Cartografía de una conspiración
¿POR QUÉ CAYÓ LUGO?
La destitución de Fernando Lugo desencadenó una fuerte crisis institucional en Paraguay y provocó el repudio de todos los países del Mercosur. Los motivos son diversos: causas estructurales, anhelos opositores postergados y el contexto preelectoral.
“Yo creo que Franco va a ser mucho más firme en lo que hace a respetar la propiedad privada”. Con Fernando Lugo “los carperos estaban en el Palacio”. Las dos frases, pronunciadas poco después de la destitución del presidente paraguayo y de la asunción del vicepresidente Federico Franco, corresponden, respectivamente, al presidente de la Asociación de Empresarios Cristianos, Luis Fretes (1) y al portavoz de los llamados “brasiguayos”, Aurio Fighetto (2). Por su crudeza permiten captar las sensibilidades y susceptibilidades que estuvieron detrás del golpe parlamentario del pasado 22 de junio. La consigna de estos días, por parte de los grandes productores sojeros, es recuperar la tranquilidad alterada por la “Liga de los carperos”, campesinos sin tierra que ocupan haciendas. “Un verdadero ejército” –dicen–, amparado en la gestión de Lugo desde el Palacio de López. El ABC Color, por su parte, titula en su portada del 6 de julio: “Firmeza contra los invasores”.
Una isla rodeada de tierra…
La cuestión agraria es esencial en Paraguay, donde el 2% de los propietarios acapara el 80% de las tierras cultivables, gran parte de ellas dedicadas a la producción de soja y ganadería. Lugo llegó al gobierno en 2008 tras desplazar al Partido Colorado, que llevaba 61 años en el poder, incluyendo los 35 de la dictadura de Alfredo Stroessner. Contando con un apoyo inédito de organizaciones campesinas, Lugo incluyó la reforma agraria en el programa de la Alianza Patriótica para el Cambio. Pero para llegar al Palacio presidencial debió aliarse con el Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA), ya muy lejos de las posiciones progresistas con las que había sido fundado en la clandestinidad, en 1978, por Domingo Laíno para combatir al stronismo.
Casi sin parlamentarios propios y sin la audacia –ni posiblemente la fuerza– para convocar a una Asamblea Constituyente, Lugo quedó de rehén de un Parlamento y una Justicia provenientes del viejo régimen. Incluso el PLRA se dividió y una parte –que incluía al propio vicepresidente Federico Franco– pasó a la oposición abierta. Un escenario al que deben sumarse el cáncer que afectó al mandatario, las recurrentes denuncias sobre paternidades no reconocidas del ex obispo, un anticomunismo profundamente enraizado en la cultura política local (3) y la debilidad de los movimientos populares paraguayos, en comparación con países como Bolivia, Venezuela, Argentina o Ecuador. Aunque no se avanzó en la reforma agraria, se logró redactar un informe de la Comisión Verdad y Justicia y el Instituto Nacional de Desarrollo Rural y de la Tierra sobre tierras mal habidas, calculadas en unos 8 millones de hectáreas.
El mapa del conflicto agrario se terminó de complicar con la aparición del enigmático Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP). Con sólo un puñado de miembros, el EPP cuenta entre sus acciones con la destrucción de maquinaria agrícola de haciendas sojeras y el secuestro de los hacendados Luis Alberto Lindstron en 2008 y Fidel Zavala en 2009 (este último obligado a repartir carne a los pobres como “cortesía del EPP” antes de ser liberado, previo pago del rescate después de tres meses de encierro). “Es algo misterioso, parecen fantasmas”, apunta desde Asunción el periodista Hugo Ruiz Olazar, corresponsal de varios medios, entre ellos Clarín.
Más recientemente, el EPP se habría adjudicado –a través de un comunicado pegado en el poste de una hacienda– la quema de tres topadoras y la ejecución de un tractorista brasileño, ocurrida en la noche del jueves 28 de junio en la localidad de Azotey (4). El texto señala que “en reiteradas ocasiones hemos advertido a los tractoristas que son sorprendidos hachando bosques, que serán condenados a la máxima pena (muerte) por el hecho criminal que hacen”, y denuncia: “Hay vacas de los oligarcas que tienen más valor que un campesino paraguayo; los ricos de este país y su gobierno de turno están acostumbrados a hacer correr ríos de sangre para defender sus mezquinos intereses”. La denuncia hace referencia a la matanza de Curuguaty, donde el 15 de junio murieron 11 ocupantes campesinos y 6 policías. Esa masacre fue el argumento principal empleado por el Congreso paraguayo para destituir a Lugo sin respetar los plazos de la defensa en el juicio político.
