“La obediencia en las sociedades modernas es un vicio repugnante más que una virtud cristiana. Todas las atrocidades de la guerra son consecuencia directa de alguien que obedeció en lugar de pensar” Buenaventura Durruti
Todo empezó con los imaginarios que grafican la vigencia de lo horizontal, criticando el pasado vertical con la gracia placentera del poder. La forma constante de la gesticulación incansable del verbo y la amplia sonrisa de oreja a oreja, de este a oeste, se tomaron plazas y balcones, avenidas, idas y venidas.
La ironía y el sarcasmo de alegre apariencia se fue matizando de insultos e improperios con dosis de amargura cuando el gran timonel enfrentó las demandas ciudadanas que desdibujaron sus sonrisa. Sobre todo la neurosis se puso en evidencia ante las manifestaciones callejeras, las malas conductas de los adolescentes y la rebeldía de las mujeres, fueron acontecimientos insoportables, insufribles. Nacieron y crecieron las amenazas hacia medios de comunicación, algunos proyectos de leyes se suscitaron y otros abortaron o fueron malparidos (COIP, código laboral, Libertad de Expresión, penalización del aborto hasta por violación, ley de aguas etc.)
La nueva expresión de verticalidad no solo se manifestó en la sonrisa: las manos se alzaron verticalmente en la asamblea gobiernista, y desde arriba se fueron generando todos los edictos, hasta las disposiciones de dialogar o callar. Las verticales condiciones nada divertidas, redundaron sobre todo cuando el pueblo trabajador se atrevía a pensar y a movilizarse por su cuenta, y la sonrisa cada vez más fingida se fue haciendo vertical.
La verticalidad del poder intensificado, se fue implicando seriamente en un modelo de gobierno piramidal nada risueño, que busco que todos acepten que quien manda está arriba y debe continuar allá arriba por secula seculorum, y así el altísimo creyó que ese posicionamiento haría del ciudadano sujeto obediente que el soberano era él y no el pueblo llano, ‘ver mejor’ desde arriba , para vigilar y castigar seria la nueva carcajada donde quien manda no pregunta, impone.
Verticalidad democrática que modificó dramáticamente los sueños de quienes creyeron en Montecristi , y que recuperó la arquitectura gobernante de la vieja derecha con más autoritarismo. Omisión a la actuación del pueblo que podrá votar, pero no cuestionar al mandatario. Y una nueva convicción: ya no hay gobernantes elegidos.
El consejo de Maquiavelo – el Príncipe puede tomar una decisión, con tal de que sea capaz de ‘justificarlo’ – se hizo parte de la agenda post mortem de la fatalidad dada, al tiempo que también se recuperó la vieja consigna de la” partidocracia”: ni un paso atrás (cuando la patria perdió Twinza) si de decisiones se trataba.
Pero la capacidad crítica se multiplicó cuando el emulo de Bismarck hizo suya la frase: el político piensa en las próximas elecciones; el estadista, en las próximas generaciones. Y como tal se propuso reelegirse indefinidamente conjuntando la condición de político y estadista mesiánico a la vez. Somos un pueblo ingrato, gracias a Dios, que repite siempre “el muerto y el arrimado después de tres días apesta”. Un pueblo al que no le gustan los indefinidos mal puede gustarle las reelecciones indefinidas.
¿Política o clínicamente? No está bien un indicador cuando se constata que el salvador debe descender del Cielo del poder y participar con el hombre en la tarea de redención, porque el pueblo no puede ni debe ser actor de su propia salvación. Descender en auxilio del desvalido, del olvidado, del que nadie antes hizo nada por él, de la víctima del pecado original, es misión pastoral. Y como Dios, premia y castiga, claro, no soporta a los desobedientes, y dialoga solo con los congregados en su templo.
Pero los ‘desvalidos’, semianalfabetos, saben caminar y caminan escuchando canciones e himnos y su marcha de gigantes ya no se detendrá
….se le cuaja la risa en una máscara…
Foto: Nick Thompson CNN
EXCELENTE DIAGNÓSTICO DE UNA SOCIEDAD SOMETIDA A LA ARBITRARIEDAD DE QUIEN SE CREE SU REY. “yO SOY EL PODER”.