Nos estamos acostumbrando a la sistemática y cotidiana muerte provocada por la violencia del Estado o por la violencia contra el ciudadano, esta banalización se está interiorizando en la conciencia colectiva, como conciencia pasiva que lo justifica o lo asume todo, hasta lo inverosímil, con susto y si no es así, lo asume con buena dosis de indiferencia.