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LOS U’WA, AVATAR Y LA BONANZA MINERA. Por María Teresa Ronderos

LOS U’WA, AVATAR Y LA BONANZA MINERA

Por María Teresa Ronderos

El Pais<www.elpais.com>

29 de marzo de 2012

La discusión en Colombia sobre cómo la bonanza minero-energética que se nos vino encima por los altos precios internacionales es una bendición que puede llevar embuchada la maldición del dinero fácil, suele patinar sobre un mismo terreno.

Desde el gobierno y las empresas se repiten los fabulosos números: si seguimos creciendo como vamos, en una década podremos estar recibiendo divisas por exportaciones sólo de petróleo, minerales y gas, lo que hoy exportamos por todo concepto, es decir poco más de 50 mil millones de dólares. Además podremos estar duplicando nuestras exportaciones de carbón y subiendo las de oro en un 60 por ciento. Si se explota, la sola mina de La Colosa de la Anglo Gold, puede dejarle regalías y compensaciones anuales al gobierno nacional y local equivalentes a los que hoy pagan todos los minerales.

Desde las comunidades y los ambientalistas se advierten las mismas fallas: que, salvo algunas excepciones notables, las explotaciones mineras le dejan a la gente contaminación y desequilibrio ecológico, pobreza y cultura de despilfarro a las comunidades y, además, exacerban la violencia. Hace unas semanas, yo misma, publiqué una historia sobre el caso del Cesar que descubre lo difícil que es hacer minería sostenible en nuestro país.

Un debate sobre minería y desarrollo sostenible que se dio la semana pasada como parte de la serie de conferencias “Colombia en Harvard” organizado por el Centro de Estudios Latinoamericanos de la universidad y el consulado en Boston, si embargo, trajo una mirada nueva sobre el álgido tema.

“La expansión del sector energético y en especial de la industria petrolera, está cambiando la organización colectiva, la formulación de denuncias y el activismo en América Latina”, dice la tesis de doctorado en Berkeley de Pablo Rueda, uno de los expositores del debate. (ver una síntesis de su tesis)

Por varios años, Rueda siguió la lucha del pueblo U’wa para evitar que la petrolera Oxy explotara terrenos sagrados para ellos y deteriorara su armónico hábitat y estilo de vida. Descubrió cómo estos líderes indígenas pasaron de un activismo tradicional que apeló a la justicia nacional e internacional para proteger sus derechos, a un activismo novedoso que buscó tener impacto sobre los mercados.

Así los U’wa compraron acciones de la Oxy para tener acceso a la información interna de esta empresa, viajaron tres veces a Estados Unidos a reuniones con accionistas y administradores, consiguieron financiación del Fondo de Leonardo di Caprio, se reunieron con el director de Avatar, James Cameron y pusieron tal presión a Fidelity Investments que esta vendió el 60 por ciento de sus acciones en la Oxy. Consiguieron cita con Sanford Berenson, el principal accionista de Oxy, hablaron ante la asamblea de accionistas de la Oxy en Los Angeles en 2000, hicieron campaña contra Al Gore, que tenía acciones en la petrolera, entre otras muchas acciones. Finalmente, la Oxy desistió de explotar el territorio U’wa.

Esta segunda estrategia es menos formal o institucional que la legal, pero es más directa y persuasiva. Y es un camino que muchas comunidades en Colombia afectadas por la minería ya están siguiendo, no necesariamente para que no haya explotación, si no para asegurarse que si la empresa es irresponsable socialmente lo sienta donde más le duele: en el valor de su acción (afectada por la pérdida de prestigio) y en el tamaño de sus mercados.

Un segundo expositor fue el profesor Lawrence Susskind, fundador del Consensus Building Institute (instituto para la construcción de consensos) quien dijo una verdad de a puño: que si va a haber minería en un lugar, la gente de allí debe tener un papel central en TODO el desarrollo del proyecto. “No basta con que las mineras cumplan los requisitos de ley, es indispensable que involucren a las comunidades”, dijo. “Ni siquiera se les debería dar un permiso de exploración a las empresas que no estén en un proceso legítimo de construcción de consenso con las comunidades que van a afectar”.

La bonanza minera nos vino del cielo. Como caiga va a depender de qué tan estratégicamente la gente apele al mercado global para hacerse oir, y de qué tan rápido gobierno y empresas descubran que sólo si abren espacios para una auténtica participación ciudadana los emprendimientos mineros serán realmente sostenibles.

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