Tomado de La Tinta
Junio 28 de 2017
El pensador congoleño Mbuyi Kbunda llama a los y las intelectuales a involucrarse. “No pueden permanecer indiferentes mientras que la mayoría de la humanidad sigue víctima de la desigualdad, la injusticia y la discriminación, resultadas de la ofensiva neoliberal”. Ya va siendo hora de adoptar una actitud a favor de las luchas de los pueblos a escala mundial.
En 2015, Mbuyi Kabunda participó del 10 aniversario de la Red de Intelectuales, Artistas y Movimientos Sociales en Defensa de la Humanidad. Nacido en la República Democrática del Congo, especialista en relaciones internacionales por la Universidad Complutense de Madrid, Kabunda se ha desempeñado como profesor en distintas universidades de Europa, director de diversas publicaciones sobre África y América Latina, además de un compromiso permanente con debates sobre etnicidad, conflictos, cooperación Sur-Sur y sobre todo exponer al mundo la realidad que ha sometido el sistema capitalista a los pueblos del África.
En ese contexto, se llevó adelante la siguiente entrevista con Pasajeros del Sur.
– ¿Cuál es el papel del intelectual en este momento histórico que vive la humanidad? ¿Cuál es el intelectual necesario, es decir, qué es un intelectual y para qué sirve en el siglo XXI?
Ser intelectual en este momento que vive la humanidad es formar parte de la masa crítica (o generarla) o ser el oído, la voz y los ojos del pueblo o de los oprimidos y excluidos del modelo vigente. Debe ser capaz de elaborar y proponer alternativas políticas y económicas “locales” y “globales” a la mundialización neoliberal, alternativas basadas en la justicia social y la democratización de las instituciones internacionales.
El papel del intelectual debe consistir en denunciar constantemente el desarrollo desigual o las desigualdades sociales (la concentración de la riqueza en pocas manos y la profundización de la inequidad) e insistir en el desarrollo humano. No puede permanecer indiferente mientras que la mayoría de la humanidad sigue víctima de la desigualdad, la injusticia y la discriminación, resultadas de la ofensiva neoliberal.
Por lo tanto, debe ser una voz imprescindible por los tiempos que corren participando en la formación e información de los pueblos y ofreciendo argumentos sólidos y frescos contra las injusticias y las desigualdades que debe combatir de manera frontal.
– En el contexto de la Revolución Bolivariana ¿Qué aportes ha dado Venezuela para repensar el nuevo orden social?
Venezuela ha dado un importante paso en el momento post Guerra Fría, en el que se había cantado “el fin de la Historia” o el fracaso del socialismo (fukuyamismo), no en el sentido de Hegel, para apostar claramente para el “socialismo del siglo XXI”. La izquierda, “derrotada”, se ha refugiado en muchos países en la “social-democracia de mercado”. Hoy surgen nuevos impulsos con los partidos Syriza en Grecia o Podemos en España, convertidos en la vanguardia de la izquierda radical europea y propulsores de un nuevo compromiso social cercano a las tesis del socialismo del siglo XXI. Además, junto a otros gobiernos latinoamericanos progresistas, Venezuela impidió en la cumbre del Mar del Plata (2005) el proyecto del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), instrumento del imperialismo estadounidense, junto a las estrategias de dar a los países del Sur la posibilidad de definir y adoptar sus propias vías de desarrollo y el fomento de las iniciativas Sur-Sur, ilustradas por Tele Sur, el Banco del Sur, etc; es decir, estrategias destinadas a reducir la dependencia de las estructuras políticas y económicas dominadas por el Norte, y a dar prioridad a los mercados locales y regionales, y a los intereses del pueblo, además de la apuesta por un mundo multipolar en contra del unilateralismo. Es una pena en el Norte, que el fin de la Guerra Fría haya conducido al fin de los debates de fondo entre derecha e izquierda, entre liberales y socialistas, entre Estado y mercado.
