Una sociedad sometida a la crueldad del sistema de la acumulación y la ganancia ilimitada de un grupúsculo de sujetos que condenan a la miseria a millones de personas privadas de alimento, salud, educación, vivienda y trabajo, tiene un Estado que ha declarado el “estado excepción” como norma.
Gente de bien nos vemos este miércoles en la Plaza Grande. Vamos a demostrarles a ese triunvirato que con los evasores no van a poder. Evadir no es malo, lo malo es que se den cuenta. ¡Metiches donde nadie los ha llamado! Porque uno con su plata hace lo que quiera, ¿o no? ¿O qué? ¿O cómo?
Las filtraciones de los Pandora Papers (2021), que se suman a los Offshore Leaks (2013) y Panama Papers (2016), prueban al mundo la forma de evasión de los poderosos, de cómo ocultan los nombres de los propietarios de las empresas, eluden las sanciones internacionales, hacen el lavado de dinero y constituyen cuentas fantasmas.
Lasso reconoce su pasada vinculación con cuentas off shore, hasta ahora sus justificaciones dejan más incógnitas que certezas. Aún no aclara cuánta plata fue ocultada en los paraísos fiscales, a quiénes vendió esas cuentas y a qué precio, además de señalar a los beneficiarios del traspaso a los fideicomisos Bretten Trust y Liberty Trust.
Y no sabe. Es un gobierno de risa. El señor evasor ya no sonríe desde el domingo. Se lo ve triste, cabizbajo, cariacontecido, apesadumbrado, pantalón mojado. Hasta sus propios colaboradores hablan bajito, susurran entre ellos, dicen ¿y ahora? Después de algunas horas: ¿y ahora?