Yo, que tengo la misma edad que Don Diego Oquendo, les tengo dicho a los verdugos de mis hijos: si ven que desvarío constantemente, si quedo en ridículo tres veces por semana y antes que cante el gallo; por dios, ya no me dejen hablar cualquier cosa, quítenme la computadora, bloquéenme el facebook y el twitter. Hay que envejecer con dignidad.