Las urgencias fiscales priman por sobre otras urgencias, como las sanitarias. Y las condiciones impuestas desde la lógica fondomonetarista, tanto como diversos miedos e incluso posiciones dogmáticas, centradas por ejemplo en sostener a la dolarización como un objetivo nacional, bloquean la construcción de alternativas creativas, sobre todo sustentadas en profundos criterios de solidaridad.
En octubre del 2019, el movimiento indígena, junto a sectores populares y barriales, estudiantes, mujeres y población subempleada, logró detener la eliminación del subsidio a los combustibles, el Decreto 883 fue la punta de lanza del acuerdo firmado por el gobierno de Moreno con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Uno de los signos de estos tiempos es la guerra contra el trabajo. Y, la epidemia, con su secuela de temor, ansiedad y desesperación, les vino “como anillo al dedo” (la frase es de un alto funcionario gubernamental) para lanzar sobre las clases laboriosas los golpes salvajes y despiadados que la resistencia popular contuvo desde 1981.
¡Los banqueros unidos jamás serán vencidos! Precarizar el trabajo dicen. Retroceso de derechos de cien años, gritan. ¿Seguridad Social? Ni que esas fantasías sirvieran para algo. Y esperen nomás. Nuestra venganza será implacable con la otra ley urgente.