En el razonamiento final de un artículo sobre las elecciones ecuatorianas de 2013 que ha circulado ampliamente en los círculos de la izquierda internacional, Francois Houtart plantea que:
“La coalición política de la “nueva izquierda” [se refiere a la Coordinadora Plurinacional por la Unidad de las Izquierdas] es bastante heterogénea. Es difícil saber si podrá presentar una solución alternativa. De todas maneras, parece que no tiene posibilidad de ganar la presidencia. Uno puede preguntarse si fue una decisión sabia para un movimiento como la CONAIE, entrar en este movimiento político, con el peligro de gastar mucha energía y credibilidad en una campaña perdida desde el inicio, en vez de consagrarse como movimiento social, al mediano y largo plazo, preparando así un post-Correa (…). El argumento que una campaña electoral puede constituir una plataforma útil para presentar al público nuevas ideas, parece faltar de credibilidad en las actuales circunstancias de polarización de la vida política ecuatoriana”
Desde un punto de vista estrictamente programático, no cabe la menor duda que las propuestas de la coalición que apoya a Alberto Acosta son, de lejos, más consecuentes, coherentes y revolucionarias que las de Rafael Correa. En todos los temas críticos, desde la minería hasta la educación, pasando por la política agraria, el modelo de Estado, y el respeto a las libertades públicas y de organización, las propuestas de la Coordinadora construyen el largo plazo mucho más coherentemente que cualquiera de las novedades tecnocráticas de Alianza País.
La coherencia del programa político no es la única consideración electoral. Está también la credibilidad de los aliados y los candidatos. Houtart menciona un tanto enigmáticamente que la Coordinadora es “heterogénea”. No hay la menor duda de que es bastante menos “heterogénea” que Alianza País. Una constante crítica a Alberto Acosta en los medios de izquierda y centro izquierda ecuatorianos es haberse recostado sobre la alianza con el MPD, acusado de ser tributario del desprestigio y de las peores tradiciones de intolerancia y mediocridad. Otros personajes denostados por la crítica son candidatos como Lourdes Tibán o Gustavo Larrea, cuyos antecedentes no auguran coherencia ideológica y estratégica. Incluso si aceptáramos estas opiniones, es difícil sostener que el peor de los integrantes de la Coordinadora es menos confiable que Pedro Delgado, Alexis Mera, Vinicio Alvarado, Jorge Glas y otros personajes pertenecientes al círculo más íntimo y más poderoso de la nomenclatura correísta. Si de malas compañìas se trata, nadie puede asegurar que está arrimado a los árboles del jardín del edén. A mi juicio, la sombra que cobija a Alberto Acosta es ideológicamente más confiable que la del candidato oficial.
Pero las consideraciones electorales no se agotan en el programa y las personas. Houtart sostiene que la segura derrota electoral hubiera debido disuadir a las organizaciones de presentarse a las elecciones. Mejor construir el largo plazo desde abajo y dejar el escenario electoral en manos de sus legítimos dueños. Muchos jóvenes radicales, activistas de base y viejos militantes desencantados piensan igual. ¿Nos conviene ignorar las elecciones o rechazarlas como un constante engaño a las clases populares?
Adoptar esa actitud es no comprender lo que se juega en estas elecciones. Estamos viviendo un plebiscito sobre las políticas públicas y el proyecto de Estado de la “revolución ciudadana”. Incluso si fuera cierto que no hay la menor posibilidad de triunfo para las izquierdas, el resultado electoral de febrero de 2013 marcará las condiciones de la lucha social durante los años siguientes. Si Rafael Correa obtiene una victoria aplastante en el país y especialmente en el sur del Ecuador, ¿en qué condiciones creen ustedes que se desarrollará la lucha anti – minera de los pueblos y comunidades que resisten e inventan alternativas desde abajo en los próximos años? ¿No hará una diferencia en esa lucha si la candidatura que los ha respaldado resueltamente obtiene una votación importante? ¿Qué pasará con la ley de redistribución de tierras o con la prohibición de la entrada de transgénicos si el gobierno obtiene una contundente mayoría legislativa capaz de reformar la Constitución o de aprobar cualquier cosa sin contrapesos fuertes a su izquierda? Es fundamental concentrar votos a la izquierda del oficialismo porque la principal fuente de legitimación y autoridad de todas las decisiones políticas del gobierno ha sido su popularidad incontestada y sus encuestas de opinión. Una votación mucho menor del candidato oficial no solo golpeará su arrogancia infinita sino que dará mayor legitimidad a las propuestas alternativas.
