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domingo, diciembre 22, 2024

Libro de Gustavo Abad. EL CLUB DE LA PELEA: gobiernos y medios, un entramado de fuerzas y debilidades.

“…..los medios públicos no son más que una parte del aparato de propaganda oficial. Me parece absolutamente criticable el hecho….”

Libro de Gustavo Abad. 

EL CLUB DE LA PELEA: gobiernos y medios, un entramado de fuerzas y debilidades.

ENTREVISTA

 

 

Gustavo Abad es periodista e investigador de la comunicación. Ha trabajado en varios diarios ecuatorianos como El Comercio, El Hoy, El Universo y El Telégrafo. En la actualidad ejerce la docencia en CIESPAL y colabora en diversos medios con temas sobre cultura, comunicación y política.

Su libro contiene artículos escritos entre el 2005 y el 2010 ¿Por qué publicarlos ahora? ¿Son relevantes en el contexto actual?

Yo trabajo en dos líneas. El trabajo periodístico, que se realiza en forma de notas, artículos informativos, análisis etc., y en la investigación de la comunicación, que produce textos de mediano aliento. Este libro pertenece a la segunda categoría. Es una recopilación de textos de medio aliento, productos de un trabajo más sistemático de investigación. El primer texto escribí en el 2006 en el contexto de la caída de Lucio Gutiérrez, y el último fue escrito a mediados del 2010, en la coyuntura del debate sobre la ley de comunicación. Hay un recorrido. Cada artículo va marcando los actores del periodo, qué posiciones ocupan, qué dicen etc. Y si el lector va del primer texto hasta el último, va a ver cómo evolucionan esos personajes. Me pareció importante hacer un testimonio de esa evolución.

El título del libro es llamativo, ‘El Club de la Pelea’.

El titulo me atrae por su fuerza expresiva. Es una metáfora cinematográfica y lo uso porque me parece que calza a esta realidad política comunicacional que estamos viviendo en el Ecuador. Existen dos poderes muy fuertes – el poder político y el poder mediático – que durante estos últimos años se han sumido en un enfrentamiento binario, dual, dejando al resto en el papel de espectadores. La sociedad es nada más que el testigo de un enfrentamiento de dos poderes  muy fuertes que no han tenido la generosidad, ninguna de los dos ha tenido la generosidad, de abrirse hacia otras voces. El poder político actúa como si con el gobierno comenzara y terminara la política y el poder mediático actúa como si con los medios comenzara y terminara la comunicación. Es un Club de La Pelea restringido y poco generoso.

La película El Club de la Pelea también contiene elementos de una lucha contra el poder económico…

Esta metáfora puede tener muchos sentidos. Uno es la  pelea cotidiana por el control del relato por el control del poder y de alguna manera es un eco, una resonancia, del estado de ánimo que actualmente atraviesa todos los niveles de la sociedad ecuatoriana. Por ejemplo, se unen algunos amigos/as y en algún momento surge el tema político y se arma el club de la pelea…

En el libro usted habla de Lucio Gutiérrez y Paco Velasco, dos actores que parecen haber cambiado sus roles. El uno ahora en la oposición, el otro dentro de la asamblea, dentro del oficialismo.

Así es, y sin entender estas transformaciones no puedes entender el personaje, por ejemplo que este Lucio Gutiérrez, que ahora llama a defender la democracia, sea el mismo Lucio Gutiérrez que salió huyendo del palacio de Carondelet acusado de nepotismo entre otras cosas. Por otro lado, es desconocido el asambleísta Velasco que hoy hace todos los esfuerzos para mantenerse en la gracia del poder.

¿Paco Velasco ahora busca mantenerse en la gracia del poder?

En términos generales hay una conducta de los asambleístas del oficialismo de mantenerse en la gracia del poder. El que se atreve decir algo que incomoda sale excluido, pateado, como en el caso del Fiscal, y con María Paula Romo por ejemplo. Desde mi óptica es una conducta general en la que participa esa asambleísta. Es notorio porque viene de otra línea, de la línea de irreverencia frente al poder, una línea contestataria, una línea de libre pensamiento. Pero ahora se ha sumado a una línea de obediencia.  Pero el tema no es Paco Velasco, el tema es la conducta generalizada.

En el libro usted habla también del periódico El Telégrafo y otros medios públicos como Radio Pública, que se lanzaron como ejemplos de una tendencia distinta, refrescante….

Pienso que con los llamados ‘medios públicos’ el gobierno perdió una oportunidad histórica, o más bien hizo que el Ecuador perdiera una oportunidad histórica. La creación de los medios públicos ofrecía la posibilidad  de que, como sociedad, tengamos otro tipo de relatos de lo social, porque la idea de un medio público es producir la información desde otros valores, desde otras prácticas, desde otras necesidades.

Cuando arrancaron los medios públicos eso era el horizonte. Yo viví el proceso, trabajaba en El Telégrafo, y estuve de acuerdo con los objetivos. La intención fue cambiar la cultura periodística. Hacer periodismo de otra manera. Pero cuando el gobierno decidió que eso no le era funcional a sus necesidades proselitistas, resolvió aniquilar el proceso, pero aniquilarlo de manera muy sutil. Se crearon otros medios que a la larga terminaron debilitando el proyecto del medio público y condujeron a la salida de algunos que participamos en el proyecto.

En la actualidad los medios públicos no son más que parte del aparato de propaganda oficial, lo que me parece absolutamente criticable.  Resulta que el periodismo que intentábamos combatir, ese mal periodismo de un gran sector de medios privados, el gobierno ahora pretende combatir con un mal periodismo  en el sector público.

Entonces ¿cómo construir un periodismo distinto y un verdadero medio público?

Vengo trabajando en el concepto de la cultura periodística y creo que un medio público debe trabajar en cambiar esa cultura periodística. ¿Y que entiendo por cultura periodística?  Es el modo de entender y narrar la realidad. Pero los medios públicos se han allanado al discurso oficial porque los periodistas de los medios públicos llegan de una cultura periodística que les ha ensenado a allanarse al discurso del poder. Entonces repiten lo que hacían afuera. Por tanto esa cultura, que se ha formado durante décadas en los medios privados, no ha podido ser cambiada por los medios públicos. Al contrario, ha sido asumida, trasladada y potencializada desde el otro lado.

¿Pero si el gobierno tiene control de las finanzas?

Es un factor limitante pero no determinante. Si hay una voluntad política que ese medio público tenga procesos autónomos, no importa que el gobierno sea el financista.  No es solamente asunto de dinero. En el caso del Telégrafo, por ejemplo, dinero había pero voluntad política no.

¿Y con este libro hay algún objetico personal o político?

El libro tiene el objetivo de concentrar una memoria, una narrativa, de este enfrentamiento binario, de este Club de la Pelea. Le doy un valor documental. No ha sido modificado ninguno de los textos porque no sería viable modificar un texto escrito hace cuatro o cinco años. ¿Cuál sería el sentido? Les he dejado tal cual como fueron escritos, precisamente para que se note cuál fue la visión y la posición de ciertos actores en ese momento. La idea es que quien consulte este libro tenga una idea de cuál ha sido el recorrido, obviamente desde mi perspectiva como periodista e investigador.

Por ejemplo, en ciertos pasajes el libro contiene falsas expectativas. Las expectativas que yo puse en el proyecto de los medios públicos resultaron falsas debido a las circunstancias. Puse expectativas en la voluntad del gobierno en el tema de la comunicación que han resultado falsas. Pero también hay elementos que permiten ratificar en donde está parado cada uno y esto permite confirmar la posición de los medios privados como brazos políticos de poderes económicos.

 

 

 

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