28 julio 2014
A Carlos Figueroa un valiente en el pantano
La prisión es una tremenda educación en la paciencia y la perseverancia.
Nelson Mandela
La prisión acaba, la prisión de hierro, pero continúa la prisión del sueño, del sueño.
Silvio Rodríguez
En una sociedad carcelaria la libertad es una forma antisocial, porque la limitación a su ejercicio es su esencia restrictiva. El gobierno, el derecho y la norma acontecen contra los “antisociales” con rostro de enérgico orden, orden que se elabora entre el encierro y el silencio en unísonos discursos dominantes que consagran el terror monopólico del estado. La política central reitera la oferta de la cárcel a los que piensan diferente, y multiplica formas de miedo en sensación de claustro que toda la sociedad debe aceptar para edificar la disciplina del buen vivir
El cerco se evidencia: marcar, domar, someter a suplicio. Los tres son multitud…el médico abandona la selva y los sabuesos dan la certera caza, es simbólico someter a suplicio al activista que sana a los dolientes, tiene su gracia. El código penal ya se ensaya con saña en el revolucionario peregrino, que cesa su marcha ante una madre enferma, ahí mismo le cae el rencor que no está herido por la insolencia del verbo, sino por la necedad de la acción. Carlos Figueroa está en la primera fila de los consecuentes.
Pena, penal, disciplina impuesta con el cepo del poder político-punitivo. Así estamos. El delito ya no es daño, sino oportunidad para el ejercicio de la fuerza bruta; ya no se busca reparar algo, ni siquiera asoman visos de venganza. Todo es una construcción depurada de un modelo de sistema totalitario-disciplinado que quiere acallar las voces disidentes con una pedagogía del escarnio. Y las voces libertarias surgen de la izquierda insumisa y con la aquiescencia de la derecha clásica ¿Quién hablo de revolución?
El concepto de penas, tanto lícitas como ilícitas, traspasa lo jurídico y llega a lo emocional. Se tiene que causar dolor, esta será la función principal punitiva contra la libertad, para que el estado gendarme pueda encerrar con algo más que la cárcel. El volumen de conflictos se pretende invisibilizar, silenciar o dominar para que emerja el indicador de paz social. Ahora como antes, los revolucionarios son señalados como alteradores de la paz social y la seguridad interna del estado ¿Quién hablo de izquierda?
El proceso selectivo de criminalización espera no contar con deficiencias operativas, por ello se trata de que la masa no intervenga, pues si lo hace, la lesión al individuo crea imaginarios de resistencia y por eso se trata de despolitizar la criminalización, arrimándolo todo a la arena jurídica. Por ello El MPD es un estorbo histórico, porque esta tienda alimentó una metodología de defensa grupal. Una de las pocas herencias de sus ancestros maoístas.
Y cuando para el poder los estereotipos del delincuente le son atribuibles a los revolucionarios, con sus desvaloraciones, cargas negativas e imputaciones , nos toca a los libertarios, libres (aun) , asumir el entrenamiento diferencial de la pertenencia , ponernos la casaca de la solidaridad y decir: son revolucionarios buenos, y criminal es la acusación de los perversos.