– Luis Britto García, intelectual venezolano, citado por Julio Cortázar, a propósito del quehacer del intelectual en América Latina, llevaría a la reflexión: “Servirse de los medios de comunicación de masas aún en los países en los cuáles no hay perspectivas revolucionarias inmediatas. Posiciones muy respetables han afirmado el derecho del creador a desligar su obra de toda militancia en favor del contenido estético. Pensamos, por el contrario, que la urgencia de la hora impone al intelectual una triple militancia: la de la participación en las organizaciones políticas progresistas; la de la inclusión del compromiso en el contexto de su obra, y la tercera militancia es batallar por la inserción de su obra, en el ámbito real de los medios masivos de comunicación, anticipándose así a la revolución política, que concluirá por ponerlos íntegramente al servicio del pueblo. Porque mientras la política no asegure la liberación cultural de Nuestra América, la cultura deberá abrir el camino para la liberación política” ¿Qué piensas de este planteamiento trayéndolo a la actualidad?
Como queda subrayado en la primera pregunta, y tal y como aparece claramente en esta afirmación de Luis Britto, los intelectuales deben apoderarse de los medios masivos de comunicación para dar a conocer la voluntad del pueblo y de los excluidos, y salir de los guetos para asumir sus responsabilidades o compromisos de edificar un mundo mejor. Diría más: en un mundo caracterizado por la asimetría y los desequilibrios mediáticos, los intelectuales deben ocupar todos los espacios posibles de protestas que deben expresar en sus obras desde los tradicionales medios de comunicación o las luchas sobre el terreno (dibujos animados, teatros públicos o callejeros, foros, cine, debates públicos, reivindicaciones ecologistas y sindicalistas…) hasta las nuevas tecnologías de información y comunicación –TIC- (internet, páginas electrónicas o web, etc.), transformando sus palabras en acciones y actuaciones . Partiendo de la evidencia según la cual no puede haber la consciencia política sin la previa consciencia histórica, los intelectuales progresistas han de recordar constantemente al pueblo las conquistas históricas que han precedido y servido a los grandes cambios actuales, y abogar por las causas olvidadas. Deben estar en el centro de la higiene pública y mental.
– ¿Cuál es el papel de los movimientos sociales en la coyuntura actual?
Los movimientos sociales ante la inédita ofensiva neoliberal actual deben convertirse en abogados de los pueblos del Sur y en grupos de presión en el Norte para conseguir la democratización política y económica del sistema internacional, basado en las injusticias internacionales institucionalizadas. Los movimientos sociales deben participar a la producción de discursos y campañas a favor de “otra mundialización” y de doble liberación: liberación de los poderes neocoloniales y neoliberales nacionales, y liberación de sus países de las relaciones internacionales basadas en las desigualdades. Es decir, la renovación de los modos de organización de acción y actuación colectiva. Han de ir a contracorriente de las recetas asesinas de las instituciones gemelas de Bretton Woods, ahora trillizas (BM, FMI y OMC), por ser responsables de la violencia estructural y simbólica en los países del Sur. Se debe dar prioridad a la dimensión humana, social y ecológica en el desarrollo (desarrollo humano y socialmente centrado y respetuoso de los recursos naturales), y no a los equilibrios financieros y monetarios (economicismo), haciendo prevalecer las consideraciones éticas. O lo que es lo mismo poner el desarrollo económico al servicio del desarrollo social (sociocentrismo), y no al revés.
– ¿Qué llamado le harías a la “intelectualidad” que no está de acuerdo con el encuentro de los pensadores anticapitalistas?
Está totalmente equivocada, pues no puede permanecer indiferente (lo que equivaldría a la complicidad) ante un modelo que crea la pobreza y responsabiliza a los pobres de su pobreza o que lucha contra los pobres en lugar de luchar contra la pobreza, pues confunde los síntomas o los efectos y las causas del subdesarrollo. Ya va siendo hora de adoptar una actitud anti-colonialista, anti-imperialista, anti-capitalista, anti-neocolonialista, anti-neoliberal y socialista, a favor de las luchas de los pueblos a escala mundial o de las fuerzas progresistas mundiales contra el fukuyamismo y el fondomonetarismo. No es normal, por ejemplo, que siendo África el continente más pobre sea a la vez un neto exportador de capitales, consecuencia de las políticas desastrosas de ajuste estructural o de las medidas inhumanas de las décadas de los 80 y 90 y las posteriores reformas neoliberales (injusticias internacionales institucionalizadas), que antes que instrumentos de desarrollo son destinados al rembolso o pago de los intereses de la deuda externa de los países africanos. La intelectualidad debe dedicarse a la lucha por “un mundo más justo y más solidario”, ideales por los que lucharon (o siguen luchando) en Latinoamérica Fidel Castro, Hugo Chávez, Evo Morales y Nicolás Maduro…, y en África Patricio Lumumba, Kwame Nkrumah, Amical Cabral, Thomas Sankara…, y que conocieron todos un destino trágico a manos del imperialismo, muy agresivo en el continente africano.
