Como describe el doctor Trujillo en su presentación, lo que el Fiscal llama “evidencias del delito” no son sino varios teléfonos celulares, flash memories, billetes, monedas (que no llegan a cien dólares), y otras pertenencias como llaves, billeteras, maletines, cuadernos, una cartuchera de cosméticos y un espejo. Ni siquiera el “folder GCP”, que, dice Trujillo, quizás “podría haber servido para identificar a los miembros del Grupo y las funciones y tareas de cada uno de ellos” permite comprobar nada, porque “no consta nada de esto” y por tanto el Fiscal nada dice de su contenido.
Es indignante que el juez considere al elemental informe del fiscal un relato “claro, preciso, unívoco, del hecho, lo que constituye un delito de acción pública, conforme lo dispone el art 32 del Código de Procedimiento Penal”, aunque el juez no puede precisar cuál es el delito… “por hallarse bajo investigación”. Esta cantinflada no es sino el principio de una cadena de violaciones que el Estado y sus agentes han cometido sin que hayan podido encontrar absolutamente nada que pudiese comprobar que estuviesen organizando alguna acción terrorista. Es escandalosa la abyecta condición de agentes y jueces que por temor a perder su puesto se prestan a todo.
El informe, dice Trujillo, “es también una ventana al mundo de horror que son las cárceles del Ecuador en donde todo crimen es posible, todo vejamen a la dignidad humana tiene su lugar, todo atropello físico, psicológico, aun los más inimaginables tiene su práctica”. Esas condiciones de las cárceles, “claman justicia al cielo en un país petrolero que tiene dinero para prestar cientos de miles de dólares a un extranjero a quien nadie conoce”.
Las cárceles, que Jorge Crespo Toral llama “el mayor pecado social del Ecuador”, no han podido y no han querido ser cambiadas por el actual Gobierno. A Crespo Toral, a pesar de todas las promesas personales de Correa, este Gobierno le ha dado con la puerta en las narices para los planes de la Confraternidad Carcelaria. (Pero esa es otra historia, que también clama al cielo).