Hasta el día de la segunda vuelta para las elecciones presidenciales en Ecuador (realizadas el domingo 11 de abril de 2021), estaban claramente definidas tres posiciones políticas: 1. el voto por el binomio Andrés Arauz/Carlos Rabascall (UNES); 2. por el banquero Guillermo Lasso (PSC-CREO); y 3. el voto nulo. Entre 10’828.652 de sufragantes, y según los resultados oficiales: Guillermo Lasso ha triunfado con el 52.36% de la votación (4’655.964), y lo ha hecho en todas las 11 provincias de la Sierra, Galápagos y en 5 de las 6 provincias de la Amazonía. Si se toma en cuenta que en la primera vuelta Lasso obtuvo el 19.74% de los votos, significa que en la segunda ganó 32 puntos, algo “espectacular” e inédito en la democracia ecuatoriana desde 1979. Un hecho comparable solo ocurrió en 1984, cuando el socialdemócrata quiteño Rodrigo Borja venció al empresario socialcristiano guayaquileño León Febres Cordero en la primera vuelta, pero perdió en la segunda.
Ni uno solo. Desde ya. Antes que se posesione. Los sectores de izquierda y progresistas no deben caer en la trampa de “hay que darle tiempo”; “esperemos seis meses”; “no hay que ser radicales”. No. La elección de Guillermo Lasso es un desastre para el país. Y a los desastres se los combate desde el vamos. No se puede ser un ternurita como el Bonil, quien ya le mando besos y abrazos a Guillermo. Lo que se viene -y no hay que ser brujo para saberlo- son privatizaciones de todo lo que sea público. El monseñor de la banca ya lo dijo: “el problema económico de nuestro país está en el sector público”. Tarjeta amarilla para lo que el señor bastón considera un gasto.
Muero vecina. En estas elecciones se ha visto de todo. Como dice mi esposo marxista, leninista y chisme bravo: los mishus, sobre todo de Quito, han sido más puros que la propia pureza. Nunca han simulado nada. ¡Muero la purancia mestiza! Y han sido expertos en medición indigenómetra, bonita, para qué le cuento.
Los bancos pueden acrecentar sus ganancias gracias a los gobiernos. Guillermo Lasso, ubicado al extremo derecho del tablero ideológico, fue gobernador del Guayas, Superministro de Economía con Mahuad e integrante de la planificación del congelamiento de las cuentas de los ecuatorianos y el salvataje bancario. Lasso, accionista mayoritario y presidente del Banco de Guayaquil, ha reconocido que aportó financieramente en la primera campaña electoral de Rafael Correa. Fabricio Correa, hermano del expresidente, dijo que Lasso aportó a la campaña “fuertemente” (El Universo, 2012).
El 7 de abril se produjo un derrame petrolero de aproximadamente 15.800 barriles. Las comunidades esperan justicia, ésta no llega a pretexto del covid-19.
Uno de los signos de estos tiempos es la guerra contra el trabajo. Y, la epidemia, con su secuela de temor, ansiedad y desesperación, les vino “como anillo al dedo” (la frase es de un alto funcionario gubernamental) para lanzar sobre las clases laboriosas los golpes salvajes y despiadados que la resistencia popular contuvo desde 1981.
El gobierno de Lenín Moreno sigue reciclando a miles de parásitos que antes fueron correístas, profesos neoliberales, conservadores y hasta populistas. Allí se camuflan aquellas sanguijuelas que se prostituyen ante cualquier gobierno por altos cargos burocráticos, pero también pasan de agache los delincuentes que amasaron fortunas con coimas, diezmos y sobreprecios.
En Ecuador, en una buena parte de Latinoamérica y en los EE.UU. se relajan cuarentenas que, de por sí, fueron mal concebidas y aplicadas, deshilachadas e inconexas de una estrategia integral que no aparece hasta ahora por ningún lado en estos Macondos de mascarillas con sobreprecios.