Al parecer, ex miembros del grupo Patria Libre están entre los fundadores del oscuro EPP. Y el hecho de que pertenecieran a ese grupo ex alumnos del seminario de Fernando Lugo –ex obispo de San Pedro, una zona de movimientos campesinos combativos del centro del país– favoreció todo tipo de especulaciones… Incluso algunas que señalaban al propio mandatario como una suerte de líder de las actividades del grupo. “Somos comunistas, de principios marxista–leninistas. Reivindicamos las ideas, el proyecto de gobierno del doctor Francia, del Mariscal López, quienes son héroes nacionales”, declaró en una entrevista, en 2008, Carmen Villalba, detenida en 2003 y acusada de participar del secuestro de María Edith Bordón, esposa de un acaudalado empresario. Por otro lado, la fiscalía y los medios hablan de vínculos con las FARC colombianas (5).
Todo esto elevó la sensación térmica antiluguista entre las clases dominantes paraguayas –históricamente vinculadas a diversos tipos de negocios ilegales–, a pesar de que el gobierno no impulsó reformas radicales. El de Lugo no fue un gobierno de izquierda, pero, como señaló el ex ministro de la Secretaría de Acción Social Hugo Richer en 2009, constituye un dato central el hecho de que “con Lugo la izquierda logró un espacio de crecimiento e influencia política que jamás tuvo en toda la historia paraguaya”.
“El gobierno empezó a tocar intereses poderosos, puso condicionamientos a [la fundidora de aluminio canadiense] Río Tinto. Buscamos controlar y hacer cumplir la ley respecto de los agrotóxicos y las semillas transgénicas”, explicó al Dipló el secretario General del partido Tekojojá, Aníbal Carrillo. Todo ello en el marco de buenos resultados macroeconómicos.
El golpe y la interna colorada
Pero, ¿por qué un golpe cuando falta menos de un año para las presidenciales?
Como ha dicho con cierta ironía el politólogo Marcello Lachi, “aquí la política no es refinada”. Y la interna colorada lo es menos aún. En un partido–Estado, como lo fue el coloradismo durante seis décadas, ganar las elecciones primarias era ganar el poder. Basta recordar que el 23 de marzo de 1999 el vicepresidente Luis María Argaña fue asesinado en plena calle por unos pistoleros que muchos asociaron al ex general Lino Oviedo (el hombre que –según cuentan en privado sus colaboradores– “hizo temblar” al dictador Stroessner durante el golpe de 1989 cuando lo encañonó con un fusil y le quitó el seguro a una granada de mano para forzar su dimisión). Oviedo fundó el partido Unión Nacional de Ciudadanos Éticos (UNACE) al romper con los colorados y tiene actualmente peso en el Senado. Fue condenado por el intento de golpe de 1996 contra el entonces presidente Juan Carlos Wasmosy y acusado de organizar el tiroteo a civiles durante las protestas conocidas como el “marzo paraguayo”, que provocó la muerte de siete jóvenes. Esas movilizaciones condujeron, a la postre, a la renuncia de Raúl Cubas a la presidencia en 1999 (6).
Un nuevo capítulo de la guerra intestina se produjo en 2007 cuando la precandidata presidencial Blanca Ovelar –ministra de Educación apoyada por el entonces presidente Nicanor Duarte Frutos– ganó las primarias coloradas en medio de acusaciones de fraude por parte de su contendiente Luis Alberto Castiglioni. Mientras Duarte Frutos y Ovelar hablaban de “socialismo humanista” –en línea con el nuevo clima latinaomericano– Castiglioni era considerado en el ambiente político como “el candidato de la embajada” (norteamericana) y en ese entonces fue apoyado por Alfredo Goli Stroessner, el nieto del dictador y líder de la facción colorada “Paz y progreso”.
Esas internas poco refinadas se reactivaron meses antes de la caída de Lugo, quien al parecer contribuyó a exacerbarlas. Tras la masacre de Curuguaty, el mandatario cambió al ministro del Interior, el socialista Carlos Filizzola, por una figura inesperada: el ex fiscal y militante colorado de orígenes strosnistas Rubén Candia Amarilla. Resultado inmediato: los liberales, indignados; la izquierda confundida. Para el coloradismo fue un duro golpe.
Lugo acusó a Horacio Cartes de estar detrás del golpe. Se trata de un poderoso ganadero y tabacalero que saltó a la política hace solo dos años, “inquieto por el curso político del país bajo el gobierno izquierdista–liberal filo–chavista”, según una página web de su agrupación, pero con posibilidades de ser presidente de Paraguay en 2013 (7). Cartes ha logrado comprar voluntades y construir un amplio armado político a partir de su fortuna, investigada por Estados Unidos según se revela en informes filtrados por Wikileaks. Allí se destapa que sus empresas fueron infiltradas por la DEA por supuesto lavado de dinero (8). Pero eso no lo desanimó en su apuesta por llegar al sillón de los López, para lo cual decidió que era hora de tumbar a Lugo.
