La obra de Tábara resume las características más positivas del trópico ecuatoriano y de sus habitantes: la feracidad y el calor de la tierra, que se prolongan en cierto hedonismo natural y desenfadado de la gente, cuya aparente frivolidad no está reñida con una honda sabiduría para la convivencia. Es una obra refrescante que alienta los mejores sentimientos estéticos del contemplador. Ya es parte irremplazable de la cultura nacional. Su autor, como dice Carlos Areán, el más versado estudioso de la trayectoria del artista, “es uno de los más grandes pintores de Iberoamérica y ( ) también, de los más generosos y auténticos.”
Una antología de veinte años de labor artística, Objetos de duda y de certeza /2000-2019, exhibe Manuela Ribadeneira en las salas del Centro de Arte Contemporáneo hasta el próximo abril. La expositora -quiteña de pura cepa, universal por su obra- es una sobresaliente personalidad del Conceptualismo en el plano internacional.