Contra el coronavirus hay que lavarse las manos, dicen. En los suburbios de Guayaquil, con el agua que dejan los tanqueros, se bañan, limpian, beben, cocinan. El 7% de los guayaquileños no tiene acceso al agua potable. Y aunque esta pandemia no discrimina a quién infectar, al parecer sí lo hace en cuanto a quién decide matar: aquellos que son vulnerables por estilos de vidas precarios e insalubres.