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Los integrantes de mi generación aprendimos el abecé de la política leyendo libros de autores como el Che, Fanon o Sartre. La política revolucionaria, digo, no la convencional, esa que se aprende leyendo la vida de los santos o los principios de los Boy Scouts. Eran las suyas palabras duras, para desentrañar una todavía más dura realidad.
Fanon, sobretodo. En él los “condenados de la tierra” comenzamos a descubrirnos, a comprendernos, a saber que “los de arriba” nos habían negado hasta el derecho de existir como seres humanos. Él nos hizo comprender que “los de abajo” debíamos acabar con la explotación y el dominio colonial.
Fanon explicó, con lucidez sobrehumana, que esto sólo era posible dentro de un nuevo humanismo que habíamos de construir desde abajo, luchando. En este punto engarzaba con la acción luminosa del Che y con las reflexiones de Sartre.
La visión civilizadora de la doctrina liberal se arroga la prerrogativa de otorgarle derechos “al otro”, porque parte de suponer que es inferior. El escultismo es un humanismo liberal que defiende la civilización del capital. Ese humanismo es el que le lleva a suponer al presidente Correa que si un blanco dirige a los indios está mal.
No, señor presidente. Usted cree que si un blanco dirige a los indios, los indios son un rebaño. No es así. Los de abajo, que somos “el otro”, desde Fanon sabemos que tenemos que ir juntos para construir el Estado plurinacional que queremos. Los indios entenderán perfectamente que les dirija un blanco, o los blancos y los indios, que sea un negro, o los mestizos y los negros que sea un montubio, en ese Estado plurinacional que usted jamás podrá construir con los principios del escultismo, porque para eso se necesita un auténtico pensamiento revolucionario, como el de Fanon.
Es que ahí está la clave de lo que está pasando: en el modernismo racista que permea la cosmovisión de los tecnócratas actuales y que ha vuelto a ser razón de estado.
Asi es Andrés. Poco esfuerzo mental hay en el Ecuador para comprender asuntos vitales como este del racismo. Correa tiene “encantada” a la masa con discusiones intrascendentes: el yucazo de Guevara, los calificativos a periodistas como Pallares, el yo no dije y el yo no puse. Los “intelectualers” están subsumidos en su discurso y casi todos están de rodillas. Ñucanchi socialismo es una concepción que supera las taras de la izquierda ecuatoriana, del centro y de la derecha. Es una nueva visión del desarrollo y de la civilización. Le invito a visitar este link: http://www.forosocialistaecuador.com/