Cartes vio amenazada su candidatura por un supuesto acuerdo entre Lugo y la presidenta del Partido Colorado, Lilian Samaniego, alguna vez “cartista” y ahora adversaria. Para esta facción, Lugo habría tramado una alianza con Samaniego para apoyarla desde el gobierno en vistas a las presidenciales del año próximo. “Se especulaba que Lugo podría apoyar a Samaniego con un luguista como candidato a Vice para 2013”, explica Ruiz Olazar.
En una entrevista con el diario Clarín, Cartes –con mayoría en la cúpula colorada– asegura que “Lilian Samaniego es la primera en invocar el juicio político… Pero lo que hicieron en realidad es amenazar con el juicio político para obtener dividendos. Nosotros fuimos los terceros, pero fuimos en serio”.
Algunas líneas después es más explícito aún. Ante la pregunta de si Lugo intentó captar a un sector del Partido Colorado y eso provocó su caída, el líder de la facción Honor Colorado respondió: “El tiempo lo dirá, nosotros tenemos esa percepción fuerte desde hace rato. Dividir, apostar a algunos candidatos, financiarlos” (9).
En el caso de los liberales, la explicación de su cálculo parece más sencilla. En estos nueve meses tendrán el Estado a su disposición para repartir prebendas y cooptar adeptos, por eso algunos sectores colorados de base consideran un error que el partido le haya “entregado” el poder a los liberales sin exigir un cogobierno (10). Cartes se defiende acusando a los liberales por el golpe: “Nosotros íbamos a ser los más beneficiados si continuaba el gobierno porque iba a seguir cometiendo errores. El partido que lo sacó del poder fue el Liberal. Lugo ganó con 700 mil votos, pero más de 500 mil le dio el Partido Liberal, y él los desconoció” (11). Pero no explica por qué, entonces, los parlamentarios colorados acompañaron la iniciativa. Lachi añade una proyección: “Si la izquierda y los liberales se presentan por separado a las elecciones, los colorados ganan al menos con el 35% de los votos”. Y en Paraguay no hay segunda vuelta.
Los liberales habían pedido la destitución de Candia Amarilla poniendo a Lugo entre la espada y la pared y dijeron sentirse “convidados” de piedra en el cogobierno con el ex obispo. Hay versiones de que el 20 de junio Lugo aprobó una propuesta al PLRA que incluía la reestructuración total del gabinete y un acuerdo para que los liberales encabezaran la chapa presidencial para 2013. Pero esa oferta no habría llegado al presidente partidario Blas Llano (opositor interno de Franco) quien ya tenía posición tomada y, poco antes de entrar a la reunión partidaria donde se aprobó el voto positivo al juicio político, pronunció su lapidaria sentencia: “se acabó el plazo” (12).
Lo que se acabaría sería, en efecto, un gobierno que llegó con ansias de cambio pero que no quiso, o no pudo, transformar las injusticias estructurales de esta nación mediterránea, considerada una suerte de terra incognita en la propia América Latina. “Cansado de las peleas con los liberales y de las luchas dentro del Frente Guasu, paulatinamente Lugo se fue aislando cada vez más, encerrándose en un círculo pequeño”, reconstruye el periodista Rino Giret (13). Ese aislamiento quizás explique la dificultad para organizar una resistencia activa en las calles.
El golpe contra Lugo tiene así causas estructurales, anhelos opositores postergados desde 2009 y causas coyunturales (preelectorales). La conspiración incluyó a los partidos tradicionales desplazados y a la Unión de Gremios de la Producción (UGP), que articula a los poderosos empresarios del agronegocio. Y se completó con el apoyo de los grandes medios (como La Nación y ABC Color (14)) y la Iglesia católica al juicio político. Queda por saber qué dirá Estados Unidos, que por ahora mantiene una posición cauta frente a la destitución del Presidente. En todo caso, según La Nación de Asunción, ambos –Lugo y Franco– estaban invitados a la celebración del 4 de julio.
El regreso de la Triple Alianza
Entretanto, el gobierno y los columnistas de periódicos alientan la idea de que la reacción de Brasil, Argentina y Uruguay no es más ni menos que la reactivación de una secuencia de humillaciones contra Paraguay, que comenzaron con la guerra genocida de la Triple Alianza en el siglo XIX y continúan hoy con la suspensión de Paraguay del Mercosur. Un columnista llegó a pedir el apoyo de Estados Unidos “para mantener la independencia paraguaya” (15). Pero hoy sería una cuádruple alianza: Venezuela aparece en el centro de las denuncias oficiales luego de que el gobierno difundiera un video –editado y sin audio– en que se ve a altos militares paraguayos entrando a una reunión con el canciller venezolano Nicolás Maduro, mientras se desarrollaba el proceso. Supuestamente el funcionario los habría “arengado” para que desconocieran el fallo del Congreso y defendieran al jefe de Estado. Y finalmente el gobierno de Asunción declaró persona non grata al embajador bolivariano.
