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RELEVO PARA EVO. Por: Nathalia Cedillo Carrillo

08 de marzo 2016

El mito del socialismo del siglo XXI se degasta. Esta vez no justificó las pretensiones políticas del Presidente Evo Morales, quien ha tenido que aceptar la derrota en el referéndum, donde el pueblo boliviano rechazó una reforma constitucional que le permitiría un cuarto mandato.

¿Será acaso que se empiezan a perder las ilusiones de revoluciones redentoras?

Según declaraciones del Presidente Morales, la derrota se debió a una campaña sucia a través de las redes sociales, a la discriminación y al racismo, promovido por sectores de derecha.

Efectivamente, la realidad histórica de Bolivia guarda el registro del racismo, la violencia y el despojo. En la época del dominio colonial los indios eran considerados como animales, decían que “no tenían alma”. La necesidad de la Corona española de explotar los abundantes recursos naturales que encontraron en Potosí y el resto de Bolivia, los llevó a construir representaciones racistas con el fin de justificar el robo y la explotación. Cuando llegó el tiempo de la república, se cambiaron los rostros de los dominantes, pero no se acabó con el régimen de usufructo. El cambio del sistema feudal-esclavista hacia el capitalismo no terminó con los privilegios de un pequeño grupo económicamente poderoso y mucho menos re-significó el rol del indígena y el campesino en la estructura social.

Sin duda las élites de Bolivia habían estado muy acostumbradas a gobernar a sus anchas, los indígenas siempre eran los que atendían la mesa o los que desde el folklor llenaban de colorido y baile las fiestas de los turistas. Es evidente que en la historia de Bolivia, la intolerancia y el racismo, expresado en el lenguaje, han sido y son un instrumento político de dominación.

Ahora bien, sustentar un conflicto social en categorías raciales, no es suficiente. Si esta es la justificación que encuentra Evo Morales a su derrota en las urnas, quiere decir que no han bastado sus 10 años de gobierno para comprender que los personalismos políticos, son monstruos con pies de barro.

Una de las lecciones que debería dejarnos los últimos comicios electorales en Bolivia, es que la historia ha sido implacable en demostrar que el tiempo corroe a la autoridad carismática y que en democracia no hay nada más contradictorio que pretender hacer transformaciones sociales desde la figura de un líder absoluto.

El Movimiento al Socialismo (MAS) sigue siendo una fuerza política importante en Bolivia y a su gobierno le resta cuatro años para replantear sus estrategias si pretenden sostener en el tiempo su proyecto político. El nuevo reto será el de reconstruir los liderazgos, pero sus esfuerzos de auto-conservación pueden ser infructuosos si optan por repetir la misma fórmula caudillista en nuevas figuras. El camino que demanda la historia es el de sustituir y no sólo reformar la situación actual.

Mientras tanto, en Ecuador la ceguera del poder es aún más desalentadora. El gobierno reformó la Constitución dando paso a la reelección indefinida sin consultar al pueblo. Habrá que ver hasta dónde la campaña propagandística del régimen será capaz de sostener el imaginario falaz de un Estado de Bienestar sin recursos petroleros. ¿O también terminarán culpando en el 2017 a las redes sociales?

Foto: www.elsalvador.com

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