En política electoral todo es posible: siempre hay espacio para lo inesperado. Alberto Acosta podría ser una gran sorpresa. Pero incluso si se cumplen las previsiones y no hay sorpresa alguna, la participación electoral de las izquierdas cumple un papel importante en el largo plazo. No es tan solo, como ingenuamente dice Francois Houtart, una plataforma para presentar ideas. Es ante todo, una coyuntura decisiva que definirá la correlación de fuerzas para las luchas futuras. No presentar candidato hubiera significado entregarle la balanza entera al oficialismo para que cargara las bazas enteramente a su lado. Pero tenemos un gran candidato. Votar por él no es depositar nuestra fe religiosa en un redentor. Es apostar por nuestras propias luchas.
Cómo siempre, una gran reflexión… abria que sumar a esto, la “apatia de las izquierdas”… el escenario ha marcado las posiciones. “izquierdas con el Gobierno”, izquierdas con el Alberto y otras izquierdas que en su plan “programático” la disputa electoral carece de sentido; es un juego de la democracia formal, es un falta de comprensión de lo que es el Estado, es una apuesta por un candidato social democrata, las accione son con las beses y la construcción de la organización… algo cercano a la propuesta de HOURTART… Yo creo que no logramos ver el Estado que se está construyendo, más allá de la criminalización y las acciones de contención de las organizaciones sociales, existe una enorme capacidad para organizar la vida social (hegemonía y dominación) a traves del consenso y las leyes en un esquema de democracia liberal…
el escenario por electoral será muy complejo…pero creo que es importante resaltar que lo electoral en si mismo no es el fin… debe ser un apuesta por la recuperación organizativa…
Grave cosa presentar así el panorama. Me refiero a la afirmación de que “es difícil sostener que el peor de los integrantes de la Coordinadora es menos confiable que Pedro Delgado, Alexis Mera, Vinicio Alvarado, Jorge Glas y otros personajes pertenecientes al círculo más íntimo y más poderoso de la nomenclatura correísta. Si de malas compañìas se trata, nadie puede asegurar que está arrimado a los árboles del jardín del edén. A mi juicio, la sombra que cobija a Alberto Acosta es ideológicamente más confiable que la del candidato oficial”. Así que como no son tan malos como estos personajes de la derecha, presentes en el gobierno de Correa ¿No importa el pasado reciente, y de siempre, del MPD coludido en el Parlamento con la derecha socialcristiana? Son múltiples los casos en este sentido. En el último Congreso, el diputado Luis Villacís candidatizó a la Vicepresidencia de ese Congreso al señor Almeida, conocido personaje oscuro de la derecha, pasado a las no menos nefastas filas de sociedad patriótica, cuyo líder sostiene, con toda desfachatez, que hay que propiciar todo tratado de libre comercio de interes para los EE.UU. Tampoco la señora Tibán, por más líder que aparezca de las bases indias, tiene un pasado y un presente muy recomedable. . Por su pertinencia, transcribo la información que otorga Eva Golinger en su artículo “Veterano de la CIA tras del golpe en el Ecuador”. Parte del texto dice: “Grupos involucrados en el último intento de golpe contra Ecuador tienen vínculos con la NED y la USAID. Pero una conexión en particular evidencia la profunda operación que Washington tenía en marcha contra el gobierno de Rafael Correa.
En 12 de julio de 2005, el jefe de comunicaciones de la División Estratégica de Desarrollo de la USAID en Ecuador envió un correo electrónico a los otros representantes de la USAID en Quito, expresando su preocupación por la influencia “chavista” en Ecuador. El mensaje incluyó una serie de textos supuestamente demostrando la creciente relación entre Venezuela, Cuba y Ecuador.
Justo ese mismo año fue fundada la Corporación Empresarial Indígena del Ecuador (CEIE), organización encargada de “promover el desarrollo económico local y regional de las poblaciones indígenas”.
CEIE nació con financiamiento de la NED y la USAID, creada por Ángel Medina, Mariano Curicama, Lourdes Tibán, Fernando Navarro y Raúl Gangotena. Curiosamente, entre sus tres “miembros honorarios”, figura Norman Bailey, agente de inteligencia de Estados Unidos y experto en operaciones clandestinas”. Y no es que por esta razón defendamos los desafueros e inconsecuencias de este gobierno, pero sí la naturaleza de los líderes que cuestionan a Correa. La heterogeniedad de que habla Houtart no es significativa. Lo grave es la naturaleza de sus líderes y la práctica pol{ítica del partido más organizado y significativo en la Coordinadora: el MPD. Así, pues, considero que, desafortunadamente, el pueblo llano, la Nación carecen de un referente legítimo, pues Alberto Acosta, siendo un intelectual y académico de alto nivel y con una posición ideológica correcta, sólamente va a garantizar el posicionamiento de unos asambleístas de Pachakutik y del MPD, cuyas políticas parlamentarias difícilmente serán garantía de cambios radicales, pues incluso se coludirán, como es su hábito político, con las fuerzas de la derecha, dizque rincipalmente en defensa de la libertad de prensa que, en buen romance es la defensa a los medios de la oligarquía más recalcitrante, enojada por el desplazamiento y la imposibilidad de disfrutar del Presupuesto del Estado para sus fines crematísticos.