Con todo, pese al fuerte apoyo de los gobiernos de la región, Lugo prefirió una retirada pacífica y desanimó a sus simpatizantes de salir a la calle (16). Algunos dicen que la tragedia de Curuguaty sumió a Fernando Lugo en una suerte de inmovilismo que, en cierta manera, lo tuvo prisionero hasta el día final, pero que al mismo tiempo creía que era una tormenta que iba a pasar (17). Lo cierto es que el tono con el que aceptó su destitución y abandonó el poder sonó a alivio.
Ahora, el Frente Guasú (grande, en guaraní) se entusiasma con construir en 2013 un espacio progresista que sobreviva a la presidencia de Lugo, tentado con ser candidato a senador. Y así Paraguay sigue fiel a la descripción que de él hiciera su principal escritor, Augusto Roa Bastos, quien alguna vez dijera: la historia paraguaya “parecería, si no fuese objetivamente real, la fabulación de un dramático destino, de una tragedia ininterrumpida, con tramos de grandeza y plenitud, sin embargo, muy altos y significativos” (18).
1. Rubén Guillemi, “Los tres pilares de Franco”, La Nación, Buenos Aires, 26–6–12.
2. “‘Brasiguayos’ se reúnen hoy con Dilma Rousseff en Brasilia”, ABC Color, Asunción, 26–6–12. Se denomina “brasiguayos” a los brasileños y sus descendientes, que ocupan gran parte de las tierras más fértiles del país.
3. Paraguay fue un histórico aliado de Taiwán y una gran estatua del líder anticomunista chino Chiang Kai–shek fue levantada en plena Asunción sobre una avenida que lleva su nombre (sobre el tema ver: Rogelio García Lupo, Paraguay de Stroessner, ediciones B, Buenos Aires, 1989). Taipei ya reconoció al nuevo gobierno. “En Paraguay no existe ningún conflicto político, todo sigue su curso. Las personas en las calles se ven tranquilas, despreocupadas, y creo que eso debería interesar más a los gobiernos vecinos que no están reconociendo como legítimo al nuevo Poder Ejecutivo del Paraguay”, declaró el embajador taiwanés en Asunción, José María Liu.
4. Última Hora, Asunción, 3–7–12.
5. Véase Pablo Stefanoni, “¿Fin de época en Paraguay?”, Le Monde Diplomatique, edición Cono Sur, julio 2007.
6. Su hija, Cecilia Cubas, fue secuestrada y asesinada en 2004. Luego de un proceso cuestionado, fueron condenados cuatro activistas del grupo Patria Libre.
7. Rubén Céspedes, “El lado oscuro de Horacio Cartes”, ABC Color, 14–1–11.
8. Juan Cálcena, Sandra Ramírez y Kike Sosa, “EE.UU. investigó a Cartes por lavado dinero proveniente de drogas, según WikiLeaks”, ABC Color, Asunción, 28–10–11.
9. Daniel Vittar, entrevista con Horacio Cartes, “Lugo está siendo juzgado por su moral, por sus mentiras”, 27–6–12.
10. Agencia Nova Paraguay, 3–7–12.
11. Vittar, ob. cit.
12. En el descontento de los partidos tradicionales incidió además la decisión de Lugo de vetar una ley que ampliaba los fondos del Tribunal Superior de Justicia Electoral en la que se habían incluido 50 millones de dólares para que los partidos paguen los sueldos a sus operadores políticos, cuestión fundamental para los comicios de 2013.
13. “Jaqueado, Lugo ofreció reestructurar su gabinete con Llano, a las 15.00”, Última Hora, Asunción, 5–7–12.
14. El ABC es propiedad de Aldo Zuccolillo, miembro de Honor del Comité Ejecutivo de la Sociedad Interamericana de Prensa.
15. Enrique Vargas Peña, “No nos resignemos a ser colonia”, La Nación, Asunción, 1–7–12.
16. Carlos Morales, “Fernando Lugo: ‘Franco siempre conspiró, siempre hizo oposición’”, El Deber, Santa Cruz de la Sierra, 3–7–12.
17. Rino Giret, “Lugo creía que la matanza de Curuguaty era una tormenta más”, Última Hora, Asunción, 1–7–12.
18. “Paraguay, una isla rodeada de tierra”, El Correo de la UNESCO, 1977.
* Periodista, ex director de la edición boliviana de Le Monde Diplomatique. Actualmente es Jefe de redacción de la revista Nueva Sociedad (www.nuso.org).
© Le Monde diplomatique, edición Cono Sur. Edición Nro 157 – Julio de 2012