A días de las elecciones presidenciales 2025, conversamos con la socióloga Natalia Sierra, docente universitaria, para entender, desde su visión, algunos elementos que se ponen en juego en las urnas el próximo domingo.
Natalia devela una creciente una fuerza política que desprecia la vida y que, poco a poco, también va echando raíces en el Ecuador, así como lo ha hecho en Europa y ahora en Estados Unidos con Donald Trump.
A pesar de su azarosa vida política republicana, nunca en la historia de Ecuador se presentó una situación como la que está viviendo el país en la actualidad. Al iniciarse la semana pasada, bandas del crimen organizado, que en forma creciente venían actuando desde hace años, lanzaron acciones terroristas en distintas ciudades. El miedo y la inseguridad se generalizaron. La población se vio amenazada, se recluyó en casa, debió adoptarse el teletrabajo, fueron suspendidas las clases. Las imágenes de carros incendiados, bombas, balaceras, rehenes, toma de un canal de TV, circularon en redes y se difundieron en los noticieros. Se produjo un intento de “narco-golpe de Estado”, como bien lo ha subrayado el profesor Jorge Vicente Paladines[1]. Un pequeño país sudamericano, considerado hasta hace poco como una “isla de paz” ¿cómo ha tenido que llegar a esta situación?
Para Daniel Noboa, el camino de la continuidad es mucho más fácil, pues cuenta a su favor con la “institucionalidad” dejada por los dos últimos mandatarios a los que sucede y con los cuales coincide en el modelo económico y social a seguir. Es previsible una mayor afectación a la seguridad social y a los derechos laborales.