– ¿Se puede ser un intelectual más allá de las academias, de los títulos universitarios?
Un intelectual no es el que detiene títulos universitarios, sino una visión crítica permanente ante todas las formas de injusticias y exclusiones, y de propuestas alternativas, sin perder de vista que trabajar sobre los aspectos del desarrollo es inseparable de compromisos políticos. Un verdadero intelectual no debe aliarse con las dictaduras neoliberales establecidas o autoritarismos electorales, sino ha de luchar contra las injusticias locales, nacionales e internacionales institucionalizadas. El verdadero intelectual es el que tiene raíces populares al servicio de los grupos sociales más vulnerables, luchando contra los poderes locales aliados con el sistema y las multinacionales a su servicio. Es decir, una actitud rebelde permanente, y de denuncia, contra las fuerzas de opresión internas y externas, ultraderechistas, y a favor de la solidaridad internacionalista. Hay que acabar con el mito del título universitario como fuente del saber y del poder.
– ¿Cuál es el papel de la juventud en la producción de conocimiento?
Los jóvenes deben apoderarse de los conocimientos ya producidos y producir otros nuevos. Aprovechar de su creatividad y fecundidad para producir nuevos conocimientos. Han de alejarse de las lógicas cortoplacistas del capitalismo y apoyar en todo momento la supremacía de lo humano (homocentrismo) sobre lo material en la producción de conocimientos, o la adopción de una actitud a contracorriente del vigente modelo neoliberal poco propenso a la verdadera mundialización, la de los derechos humanos (y basado en las relaciones de fuerza y la ley del beneficio), insistiendo en la “igualdad en la diversidad”. Es decir, la apuesta por una globalización solidaria contra el capitalismo que ha dado lugar al neoliberalismo deshumanizante, responsable del desempleo estructural que afecta negativamente a los jóvenes tanto en el Sur como en el Norte. La juventud debe apostar por una economía plural (social y solidaria) y no exclusivamente capitalista, destinada a la reconstrucción de Estados sociales.
– ¿Qué retos y desafíos tiene la intelectualidad ante la debacle capitalista y la reacción imperial ante el viraje del timón mundial hacia la visión multipolar?
La intelectualidad debe proponer alternativas al modelo capitalista y aprovechar su debilidad y debacles actuales para ayudarle a desaparecer completamente, pues por razones arriba mencionadas este modelo no tiene futuro. La intelectualidad debe apostar por la multipolaridad, o la democratización de las relaciones económicas y políticas internacionales en el sentido de la justicia y de la equidad, y jamás por cualquier forma de unipolarismo o bipolaridad o de un mundo jerarquizado . Éste se ve claramente a través de los pasaportes y visados: de primera categoría (Estados Unidos y UE que imponen sus prácticas sociales, ayer a través de la colonización y hoy la economía de mercado, y cuyos ciudadanos pueden viajar libremente en todo el mundo), de segunda categoría (países emergentes que se convierten cada vez más en el nuevo centro del mundo en estos albores del siglo XXI, con ciertas limitaciones en los viajes de sus ciudadanos, según los casos) y de tercera categoría (la mayoría de los países africanos, latinoamericanos y asiáticos, o los “condenados de la tierra” para parafrasear a Frantz Fanon, y cuyos ciudadanos no pueden viajar libremente por las pegas de toda índole, y constantemente sospechados de terrorismo o de “emigración ilegal”). Es decir, un mundo sospechado de todos los peligros: demográficos, migratorios, terroristas, medioambientales y de las enfermedades.
