Los resultados electorales del pasado domingo 7 de febrero podrían leerse como la expresión del rechazo a las consecuencias y efectos a las políticas neoliberales impuestas en estos cuatro años de gobierno y como un desplazamiento del electorado hacia posiciones progresistas y de izquierdas: la de la corriente del progresismo que expresa Andrés Arauz (UNES), la del ecologismo contrario al extractivismo minero y petrolero de Yaku Pérez (Pachakutik), y la del candidato Xavier Hervas (Izquierda Democrática) que supo posicionar un discurso e imagen más atractiva para sectores jóvenes y alejada (aparentemente) de la polarización en contra y a favor del correismo.
En octubre del 2019, el movimiento indígena, junto a sectores populares y barriales, estudiantes, mujeres y población subempleada, logró detener la eliminación del subsidio a los combustibles, el Decreto 883 fue la punta de lanza del acuerdo firmado por el gobierno de Moreno con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
En el contexto de la crisis sanitaria provocada por el covid-19, han surgido iniciativas privadas que convocan a la población a expresar su solidaridad entregando dinero, víveres o vituallas que llegarían a familias y grupos sociales que se encuentran en grave situación de pobreza. Pero la conducta solidaria no es suficiente cuando el Estado se desentiende de su rol como garante del bienestar de todos los habitantes del país.
El confinamiento y el cierre de las actividades económicas tienen efectos diferenciados entre la población. Aunque la angustia y el temor por nosotros y quienes nos rodean están presentes en todos los seres humanos, hay quienes podrán soportar el confinamiento en una mejor situación que la gran mayoría de la población del planeta.