemano en realidad es fruto del azar. Esto, que no es una ley de la vida, aconteció entre el 10 y el 11 de diciembre de este año. Ese día, dos hechos aparentemente extraños entre sí confluyeron para colocar un hito polémico en el ámbito de la comunicación.

La cuenta regresiva de la LOC

Por un lado, tras 1995 días de vigencia (1), la Ley Orgánica de Comunicación (LOC) fue colocada en una especie de centro de un ruedo taurino en el que una abrumadora mayoría de aficionados se aprestan a verla sangrar profusamente. El 10 de diciembre de 2018, la Comisión de Derechos Colectivos, Comunitarios y de la Interculturalidad de la Asamblea Nacional aprobó el informe para segundo debate del proyecto de reformas a la LOC.

Este informe, del cual no cabe la menor duda que será aprobado por el bloque neoliberal cuyo más reciente miembro es Alianza PAIS, elimina tan solo 28 artículos de la ley original, pero esta extirpación realmente quirúrgica equivale a quitar la columna vertebral de una persona. En otras palabras, transformarán al león pintado en el imaginario colectivo por los dueños de los medios de comunicación en un apacible cordero, silencioso y decorativo.

La LOC ‘operada’ estaría a las puertas de eliminar las siguientes ‘vértebras’ legales:

  • Los artículos 55 al 59, que viabilizaron la existencia de la Superintendencia de Información o Comunicación.
  • Los artículos 9 y 10 que exigían a los medios de comunicación a tener un código deontológico.
  • El artículo 26 sobre el linchamiento mediático.
  • El artículo 20 relacionado con la responsabilidad ulterior de los medios de comunicación.
  • El artículo 21 sobre la responsabilidad solidaria de los medios.

Es cierto que no todo es negativo, como la reforma al artículo 48, sobre la composición del Consejo de Regulación, Desarrollo y Protección de la Información (Cordicom), que ahora tendrá entre sus delegados con voz pero no con voto, a las universidades que enseñan comunicación, elegidos por colegios electorales del controvertido Consejo de Participación Ciudadana y Control Social. A esto hay que agregar el respeto a la exigencia de titulación universitaria para ejercer el periodismo, lo que no fue tocado gracias a la presión social de comunicadores y universitarios a través de las redes sociales y movilizaciones, más no porque exista un criterio técnico por parte de los asambleístas.

Finalmente, como para reafirmar el carácter supuestamente justiciero que originaría la ofensiva neoliberal en contra de la comunicación, el informe de la Comisión recomienda que el nuevo Cordicom, nacido de las cenizas de la actual ley, revise las sanciones impuestas a los medios por parte de la Supercom.

La comunicación se vuelve innombrable

El segundo elemento en este juego de casualidad y determinación es Otto Sonnenholzner Sper, el vicepresidente de la República número 16 desde el retorno de país a la democracia representativa, en 1979. Sonnenholzner también es el tercer Segundo Mandatario en los 17 meses de la administración de Lenín Moreno. Sus antecesores, Jorge Glas Espinel y María Alejandra Vicuña, permanecieron en dicho cargo tan solo 228 días y 334 días, respectivamente (2).

Este hecho aparentemente fortuito y desconectado de los temas comunicacionales toma relevancia cuando es conocido que el nuevo Vicepresidente de la República – elegido parlamentariamente el 11 de diciembre de 2018 – ejerce el periodismo en su propia emisora radiofónica (Tropicana), ha sido dirigente gremial en representación de los medios de comunicación (Asociación Ecuatoriana de Radiodifusores en Guayas) y en sus primeras declaraciones siempre ha destacado su activa militancia en favor de la libertad de expresión durante el correísmo. En pocas palabras, el nuevo Vicepresidente encarna en cuerpo y alma el espíritu en contra de la Ley Orgánica de Comunicación.

Sonnenholzner llegó apadrinado por los medios de comunicación, tanto privados como gubernamentales. Así, por ejemplo, el diario gubernamental El Telégrafo resume su criterio editorial en el título del breve perfil construido tras su nominación en el cargo por parte de la Asamblea Nacional. “Sonnenholzner, el radiodifusor y empresario con capacidad de lograr la conciliación” (3).

Por su parte, los medios privados no tardaron en darle la bienvenida resaltando su personalidad. La entrevistadora del noticiero mañanero de Teleamazonas, Janeth Hinostroza, dijo en su cuenta de Twitter: “(…) Me impactó su serenidad. Y la transparencia se puede ver a través de sus ojos. Buena suerte colega”. (4) ¿Alguien tiene duda que esto no es una bendición? Y aún más radical es la opinión de la periodista de Ecuavisa, Tania Tinoco, quien aún antes de la elección alabó a Sonnenholzner al mejor estilo monárquico, destacando su origen familiar como credencial para obtener el cargo. (5)

El nuevo Segundo Mandatario ya ha adelantado que uno de los ejes de su gestión tiene que ver con los temas comunicacionales y anticipó que “trabajará por una Ley de Comunicación para todos”. (6)

Adicionalmente – esto sí es azaroso pero no por ello no fue aprovechado políticamente -, la extrema dificultad que existe para pronunciar su apellido se convirtió en un pretexto para la hilaridad y la creatividad de memes y chistes, lo que en un contexto nacional complejo solo ayudó a ‘suavizar’ el trauma político derivado de la insoportable levedad del sillón vicepresidencial.

