02 de septiembre 2016
Durante este Gobierno, los excesos de poder amparados en la construcción de leyes acordes al generar un estatus de temor colectivo, han ocasionado que gran parte de las voces críticas a este régimen estén en silencio cómplice por todo lo ocurrido en estas últimas horas. Las voces de rechazo de parte de la “connotada y respetable oposición” no se han expresado de manera rotunda al ser testigos casi presenciales de cómo entre gallos y medianoche se tomaron por asalto las instalaciones de la UNE Nacional en la ciudad de Quito y de la UNE Guayas en Guayaquil.
Recordamos los ímpetus de las banderas negras, de la oposición de Lasso o de Páez, cuando furiosos se tomaban las calles, en reclamo de las afectaciones en Ley de Herencias u otros temas tendientes en lo económico. Pero esas energías no se dan en los temas como los desalojos abruptos y criminales para el avance de concesiones mineras, o en el caso del Yasuní, o el asesinato de activistas sociales en la zona del Oriente, o el encarcelamiento injusto de quienes difieren del pensamiento oficial. Ojo son temas expuestos a la luz pública, y con pronunciamientos tibios de aquella “notable oposición” y sin los recurrentes llamados a las calles, pues al parecer no los tienen en su agenda política o simplemente se encuentran en campaña electoral y son temas que no les conviene tratar. Y reitero el tema de cómplices pues sea quien sea el Gobierno que entre, no le conviene voces críticas fortalecidas al calor de la calle. A ellos les intereses ser los actores principales de este teatro llamado Elecciones 2017.
El escenario se torna complejo luego de la arremetida gubernamental en contra del histórico gremio de los maestros, que durante más de 60 años ha resistido a los embates de los diferentes gobiernos, esto debido a los reclamos por mejoras salariales y condiciones justas para los maestros que dieron su vida.
Conocido el primer intento de disolución de la UNE en el año de 1977, las condiciones son casi similares con las que llevamos actualmente, solo que en aquellos años los maestros solicitaban un alza salarial, pero el triunvirato de la época hizo caso omiso. Una asamblea de maestros decidió ir a una huelga; hubo muertos en todo el país, pero el magisterio siguió firme en su reclamo.
En aquella época era una dictadura, y cuando hay dictadura se cometen atropellos, no hay respeto al derecho, no hay normas que amparen al ciudadano, menos a los maestros, porque la UNE ha sido considerada como la piedra en el zapato para los gobiernos.
Y dentro de las similitudes de la época, la UNE es la piedra en el zapato de los gobernantes; mientras más malos son, más piedrillas cargan. Y el presidente Rafael Correa ha demostrado que le tiene odio al magisterio. Como ejemplo es de ingrata recordación la toma del Fondo de Cesantía, que hasta el momento no se encuentran las irregularidades por las cuales se motivó su intervención gubernamental.
Las acciones tendientes a generar su desaparición han levantado voces de indignación y solidaridad, llevando a este sindicato con más de 100 mil miembros afiliados de todo el país a solicitar una misión internacional que corrobore, in situ, las irregularidades con la cual se está forjando el cierre de la organización.
A Correa se le olvidaron varios capítulos, entre ellos su asistencia al Congreso Nacional de la UNE de junio del 2008 y por primera vez en la historia de esta agrupación (creada en 1944 e inscrita en 1950) un jefe de Estado asistía a uno de sus congresos, que se realizó en Loja. Además de la activa participación del gremio cuando Correa asumió el poder, los dirigentes de la UNE participaban en reuniones con los ministros para impulsar políticas educativas.
Estaban atentos a los cambios y cuando no los compartían, lo expresaban en manifestaciones pacíficas.
Así ocurrió cuando en noviembre de ese año el mandatario expidió cuatro decretos que alcanzaron al magisterio.
En el 2008 hubo otras acciones como una huelga de hambre afuera de la Constituyente en Montecristi (Manabí), por un tema sobre la jubilación.
Pero luego de 8 años, la organización afronta de manera frontal y contestataria, tal como ha sido su naturaleza, un proceso de disolución. Ya vimos el primer escenario en las sedes Nacional y del Guayas, donde elementos policiales ingresaron casi a oscuras a llevarse documentos y computadoras, que a criterio del Ministro de Educación es para precautelar la información contenida en los mismos.
Dichas intromisiones arropadas en la legalidad instituida por este gobierno, fueron cargadas de violencia, como lo ocurrido en la sede Nacional, donde al compás de la tónica de este Gobierno. Fueron maltratados jóvenes, mujeres, personas de la tercera edad que dentro de las instalaciones de la organización resistían pacíficamente las arremetidas policiales. Es de citar a un periodista comunitario que realizaba la cobertura dentro de las instalaciones y fue maltratado en reiteradas ocasiones por el simple hecho de retratar la vejación a los derechos fundamentales de la Resistencia y la Protesta.
De lo que sí se está seguro, es que este Gobierno al que aparentemente le quedan pocos meses, le intentará desaparecer. Pero otra de las lecciones que olvida Correa y sus seguidores es que las organizaciones populares quedan y que ellos, los que han estado en el poder durante más de 9 años, son transitorios. No son eternos.
Lo que sí es seguro también es que aquellas voces de los “notables” de la oposición, no despiertan de ese chuchaqui electorero, desconociendo y deslegitimando las luchas populares.
Ud. se olvida del apoyo del MPD que controlaba a la UNE a Correa en sus inicios, inclusive en el caso de los “diputados de los manteles”. Mal paga el diablo a sus devotos.