Abril 12 de 2017
El liderazgo de la derecha en el Ecuador ha cambiado. Durante mucho tiempo estuvimos acostumbrados al rugir de León Febres Cordero, al de su Delfín Nebot y a personajes de menor notoriedad. Estas elecciones arrojan un nuevo líder, que es, sin duda, Guillermo Lasso. Lasso representa a la oligarquía ecuatoriana, aquella que surgió a raíz de la Revolución Liberal, a la plutocracia. Es ese sector que cree que el poder político es suyo y que si por alguna razón lo perdieron, sólo es cuestión de tiempo para que vuelva a sus manos. Creen que el Ecuador es su hacienda y tienen una visión teocrática del poder, igual que García Moreno. De ese sector es ahora líder Guillermo Lasso.
Pero la oligarquía no es un bloque homogéneo. Alianza País recuperó el proyecto liberal de Eloy Alfaro y, durante esta última década, consolidó en el poder a esa oligarquía modernizante que sabe que para mantenerse en el poder tiene que hacer algunos cambios. Esta verdad ya no necesita demostración. Es eso, una verdad, nada más, a partir de la cual tienen que actuar las fuerzas revolucionarias. El triunfo de Lenín Moreno es la ratificación en el poder de las nuevas fuerzas de la derecha, que política, e ideológicamente, configuran el rafa-leninismo.
Lenín es el instrumento de esta nueva derecha. Correa ya cumplió su papel, el de enfrentar las fuerzas tradicionales, para lo cual tuvo, necesariamente, que ser confrontativo. El papel de punta de lanza de la nueva derecha lo ha cumplido brillantemente. La izquierda “boba” creyó que eso era revolución, peor todavía, creyó que apoyando a Correa llegarían al poder. Se dejaron arrebatar su discurso y fueron un peón más de esa nueva derecha. Pero el papel histórico de Correa se ha cumplido al pie de la letra.
Lenín viene con la mano extendida. Lasso sabe que así es, por eso, su pedido de revisar las cuarenta y un mil actas del proceso electoral, no es otra cosa que la cortina de humo con la cual está reconociendo el triunfo de Moreno. Le conviene mantener por un tiempo la agitación social, porque eso consolida su liderazgo. Lástima que detrás suyo hay una parte de pueblo. Lenín aspira a mantener un centro político, con lo cual pretende estabilizar otra vez el dominio oligárquico. De ahí, se desprende que la confrontación AP-CREO no es otra cosa que fuegos artificiales de la política oligárquica.
¿Quién será el opositor real de esta colusión oligárquica? El pueblo llano; pero ese pueblo ahora no tiene, ni en el membrete, alguien que represente sus intereses. Dirigentes políticos de la izquierda clásica se entregaron sin vergüenza a Lasso, dirigentes populares de igual manera. El populismo, el centro, todos se quitaron la careta en estas elecciones. No hay izquierda revolucionaria, existe la necesidad de hacerla surgir del seno del pueblo. Esa nueva izquierda está representada en los ideales y planteamientos de Ñucanchic Socialismo, la nueva izquierda ecuatoriana que se pondrá en marcha para derrotar al rafa-leninismo en el 2021.
Quito, 07-04-2017
Será que pueden luego de 90 años de fracaso tras fracaso. Ahora les sucede igualito que con Velasco, luego del 28 de Mayo de 1944. La izquierda ecuatoriana lo único que ha aprendido es a flexibilizarse para ver que migaja de la torta puede sacar de los gobiernos de derecha. Difícilmente van a llegar al poder algún día.
No, amigo. La primera parte de la lucha de Ñucanchic Socialismo, la nueva izquierda en el Ecuador, será precisamente aclarar la falacia de que en el Ecuador ha habido una izquierda auténtica. Hemos luchado en silencio contra la izquierda falsa y ya es hora de salir a la luz. Sin el lastre de partidos de seudo izquierda como el de Ayala Mora y Lenin Hurtado que ya están identificados, o el PCE que ahora vive a la sombra de Correa, es hora de una izquierda revolucionaria, enraizada en el Sumak Kawsay ancestral y heredera de lo mejor de la teoría revolucionaria de occidente. Es otro momento y somos otra cosa. Saludos.
Primero debe demostrar Ud. que pertenece a la “verdadera izquierda” según quién?
Cuando construyan una ideología consistente sin mezclas de seudociencias marxistas y de “new-age” con indigenismo veremos realmente que són.
Si nuestro mestizaje no tirara (violentamente) hacia el blanqueamiento efectivamente podríamos dar con nosotros mismos. La orfandad que padecemos es doble, por ir detrás de élites huérfanas también. ¿O son orgullosas las élites de ser andinas? A diferencia de lo que sugiere el articulista creo que no deberíamos necesitar de líderes, porque sino terminaremos entregados a sus ilusiones. Creo que hay otras maneras de organización, otras menos monolíticas y que quizá habitan por aquí mismo, en lugares invisibles a nuestras maneras pro-occidentales de (no) mirar lo que somos. Con categorías que no las pensamos, sino que nos dan pensando, por cierto algunas muy bellas, corremos el riesgo de solo movernos en las palabras, sino tenemos la capacidad de derrotar la orfandad. O lo que es peor: hacer de cada uno de nosotros un sobreviviente a lo Jaime Durán Barba, de trabajar sin historia ni comunidad sino al precio de quien mejor pague, venga de donde venga.
Saludo el comentario anterior.
Saludos
Dan
Amigo Dan: agradezco suidea de que los ecuatorianos andamos buscándonos. En esta lucha frontal contra el blanqueamiento de nuestros orígenes, la idea de que nos estamos buscando es una idea fuerza. Le invito a leer otros materiales mios en este mismo portal. Saludos.