No, yo no tengo la culpa. La culpa es de los otros, de los indios, de los izquierdistas infantiles, de los ecologistas infantiles, de las feministas infantiles, de los yakuistas infantiles, que llamaron a votar nulo. Yo, soy libre de pecado, soy progresista y puro.
El haber privilegiado el sacarse los cueros al sol en lugar de exponer sus visiones acerca de cómo pretendían conducir el país en el futuro inmediato, convierte a ambos bandos en imperdonables. El país cayó en las redes de la desacreditación, el odio y la revancha y eligió, no al menos malo ni al más demócrata ni al más patriota, sino al que la propaganda logró posicionar como supuestamente trabajador, conciliador, esforzado.
Por Jaime Chuchuca Serrano*
En estos momentos es fundamental recordar la participación de las izquierdas en sus competencias en la primera vuelta presidencial, para...