El azar y el destino ponen a la comunicación en la mira

Es así como con horas de diferencia se configuró el cuadro perfecto para limitar la defensa social ante los abusos que pueden presentarse en el ejercicio periodístico. El 10 de diciembre se aprobó el informe para las reformas a la LOC y el 11 de diciembre un empresario-propietario de los medios de comunicación fue elegido Vicepresidente de la República. Son dos hechos aparentemente desconectados, pero que por su naturaleza tienen profundos nexos. Son fortuitos pero nada casuales. Desde el punto de vista político ambos acontecimientos se juntan y emiten un poderoso mensaje: “la rebelión social en contra de la comunicación mercantilista ha terminado… es hora de retomar el poder”.

De allí que tampoco es casualidad que comiencen a aparecer voces que pidan ir más lejos en las reformas comunicacionales que fortalezcan el predominio de los medios (control burgués) en los medios. En este contexto se pueden ubicar las declaraciones del excandidato presidencial y líder de una facción de la derecha, Guillermo Lasso, quien señaló que es hora de pensar en reformas que permitan a los empresarios volver a ser dueños de medios de comunicación (7 – 8).

Como se ve, tras poco más de cinco años de vigencia, la Ley que para los dueños de los medios de comunicación se convirtió en el símbolo de la represión está a las puertas de ser reducida a su mínima expresión, mientras en el poder se entrona uno de sus más prolijos representantes. Ya lo dijo el filósofo alemán del siglo XVI con un nombre igual de difícil que el actual Vicepresidente, Johann Gottfried Von Herder: “Los dos mayores tiranos del mundo: la casualidad y el tiempo”. No hubo casualidad… el tiempo lo dirá.

PRÓXIMO ARTÍCULO: ¿Está listo el paredón de la Ley de Comunicación?

Notas:

La pregunta 3 de la consulta popular y referéndum decía:

¿Está usted de acuerdo con prohibir que las instituciones del sistema financiero privado así como las empresas de comunicación privadas de carácter nacional, sus directores y principales accionistas, sea dueños o tengan participación accionaria fuera del ámbito financiero o comunicacional, respectivamente, enmendando la Constitución como lo establece el anexo 3?

ANEXO 3

El primer inciso del artículo 312 de la Constitución dirá:
“Las instituciones del sistema financiero privado, así como las empresas privadas de comunicación de carácter nacional, sus directores y principales accionistas, no podrán ser titulares, directa o indirectamente, de acciones o participaciones, en empresas ajenas a la actividad financiera o comunicacional, según el caso. Los respectivos organismos de control serán los encargados de regular esta disposición de conformidad con el marco constitucional y normativo vigente”.

En el primer inciso de la disposición transitoria vigésimo novena dirá:
“Las acciones y participaciones que posean las instituciones del sistema financiero privado, así como las empresas privadas de comunicación de carácter nacional, sus directores y principales accionistas, en empresas distintas al sector en que participan, se enajenarán en el plazo de un año contado a partir de la aprobación de esta reforma en referéndum”.

La pregunta 9 de la consulta popular y referéndum decía: ¿Está usted de acuerdo con que la Asamblea Nacional, sin dilaciones dentro del plazo establecido en la Ley Orgánica de la Función Legislativa, expida una Ley de Comunicación que cree un Consejo de Regulación que regule la difusión de contenidos de la televisión, radio y publicaciones de prensa escrita que contengan mensajes de violencia, explícitamente sexuales o discriminatorios; y que establezca criterios de responsabilidad ulterior de los comunicadores o medios emisores?

Foto: Reuters

 

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3 COMENTARIOS

  1. Un artículista que habla del “control burgués” sobre la prensa pero nunca habló del control neofascista de parte del correato. Perdonen, pero prefiero el primero.

  2. Ningún control es bueno en democracia, la comunicación social se debe realizar con transparencia de responsabilidad y eso en nuestros medios no existe, priman los intereses de los dueños o sus amigos y eso duela a quien le duela es la realidad

    • Estoy de acuerdo con Ud. ningún control es bueno, pero fíjese que yo he puesto “control burgués” entre comillas porque no creo que exista. Lo que existe es lo que Ud. dice que “priman los intereses de los dueños o sus amigos” pero en cualquier sistema eso es inevitable por lo cual para tener una verdadera libertad de prensa se requiere que más intereses estén representados y por eso una ley de comunicación debe tener el menor número de restricciones posibles.

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