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viernes, noviembre 22, 2024

LOS SOCIALCRISTIANOS PASAN DE AGACHE. Por Juan Cuvi*

¿Ha escuchado alguien a alguna prominente figura socialcristiana pronunciarse a favor del voto nulo en la próxima elección del Consejo de Participación (CPCCS)?

Mientras la derecha en pleno se pronuncia por el voto nulo, llama la atención la postura del Partido Socialcristiano.

Es más: el alcalde de Guayaquil, principal referente de esa corriente política (aunque se enfunde el disfraz de guerrero de madera), ha hecho un acto de inusual institucionalismo al llamar a votar por los mejores candidatos a ese organismo. Eso significa, en otras palabras, que ya tiene una lista de postulantes.

Si no fuera por el peso, la trayectoria y las prácticas del socialcristianismo, este hecho pasaría desapercibido. Pero estamos hablando del único partido de la vieja guardia que sobrevivió a la debacle general, que reiteradamente ha tenido éxito en los procesos electorales, que lleva 25 años controlando Guayaquil y, sobre todo, que cuenta con un aparato electoral eficiente. Esto último resulta fundamental para la elección del CPCCS.

Frente a la dispersión y al desorden que primarán en la elección de dicho organismo, quien tenga la posibilidad de influir efectivamente en sus votantes se llevará una buena tajada del pastel. Y esto se consigue haciendo funcionar las correas de transmisión clientelar de los partidos. Sesenta años de práctica no son pelo de cochino.

Por eso los socialcristianos se sienten a gusto con la campaña desatada en contra de los candidatos del correísmo. Mientras el electorado se distrae, y mientras los demás enfilan sus dardos en contra de los mutantes de la lista 5, ellos hacen su trabajo en la sombra.

La amenaza se vuelve más peliaguda si consideramos el pacto que mantiene el partido Socialcristiano con el gobierno. El último episodio ocurrido en la Asamblea Nacional, a propósito de las misteriosas escuchas a su presidenta, muestran hasta dónde pueden llegar en estos acuerdos de trastienda. Poco importa que Elizabeth Cabezas, con su florido lenguaje, haya dejado a sus aliados peor que trapeador de urinario.

Por eso, quizás, el presidente Moreno no ha sido categórico respecto del futuro del CPCCS. Tal vez está esperando los resultados del 24 de marzo para decidir si mantiene al organismo o convoca una consulta para su eliminación. De triunfar los socialcristianos, es muy posible que no lo toque.

Que correístas o socialcristianos lleguen a controlar el Consejo de Participación definitivo implica un severo golpe a la izquierda y a los movimientos sociales, por la sencilla razón de que ninguna de esas dos fuerzas políticas tiene una naturaleza democrática. Porque no creen en la participación social. Saben perfectamente para qué sirve ese perverso instrumento de control político. La eliminación definitiva del CPCCS es una urgencia democrática.

*Master en Desarrollo Local. Director de la Fundación Donum – Cuenca. Ex dirigente de Alfaro Vive Carajo. 

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