A Laura Estefanía
“El arte no es un espejo para reflejar la realidad, sino un martillo para darle forma…Los demócratas burgueses condenan con énfasis los métodos bárbaros de sus vecinos, y sus acusaciones impresionan tanto a sus auditorios que éstos olvidan que tales métodos se practican también en sus propios países”.
Nuestra política gobernante tiene mímicas conductas, porque tiene teatrales o parateatrales comportamientos que en cíclicos movimientos de zigzag pasan de lo criollo a lo internacional con digna veleidad; casa adentro, está cuestionada la vida democrática, mientras la diplomacia plural en su forma, deja de ser novedosa por la primitiva enunciación de un rito reiterado. Vemos expresiones extremas de espectáculo, que no modifica el discurso fastidioso en tiempo o espacio. Vivimos un fanfarroneo que recuerda el chiste del conflicto entre el elefante y la hormiga y la soberanía es inconsistencia que revienta realidades. La deuda crece y es extranjera, lo mercantil reitera el viejo concepto de que el capital no tiene patria, pero ya entre espejos de imaginarios ilusorios, el espectador de afuera se aburre y el de adentro pide constataciones a una revolución ofrecida que retarda su llegada.
Es curioso, la revolución cubana ya lleva cinco décadas luchando contra el bloqueo y nuestra trifulca pide que la bloqueen. No es soberanía renunciar a las relaciones comerciales o diplomacias necesarias y urgentes, soberanía ni siquiera es “dignidad” “Soberanía es el poder absoluto y perpetuo de una república…República es el recto gobierno (Jean Bodin)” “la soberanía se basa en la voluntad general, el soberano es el pueblo” (Jean Jacques Rousseau). Para el pensamiento libertario la soberanía no debe ser jamás, sacrificio o problema sino solución y respuesta. El respeto, es otra cosa, es esencia existencial irreductible y la más alta expresión del respeto, es ejercerlo. También es respeto la cortesía y el buen trato.
Pero como la magia y la espiritualidad del poder se desligan de toda moral, la vanidad le lleva a creer en la profundidad de si mismo y de las cosas que lo rodean, la vanidad se hace arrogancia cuando se niega el derecho a la disidencia a prácticas que el poder ejercita …en palabra, obra y oración..Será por eso que se ofrece hasta asesoría en derechos humanos al imperio, mientras se ejerce terror y se maltrata en desalojos a los pobres como también a revolucionarios marxistas que se oponen con orgullo de identidad.
Otro medio de comunicación es la teatralidad política en su representación informativa de sucesos que nunca darán procesos. La teatralidad política del poder es quizás el medio más preciso para linchar mediáticamente a quien se ponga al frente. Acontecimientos, de formas concentradas, absorben la vida cotidiana del colectivo humano nacional que no termina de desentenderse de tanta irracionalidad, resultando que la asimilación de la cultura política sea comprendida como una cultura condicionada, que nos arrastra a la iniciativa sofocante del estado
Nuestra cultura libertaria debe contestar saliéndose a tiempo del espectáculo ofrecido, y ya afuera de los linderos del teatro, para su nutrición, asumir una dieta con régimen restrictivo que nos impida comer tantos cuentos chinos y otros alimentos indigestos. Esto nos exige una nueva convergencia con variadas herramientas, donde los principios toman forma ética y estética. Es más, adherencia plena a una ética de la creación y a una estética de la recreación que ponga fin a lo podrido degenerador y al aburrimiento sin gracia del poder.
Lindo sería en política, recreación y ocio movilizador para que podamos no solo confrontar sino enfrentarnos a nosotros mismos y a nuestras torpes ideas de siempre buscar un maldito protector, un mesías purificado y purificador. Que sea un ocio no politicón, en conexión con la existencia, que de valor al trabajo creador y sin mistificaciones y fundamento a las ideas no sacrificadas al poder sino a la vida.
Me imagino algo esplendido: nadie va a la función, las salas están más vacías, el pregonero anuncia entrada gratis y nadie escucha, todos se desentienden de la representación…la indiferencia paraliza los aplausos y a pesar de lo espectacular de la cartelera la gente decide quedarse en casa y los pocos que entraron al teatro se quedan dormidos.