La noticia del aluvión en La Comuna y La Gasca, en enero pasado, no solo alertó a la opinión pública quiteña o ecuatoriana. A la investigadora y académica colombiana Andrea Gómez Salazar ese suceso le recordó sus investigaciones en las laderas del Pichincha y también una catástrofe ocurrida en Cali en 2019.
El aluvión de La Comuna-La Gasca motivó una serie de discusiones sobre las condiciones en las que se encuentran las laderas pero también toda la ciudad de Quito. El monopolio inmobilliario, la falta de estímulo a la participación ciudadana desde el mismo Municipio, la posibilidad de pensar en el derecho de la ciudad y el derecho a la ciudad, entre otros temas, confluyen sobre la mesa de debate, a la espera de una discusión seria y una toma de decisiones adecuadas.
Paulina Cepeda, arquitecta y magíster en Estudios Urbanos, investigadora (Flacso-Ecuador), nos da unas luces sobre cómo se ve, analiza y entiende a la ciudad.
Al sur de Quito, en la zona de Quitumbe, los socios de la Cooperativa de Vivienda Alianza Solidaria decidieron que la quebrada Ortega que cruzaba su terreno no fuera rellenada, por el contrario, la recuperaron. Ahora es un sitio de esparcimiento para las familias y un ejemplo de que se puede mantener y convivir con una quebrada.
Hace tres meses por la quebrada de El Tejado se desbordaron más de 15 mil metros cúbicos de lodo, que dejaron como consecuencia 28 muertos, 52 heridos, 1 desaparecido y 9 viviendas inhabitables. El suceso pasó, las (in) acciones posteriores son las que preocupan. No solo fue la lluvia, dijeron. No. Por La Comuna y La Gasca, se vinieron abajo la débil gestión de riesgos en Quito y la impavidez como política. Primera entrega.