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LO QUE ESTÁ EN JUEGO Por Mónica Mancero Acosta*

Enero 18 de 2017

En este artículo quisiera inspirarme. A las puertas de las elecciones y con un porcentaje de indecisos, lo que queda es tratar de incidir en algunos que aún lo estén, sabemos que buena parte son mujeres y jóvenes. Entonces quisiera hablarle a ese segmento especialmente, pero en la práctica me dirijo a todas y todos a quienes pueda llegar a través de este medio.

Estas elecciones no son unas votaciones más, como otras anteriores. No se trata de hacer un borra y va de nuevo nomás, o de cambiar de gobernantes para los próximos 4 años. Se trata de que, o marcamos un punto de inflexión luego de una década en el poder del correísmo, o nos quedamos atrapados en ella. Tampoco se trata de que, por venganza, aburrimiento, hartazgo, desgaste del poder, queramos darnos un aire fresco. Lo necesitamos, es cierto. Pero lo que está en juego supera todo ello.

Entonces ¿qué es lo que está en juego? Pues son temas vitales para muchos, de ellos depende el futuro y hasta la vida de personas, instituciones, colectivos, pueblos, y la sociedad entera. La dimensión de lo que tenemos al frente es enorme, y eso quizás nos lleva a paralizarnos. Pero, por ello mismo, debemos estar alertas, lúcidos, comprometidos, participativos, aunque las fuerzas no nos den mucho debido al desgaste en estos años.

Estas elecciones, para los jóvenes de sectores populares es vital, porque forma parte de su proyecto de vida no quedar excluido del sistema de educación superior. Eso implica que su opción política debe dirigirse hacia quienes plantean un cambio hacia el sistema de ingreso, aunque realmente debe ser hacia toda la política de educación superior. El correísmo nos quiere dar más de lo mismo. Pero hay que estar alertas, porque la derecha no es una opción, en la década neoliberal no tuvo políticas de educación superior, le importo nada y propició una privatización de la misma.

Para las mujeres es crucial el proceso electoral. Nuestra autoestima colectiva se ha visto avasallada por un régimen que ha impulsado el sexismo, a pesar de que afirma que la Revolución tiene rostro de mujer, ese sí es el doble discurso y la doble moral. Están inseguras las niñas y adolescentes violadas, porque no podrán decidir abortar o si lo hacen, serán apresadas. Están inseguras las niñas y adolescentes que se embaracen, porque no tendrán a la mano información ni una política que contrarreste el embarazo adolescente. Están inseguras las mujeres al dar a luz, pues ya no tienen el respaldo de la ley de maternidad gratuita que el correísmo derogó. Estamos inseguras todas las mujeres ecuatorianas pues el régimen se ha negado a aprobar la ley contra todas las violencias que impulsó el movimiento de mujeres. En este caso, nuevamente, la derecha fuera del correísmo tampoco es opción, aun cuando hay una candidata mujer en ella, ninguna de estas candidaturas es garantía de derechos para las mujeres, pues comparten con el correísmo la moral conservadora que termina significando muerte y violencia contra las mujeres.

Para los pueblos indígenas, es cuestión de vida o muerte. Para todos los pueblos y nacionalidades importa mucho un cambio, pues las cifras de pobreza se ubican en sus territorios. Se ha hecho tabla rasa de la educación intercultural bilingüe, por lo cual los niños crecen desarraigados. Los dirigentes de nuestros pueblos y nacionalidades son las principales víctimas de la criminalización de la protesta social. Particularmente para el pueblo Saraguro, para el pueblo shuar, para los pueblos en aislamiento voluntario, en estas elecciones se decide si ellos viven o mueren. A la derecha no correísta le importan nada estos ecuatorianos. Cuando estuvo en el poder nunca tuvo una política consistente sobre ellos. El correísmo, en cambio, en un momento determinado los convirtió en sus enemigos, desplazándose desde su antagonismo con la denominada peluconería hacia los pueblos indígenas, a través de una confrontación que amenaza su subsistencia.

Para las organizaciones sociales en estas elecciones se define su permanencia o disolución, acabamos de presenciar mecanismos de amedrentamiento que se han vuelto usuales. La cooptación, la amenaza, la venganza, la división han sido las armas predilectas del correísmo para exterminarlas. La derecha no correísta tampoco es de confiar. Hemos sido testigos de numerosas afectaciones a los derechos humanos de parte de los gobiernos de derecha, que por más que ahora no quieran hacerse responsables de estas atrocidades, sí son corresponsables.

Para los periodistas, medios de comunicación y activistas de redes sociales, la situación es similar. En este momento, por ejemplo, están abocados a perder sus frecuencias varias radioemisoras de trayectoria reconocida. Han enfrentado juicios, amenazas y una política consistente de intimidación y descalificación.

Para las Universidades en estas elecciones se juega el hecho de tener una regulación del sistema de educación superior construida con sus actores, que respete su autonomía y que valore a las Universidades como actores legítimos con trayectoria. O, por el contrario, que pretenda seguir desconociendo a la academia, continuar imponiendo sus estándares y condiciones de forma improvisada, sin el menor conocimiento de la dinámica de la Universidad ecuatoriana. Está en juego la supervivencia de Universidades contestatarias o  seguir solazándose con la política del miedo y del chantaje económico que ha estado al uso.

En fin, para la sociedad entera están en juego demasiados aspectos cruciales como para seguir indecisos, o para apostar a un continuismo con la candidatura oficialista o a un retorno al pasado neoliberal. El persistente desempleo, la paralizante crisis, el sobre endeudamiento externo, la cínica corrupción, son temas que nos afectan a buena parte de ecuatorianos, y que nos convocan a decir basta y buscar un cambio. Ecuador es un pueblo digno y trabajador, tampoco puede seguir tolerando insultos, prepotencia y agravios.

Requerimos una propuesta de transición como la de Paco Moncayo, quien no es un improvisado. Moncayo ha estado en la gestión pública no solo en su papel frente al Municipio de la capital, sino también en el mando en situaciones críticas como la guerra del Cenepa. Ha sabido hacerlo con decencia y sobriedad, cosa que no tenemos en ninguno de los otros candidatos. Hoy estamos abocados a juntarnos para un esfuerzo que nos proyecte más allá de la crisis, que nos construya como nación, que nos inspire y que nos haga mejores como sociedad.

* Candidata a asambleísta alterna por Pachacutik lista 18

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