La comunidad LGBTIQ+ venezolana en situación de movilidad humana, enfrenta cuando menos una doble discriminación durante su tránsito migratorio: la homo-lesbo-transfobia y, además, la xenofobia. Sin embargo, ellxs buscan -y en ocasiones encuentran- los caminos que conducen a su posible integración en las comunidades de acogida. Lxs protagonistas de esta historia se enfocan en el trabajo con y por “otrxs”, como herramienta para construir el deseable “nosotrxs” aún esquivo en muchos casos.
Invisibilizadas, condenadas a la irregularidad migratoria y laboral, las personas trans en situación de movilidad humana están expuestas a múltiples violencias y negaciones de derechos. La protagonista de esta crónica, Siri Aconcha, es apenas una de ellas. Pero su historia –un doble tránsito a través de la geografía y del género- da cuenta de realidades compartidas por una población migrante segregada.
Las políticas públicas ecuatorianas carecen de respuestas suficientes ante las preguntas que les plantean la movilidad humana, en general, y la de niñas, niños y adolescentes “no acompañados”, en particular. Más aún: los esfuerzos de la sociedad civil que intentan brindarle asistencia, orientación y estímulo a este grupo humano son, todavía, pocos y dispersos. En entrevista con el técnico de atención en movilidad de Danielle Children´s Fund, Diego Poma, abordamos los aspectos específicos de la migración venezolana hacia el Ecuador.
Las y los jóvenes venezolanos, sin papeles, residentes en el Ecuador no pueden acceder al Sistema de Educación Superior. Sus sueños de estudiar una carrera u optar por un trabajo se truncan una vez que terminan el colegio y prácticamente "no existen". También hay quienes no tienen documentos de identificación vigentes y no pueden legalizar sus títulos. El proceso de regularización, establecido en el decreto No. 436, se convierte en una pequeña esperanza de mejorar sus proyecciones futuras. Te contamos la historia de Joryani.