Desde luego que hay toda clase de corrientes sindicales y ha habido prácticas de algunos sindicalistas que han sido un abuso tanto en el sector privado como público, en particular cuando predominan abogados sin escrúpulos, defendiendo intereses particulares sin considerar la condición de la empresa o del Estado o de la sociedad. Ese coorporatismo primario que defiende sólo las ventajas particulares sin considerar la realidad del conjunto, ha sido un cangrena que deslegitimó al sindicalismo y empobreció su acción. El sindicalismo que ha aportado a la defensa del trabajador particular y del conjunto de la sociedad en cambio, tenía proyecto de sociedad y aportaba a la lucha social con ideas y organización. Sin embargo, varios de ellos perdían su norte-sur al ser simples instrumentos de partidos políticos o gobiernos anulando su autonomía que les permitía representar a trabajadores de diversas condiciones y posiciones políticas. También, hay sindicatos anquilosados en el pasado a quienes una mínima dosis de innovación es indispensable.
Es verdad, por otro lado, que poco ha jugado el sindicalismo para contribuir a modernizar el aparato productivo o para incentivar la productividad como acontece en varios países europeos.
No es raro finalmente que recientemente varios sindicatos hayan perdido la brújula de su rol social sobre todo en el sector público. Puede entenderse así parte de las posiciones de Correa que tiene temor del sindicalismo público y va a anularlo por completo. Pero si bien ha habido abusos, eso no justifica en absoluto su desaparición. Pues, el Estado es un empleador, podrá ser uno muy particular, pero es empleador y son los gobiernos sus administradores, así mañana bien puede llegar uno que no tiene el sentido de su respeto y que hace de la ley un simple papel. Regular mejor al sindicato público sería lo apropiado, así como promover la ética pública, para limitar los abusos o irresponsabilidades de gobernantes inescrupulosos.
Ya van tres ensayos de lanzamiento de las reformas que el gobierno promueve para le sector laboral. A cada vez, el misterio reina, luego de lo cual acaba por mostrar pocas nueces, salvo su empeño en liberalizar las relaciones laborales. Sus globos de ensayo al lanzar un par de ideas para dar alguna protección a sectores sin relación de dependencia (autónomos, amas de casa…) y no todo su paquete de reformas, muestra bien su dificultad a hacer pasar la desregulación que busca de las relaciones laborales. Vende la protección de los informales para justificar la desregulación laboral y su antisindicalismo. Lo que los neoliberales soñaban será ley dentro de poco y la sociedad civil perderá uno más de sus actores con la fuerte “desindicalización” que vendrá.
Ante esta papa caliente que desdice la imagen de izquierda del gobierno, el Estado de Propaganda buscará convencer que lo que está claro no lo es y que la sola verdad es la protección de autónomos y domésticos, lo cual desde luego puede ser un paso más a un Estado de Bienestar. Como ya es común a las prácticas de este sistema de propaganda, los temas conflictivos son escondidos con la venta de nuevas ventajas, en este caso con medidas de inclusión en servicios públicos y el seguro a sectores excluidos. Se venderá esto como revolucionario y que nadie se ocupó de ello, mientras se negará que hay desregulación laboral o que es las nuevas normas son antisindicalista.
Según Correa, también habría los sindicatos buenos y los malos, se tendría ahí la prueba que el gobierno no está contra los sindicatos, simplemente tendrían que estar en el bando de los buenos. Claramente, los que no comparten las posiciones gubernamentales merecerían desaparecer, como argumentaban los gobiernos empresariales en EEUU o los poco democráticos del PRI en Méjico o de los peronistas en Argentina.
Todo ello crea un cuadro en el cual la lucha social en el campo laboral o sindical desgraciadamente acabará por volverse de enfrentamiento, en lugar de reforzar la negociación y el acuerdo que suponen el mutuo respeto y normas que no pueden no reconocer un elemental sentido de protección al trabajador, al encontrarse en posición de desigual ante el empleador; y eso a pesar de las leyes que han fomentado los derechos de las personas y el Estado como su garante.
Correa atrinchera los sindicatos a la inanición. Son los “radicales” ultristas que ganan cuando los derechos y las instituciones universalistas son devaluados; o también no se crea así un sistema que valga por largo plazo, pues se está más bien fomentando el clientelismo en el sindicalismo para ser simple apoyo al gobierno de turno, no al trabajador.
LINEA DE FUEGO