No nos conocemos personalmente, pero te confieso que me embarga una profunda tristeza y desazón tras la condena al expresidente Rafael Correa por el caso “Arroz Verde”, pese a que hace mucho tiempo dejé de apoyarlo políticamente porque me decepcionaron sus rasgos autoritarios y las limitaciones de su gestión para emprender en otros caminos que no sean los del desarrollismo de Estado. Estoy convencido de que esta decisión, al igual que la condena por el llamado "Caso Balda", son parte de una estrategia perversa de judicialización de la política y de politización de la justicia, aupada por las élites políticas y económicas del Ecuador, los medios de comunicación hegemónicos y el poder imperial de los Estados Unidos.
Aunque tarde, la justicia llegó. Después de una década de autoritarismo, despilfarro económico y corrupción institucionalizada, la sentencia de los jueces de la Corte Nacional determinó la culpabilidad del expresidente Rafael Correa, el exvicepresidente Jorge Glas y otros dieciséis procesados por su participación en el caso Arroz Verde.
Ocho años para el expresidente Rafael Correa, el ex vicepresidente Jorge Glas y sus secuaces se lee en los titulares. Sin embargo en esa sentencia no figura Lenin Moreno. El Tribunal Penal de la Corte Nacional de Justicia de Ecuador los halló culpables de cohecho.
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