La incorporación de más insectos a la dieta humana podría combatir el cambio climático y ayudar a alimentar a una población mundial en crecimiento. En América Latina, este futuro alimento ya está aquí y tiene profundas raíces ancestrales. Pero, ¿pueden los activistas culinarios luchar contra el escepticismo y cambiar el paladar de las y los latinoamericanos a tiempo?