– Históricamente, el marxismo ha definido que existe un sujeto histórico de transformación social que es el obrero, se puede ver, que desde la ortodoxia se asume que siempre será así ¿crees que ese sujeto se amplía, recordando el planteamiento del Comandante Chávez: que el sujeto histórico de transformación es el Pueblo organizado, movilizado y consciente?
Efectivamente, del sujeto histórico de transformación social marxista que es el obrero, se debe de dar paso a un nuevo sujeto del socialismo del siglo XXI, que es el pueblo, pues como se suele decir: “el pueblo unido nunca será vencido”. Insistiendo y contando con los pueblos se convierte el Sur no en la periferia, sino en el centro del mundo: la acumulación de los capitales por los pueblos del Sur, que deben definir ellos mismos los objetivos del crecimiento y la concreción de la política socioeconómica para conseguirlo.
La realización del proyecto de sociedad basado en la plena justicia social, la reforma del Estado y la lucha contra la burocracia. Es decir, sin discriminación ni explotación.
El desarrollo y la democracia, que se nutren mutuamente, no son productos de importación o exportación, sino resultados de los esfuerzos globales de la sociedad y de sus propios cambios, y que deben responder a las especificidades propias a cada sociedad (diversidad de culturas y de modelos de sociedad). Es preciso liberar estos conceptos del etnocentrismo o eurocentrismo.
– ¿Cuál es el papel de la mujer en la actualidad, en el marco de la lucha de clases?
Las mujeres son las principales protagonistas de la lucha de clase que deben liderar, pues han de luchar contra el patriarcalismo que va de la mano con el capitalismo y que son las dos caras de una misma moneda, la machocracia y el racismo. Es preciso proceder a la despatriarcalización del Estado y de la sociedad. Debe liderar el feminismo de lucha contra el neoliberalismo, responsable de importantes retrocesos en los aspectos de desarrollo humano en las conquistas en los países del Sur. No se trata de caer en el hembrismo, que distrae del verdadero enemigo que es el sistema, y no los varones, siguiendo en ello las feministas africanas que luchan a la vez contra la discriminación de raza, de clase y género o la lucha total. Las mujeres, y las fuerzas progresistas, deben apostar por la igualdad de género. En pocas palabras, se debe acordar una atención particular a las mujeres en las políticas de desarrollo por ocuparse de las actividades de producción y reproducción de la vida. Se les debe proporcionar una gran libertad e independencia favoreciendo su participación en la vida pública. Es la única manera de favorecer la democratización del desarrollo y de la propia vida política, pues representan más de la mitad de la población mundial. Son los países los que han favorecido la emancipación de la mujer, su educación o escolarización los que han conseguido importantes resultados en la transición demográfica y en los aspectos de desarrollo humano.
– A modo de conclusión y consideración final, si tuvieses la oportunidad de hablar con cada persona del mundo ¿Qué mensaje le darías?
Es hora de dar la última estocada o el golpe de gracia al imperialismo, aprovechando su agonía, para crear un nuevo mundo basado en la globalización de los derechos humanos y de la justicia, en sustitución de la actual excluyente deshumanizante, excluyente y desigual con muchos perdedores y muy poco ganadores. Hay que soñar: “otra globalización”, “otra cooperación”…, destinada a concebir otro modelo de democracia (no sólo participativa, sino también reivindicativa, basada en una ciudadanía activa) y otro modelo de desarrollo, humanamente centrado y con rostro social. Sencillamente adoptar el modelo bolivariano de Evo Morales del socialismo comunitario y del “vivir bien y vivir mejor”, que se debe instaurar en África. No existe un modelo universal de desarrollo con la subsiguiente universalización y uniformización de comportamientos (la globalización basada en el liberalismo económico y en el modelo liberal democrático, defendidos por el Consenso de Washington o la política macroeconómica neoliberal), sino en la síntesis de valores propios y los adquiridos. En pocas palabras, se trata de apostar claramente por el decrecimiento y la satisfacción de las necesidades básicas o esenciales a partir de la movilización de los propios recursos del país.