La primera vez que escuché esa expresión sentí como que me había metido en un hormiguero: me dio urticaria.
Tratando de convencerme de que en algo estuve errado, me dije que tal vez es una estrategia al estilo “el último mohicano”, que recoge la actitud davidiana cuando se enfrentó a Goliat, cuyas versiones cinematográficas más modernas las encontramos en Roky y Van Dam, cuyos personajes se enfrentan a rivales mucho más poderosos, pero se dan modos para seguir luchando hasta que terminan por vencerlo.
Lo más parecido fue la expresión de otro de esos personajes (no recuerdo su nombre), que en su representación le decía a su enemigo algo así como: “Se que eres muy fuerte y hasta me puedes matar con facilidad, pero al menos me daré el gusto de romperte un par de muelas”; o sea, un matiz diferente, su estado de ánimo era rebelde, diferente del que resignadamente sabe que va al matadero con una esperanza incierta de no se qué…
En aquella ocasión, la frase fue profética: perdimos en toda la regla, obteniendo una votación que no nos permitió ganar la presidencia ni asambleístas y no hay razón alguna para suponer que en esta ocasión, algo vaya a ser distinto.
Sí, he vuelto a escuchar esa fatídica expresión, ahora en boca del máximo candidato para las próximas elecciones, al que acompaña quien la pronunciara anteriormente, por lo que no puedo sentirme muy sorprendido, pero sí me siento fastidiado.
El caso es que una cosa es reconocer que tu adversario es muy fuerte, probablemente infinitamente más que tú, y otra muy diferente, admitir la derrota antes de haber entregado hasta el último aliento (recuerdo esa expresión: “¿Vencido? Jamás, ¡ni aún vencido!)
Más aún, de la poca experiencia que he tenido en lides electorales gremiales y lo que he podido observar en las elecciones nacionales, he podido comprobar que, al menos si hay posibilidad de exponer tesis y programas, los votos “duros” que votan por un candidato cualquiera sea su posición son muy escasos, pues corresponden solo a quienes tienen compromisos más allá del discurso, en tanto que quienes suman las mayorías, tienen la tendencia a creer cuando alguien les habla con credibilidad y demuestran tener la fortaleza de ánimo suficiente para emprender su propuesta.
Para muestra todos los botones que en los últimos casi 40 años han logrado la presidencia del país, poniendo en su discurso el ingrediente de la demagogia, haciendo creer al pueblo que serían al menos, “algo justos”, lo más parecido a lo que se supone debería ser un personaje de “izquierda”, llevándonos de engaño en engaño hasta hacer que nos preguntamos si en cada elección solo se debe designar al “nuevo payaso, próximo traidor y nuevo millonario”
En un ambiente así, si dices algo así, alguien que no esté familiarizado con la estrategia del último Mohicano, es muy probable que piense “otro que ya se rajó” y por lo tanto, empiece a considerar la posibilidad de evitar desperdiciar el voto, orientándolo hacia otra alternativa, no sin antes mascullar: “si no pueden ¡¿para qué c… se meten?!
No, no comprendo a quién se le puede ocurrir decir “sabemos que no vamos a ganar”…
Si no se conoce la historia de la izquierda en el Ecuador se juzga erroneamente. Acosta, sin quererlo, aparece como la cabeza visible del stalinismo remanente y trasnochado que en el Ecuador existe. De triunfar la izquierda plurinacional se daría un correismo sin Correa en el que MPD y sus aliados librarían una encarnizada batalla por controlar a Acosta, con lo cual el país se hundiría y renacería la derecha troglodita.Una nueva izquierda es necesaria, que proponga las bases de una nueva civilización. Esa no es la izquierda plurinacional, ni la tradicional. Surge en el seno de una nueva reflexión teórica y no tiene apuro. Está naciendo.
Me habría encantado votar por Alberto Acosta. Me parece un hombre muy coherente con su ideología, muy serio, muy inteligente y sería un gran presidente. ¿Cómo puedo votar por alguien que está con el MPD después de todo lo que este partido hizo en la Universidad Central?